Norristown, PA – El pasado 20 de enero, a un año del primer caso confirmado de contagio por SARS-CoV-2 en los EE. UU., el candidato ganador, Joe Biden, tomó protesta como el 46° presidente de esta nación. Un evento sin precedentes es que tiene lugar en medio de una pandemia, y que se caracterizó tanto por el uso de mascarillas como por el discurso que, el ahora jefe de estado, pronunció ante una audiencia cansada de mensajes polarizantes y ávida de soluciones.
El coronavirus fue uno de los temas centrales en este pronunciamiento: “nos encontramos ante un momento desafiante y difícil (…) Un virus se ha llevado tantas vidas en un año como Estados Unidos perdió en toda la Segunda Guerra Mundial. (…) Estamos entrando en el periodo más duro y mortífero de la pandemia. Debemos dejar la política de lado y enfrentarla como una nación”, expresó el mandatario, ante un país que ha visto morir más de 408 mil personas a causa del COVID-19, y suma más de 24 millones de casos de contagio.
En su campaña política, Biden anunció que estaría listo desde el primer día de su gestión para proteger la salud y el bienestar de este país; y presentó un plan para luchar contra la pandemia, en el cual demanda:
- Restaurar la confianza, la credibilidad y el propósito común.
- Organizar una respuesta nacional de emergencia efectiva que salve vidas, proteja a los trabajadores de primera línea y minimice la propagación del coronavirus SARS-CoV-2.
- Eliminar las barreras de costos para la prevención y el cuidado del COVID-19.
- Adoptar medidas económicas decisivas para ayudar a los trabajadores, las familias y los pequeños negocios afectados, para estabilizar la economía estadounidense.
- Movilizar al mundo para enfrentar esta crisis mientras sentamos las bases para el futuro.
Y como prueba de cumplimiento, a un día de su posesión, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva llamada “100 Days Masking Challenge”, que obliga a civiles, guardia nacional y fuerzas armadas a usar la mascarilla en lugares públicos, así como dentro de edificios federales, oficinas postales, agencias federales, parques nacionales, museos y monumentos. Asimismo, deben usarlo todos los pasajeros de trenes, aviones y autobuses en viajes interestatales. Quienes no la usen no se les permitirá el servicio, y aquellos que amenacen o interfieran el proceso, podrán ser multados hasta con 35 mil dólares o con prisión.
Dice un viejo y popular adagio español, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”, y se refiere a que, en ocasiones, las palabras o promesas del individuo no son reflejadas en sus acciones, y es por eso que a menudo no se puede confiar en promesas que serán difíciles de cumplir. Ojalá este no sea el caso.
Mucho se espera de esta nueva administración y, de verdad, espero se tomen las medidas necesarias para salvaguardar la salud física y mental de todos, en especial de aquellos que han estado laborando en primera línea; no sólo médicos, enfermeras, bomberos, policías y agricultores, sino también choferes, cajeros, acomodadores, mantenimiento, personal de limpieza y todos aquellos que han mantenido la economía en pie. Esta población está compuesta en su mayoría por negros e hispanos, y ha sido la más lastimada por esta emergencia sanitaria, sin dejar de lado a los niños, quienes perdieron su libertad y su derecho a crecer en compañía de sus familiares, amigos y maestros, y que se han portado como valientes, asumiendo su responsabilidad escolar en casa. Por todos ellos, presidente Biden, ¡cuente con nosotros!