Buenos Aires, Argentina-El presidente de cualquier país, mira la luz roja de la cámara encendida y anuncia en cadena nacional, que el mes que viene llegarán al país 1 millón de dosis de la vacuna que salvará a sus habitantes. Y el mes siguiente vendrán otras 3 millones y en unos meses más, se terminarán los privilegios del virus invasor. Cada tres o cuatro palabras, baja la vista, aunque sigue hablando. Miente y juega con las ilusiones y con la vida de la gente, porque sabe que esas vacunas no van a llegar.
Un ministro de Salud, de cualquier país, cierra los ojos y ordena enviar un cargamento de vacunas a un geriátrico donde “casualmente” estaba internada su madre. Mentiroso y manipulador.
Otro ministro de Salud, de cualquier otro país, mira para otro lado y habilita un centro de vacunación VIP en una oficina contigua con la suya en pleno ministerio, por donde pasan amigos, amigos de los amigos, jóvenes militantes de su partido, familiares y otros acomodados del sistema. Miente echando culpas a otros.
En otro país, un alto funcionario se tapa los ojos con las manos sucias y permite que funcionarios, exgobernantes y personas influyentes, se vacunen en forma preferencial, sin seguir las reglas impuestas al resto de la población.
Ante las preguntas de los periodistas y de la gente común, ninguno sostiene la mirada erguida, porque les duele, porque son conscientes de que las mentiras tienen las miradas cortas. Aunque ensayan los discursos, ya no convencen a nadie. Se enredan en sus trabalenguas y vuelan con la imaginación al punto de convertirse en los héroes de sus mentiras, mientras la basura sigue creciendo en sus currículums, pero parece que no les importa demasiado.
Aprovechadores del amparo que les da el poder, funcionarios de Argentina, Brasil, Perú y Ecuador, por nombrar algunos, estafaron a la gente esperanzada en recibir sus vacunas. Personal de la salud, maestros, trabajadores de las primeras líneas, personas mayores, fueron gambeteados por el amiguismo más despiadado.
Felipe Burbano de Lara, sociólogo y politólogo ecuatoriano, sintetizó claramente el accionar de estos personajes, diciendo: “En todos los países donde saltan escándalos, se repite una práctica bastante común; eludir las estructuras formales del Estado para canalizar las vacunas sin planes y protocolos claros y transparentes de atención a las poblaciones vulnerables. Más bien lo contrario: protejo y atiendo a los míos”
Sería fascinante saber dónde terminan las mentiras y poder conocer a las personas más allá de sus ojos. Tal vez eso suceda el día que se den cuenta que estamos hablando de lo más importante de todo, que no es otra cosa que la vida.