El 18 de febrero se celebró el Día Internacional del Síndrome de Asperger, que busca brindar información para mejorar la atención e inclusión social de las personas que lo padecen.
El Asperger es un trastornoque produce un funcionamiento distinto del cerebro en las áreas de la comunicación, la interacción social, la flexibilidad del comportamiento y el pensamiento. Los criterios actuales de diagnóstico lo ubican bajo la denominación de trastorno del espectro autista (TEA) sin discapacidad intelectual asociada; es decir, que tienen un buen nivel de lenguaje y desarrollo cognitivo. Según los datos del Centro para el Control de Enfermedades, el autismo afecta a aproximadamente uno de cada 54 niños en Estados Unidos, y se presenta de distintas maneras, no hay un patrón para todos, pero estos son algunos rasgos que suelen compartir.
¿Cómo se comunican?
Su capacidad intelectual es media e incluso superior a la media. Suelen tener temas de interés definidos, en los que se vuelven expertos y hablan mucho de ellos. Su lenguaje comprensivo es literal; es decir, van por el significado exacto de las palabras; no suelen captar bromas, chistes, metáforas o sarcasmo. Se expresan correctamente, suelen usar lenguaje muy formal, preciso o técnico. Les cuesta elegir temas de los que podemos “hablar por hablar”.
¿Cómo se relacionan? Tienen dificultades para comunicarse con los demás en ámbitos sociales o en grupo; esto es, saludar y despedirse, esperar su turno, dar las gracias, guardar una distancia al conversar o estar con otros. Les cuesta entender las reglas sociales “no escritas” como gestos o expresiones. Pueden comportarse inadecuadamente sin querer. No es que no tengan en cuenta las emociones del otro, se les hace difícil interpretarlas. Buscan relacionarse con los demás, pero no saben cómo hacerlo y les es difícil interactuar con muchas personas a la vez. Les resulta complejo expresar sus sentimientos y en ocasiones pueden reaccionar desproporcionadamente o “fuera de lugar”.
¿Cómo piensan y se comportan? Piensan de forma rígida y concreta, lo que los beneficia en actividades que requieren atención en los detalles y repetición de patrones. Son fieles a las rutinas, que, en ocasiones, siguen de forma rígida y repetitiva; ello les da seguridad y pautas concretas de cómo actuar; en consecuencia, les cuestan mucho los cambios o situaciones imprevistas. Suelen acumular mucha información de sus temas de interés, se vuelven expertos y los usan como sus temas de conversación. Pueden ser extremadamente sensibles a algunos estímulos ambientales que les causan molestia o dolor como ruidos, luces, olores, sabores, etc.
¿Cómo puedes ayudar? Piensa en los desafíos que enfrentas a diario e intenta, genuinamente, ponerte en el lugar de alguien que no los entiende ni sabe cómo enfrentarlos. Sé empático con su experiencia, aunque esta no sea “convencional”. Interésate por conocer sus puntos fuertes y débiles y las cosas que son importantes para él o ella. Usa un lenguaje directo y concreto, sin ambigüedades o doble sentido. Comprende que sus comportamientos no son caprichosos ni intencionados; reflejan una manera distinta de entender y desenvolverse en el mundo. Haz explícitos algunos conceptos que para la mayoría de las personas son obvios, especialmente los relativos a las relaciones sociales. Entiende que sus rutinas y rigideces les brindan seguridad; puedes ayudar a flexibilizarlas si no impones tu manera de ver las cosas. Pregúntale siempre cuál es la mejor manera de ayudarle, él o ella te dejará saber cómo prefiere que la ayudes. Si quieres más información, escríbeme a petymarcet@gmail.com