He aprendido que tanto el amor como el miedo, despiertan en nosotros emociones poderosas de las que no podemos escapar fácilmente. Ambos, el amor y el miedo tienen el poder de turbarnos y confundirnos.
Hace años, trabajando en una agencia contra la violencia doméstica, comprendí cómo vamos haciendo vida cada milésimo de segundo con cada decisión que tomamos. La vida es una serie de decisiones que hacemos basadas en el amor o el miedo. Hacemos vida cada vez que respiramos, cada vez que decidimos qué opción tomar. Cada decisión va definiendo quiénes somos, cómo queremos vivir nuestras vidas y cómo queremos ser percibidos. Si elegimos amar, estamos usando la energía natural de la vida. Si elegimos temer, estamos operando en un estado antinatural. El amor es una energía que une, el miedo separa. Por amor muchos cambiamos nuestras metas, y nos sacrificamos por el ser que amamos; vivimos plenamente. El miedo nos ciega bajo su poder aterrorizador, dejamos de vivir.
¿Recuerda cuando decidió casarse, o tal vez divorciarse, mudarse o no? ¿La sorpresa de la espera de un hijo y no saber qué hacer? ¿La decisión que tomó en ese momento la hizo serenamente y con la mente clara, o bajo el miedo?
Muchos tomamos ciertas decisiones bajo la presión de qué es lo que se espera de nosotros. La mayoría queremos ser aceptados, especialmente por nuestros familiares, por la sociedad. Así es como a veces nos vamos por la elección antinatural y no por lo que verdaderamente queremos. Cuando tomamos decisiones influenciados por el miedo, este se afinca en nuestra vida y se refleja en todo lo que hacemos, nos demos por enterados o no.
Solemos tomar decisiones basadas en lo que hemos aprendido, especialmente durante nuestra crianza; el error en esas decisiones no se debe a nuestros padres, se debe al diferente rumbo que cada uno de nosotros emprendemos, y esa transformación lo cambia todo.
Según algunos expertos del tema, hay dos clases de miedo, el que usamos para proteger nuestra vida y el que nos enferma, nos detiene, como el miedo a algo que no puede hacernos daño. El miedo a lo que no podemos cambiar puede ser dañino, enfermizo, como el miedo a la muerte.
Antes de tomar una decisión, debemos de pensar detenida y conscientemente. La vida está llena de enigmas, decepciones y engaños. Las teorías de conspiración son muchas, y es ahí en donde algunas verdades están escondidas. El miedo condiciona nuestra libertad y nos podría empujar a decidir antinaturalmente. Tenemos una verdad íntima y una oficial y solemos tener un doble estándar para ser “políticamente correctos”.
Se hace difícil decidir qué creer, cuál rumbo tomar y a quién creerle, pero podemos comenzar ordenando nuestros pensamientos con la meta de controlar el miedo. La regulación de nuestra vida nos pertenece y, por lo tanto, cada uno tiene su propia vida que regular. Tanto usted como el mismo gobierno, no debe intentar regular otras vidas ni mucho menos invadir la privacidad de otros. Cambiando el modo de pensar se puede cambiar la vida.