El tiempo puede ser relativo. Tres años y cuatro meses para muchas personas tal vez sea un período corto. Sin embargo, para Carmela Apolonio Hernández ha sido una eternidad. Entró en Santuario a finales de 2017 a la Iglesia The Advocate, con sus cuatro hijos: Fidel, Keyri, Joselyn y Edwin. Luego, en 2018, ingresó a la iglesia Menonita Ortodoxa de Germantown, donde ha estado alojada con su familia hasta el momento.
Han sido años de lucha incansable del Nuevo Movimiento Santuario, del abogado David Bennion y cientos de personas, para que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no procediera a su deportación. Carmela nació en el estado mexicano de Guerrero, donde el crimen organizado trató de destrozar a su familia, asesinó a varios de sus seres queridos y la orilló a buscar refugio en este país.
El ICE anunció recientemente de manera oficial que “la señora Apolonio Hernández no es una prioridad de deportación”, según la administración del presidente Joe Biden. Para que la victoria de esta mexicana sea completa, tendrá que establecer su estatus legal y así podrán ella y su familia salir del santuario sin miedo permanente a la deportación.
“Carmela y sus hijos han peleado por sus derechos y libertad, y gracias a su valor, al amor y apoyo de la comunidad, pueden respirar libres de nuevo”, comentó su abogado, David Bennion, director de Free Migration Project. Este logro no hubiera sido posible sin la comunidad solidaria que ha defendido los derechos humanos de esta familia inmigrante que buscaba asilo.
La reverenda Renee McKenzie abrió las puertas de su iglesia The Advocate, y luego los pastores Cate Michelle Desjardin y John Bergen, de la iglesia Menonita de Germantown, le dieron santuario. “Siento que un peso gigante ha sido levantado de mis hombros y los de mi familia. Estoy muy agradecida por el apoyo de la comunidad y Movimiento Nuevo Santuario, que me ha acompañado por más de tres años de lucha. Todos son ahora mi familia. Todavía tenemos que pelear por mi visa U, pero ya puedo esperar por dicha a aprobación respirando el aire fresco”, afirmó Carmela Apolonio Hernández.
Finalmente, con el apoyo de la comunidad, legisladores y diversas congregaciones religiosas, está un paso de ser libre junto con sus cuatro hijos. Ha sido difícil, puesto que los cinco se contagiaron de COVID-19, y las escuelas estuvieron cerradas un año, afectando a los niños, que han pasado ese tiempo sin salir de la iglesia. Impacto dará seguimiento a la inminente libertad oficial de esta familia mexicana.