Hay organizaciones en la ciudad que ayudan a los inmigrantes a ser líderes, como el Movimiento Nuevo Santuario (NSM). El mexicano Gerardo Flores pertenece a esa organización desde su inicio, cuando no tenía papeles y le daba miedo hablar en público. Hoy se pone “la playera de NSM con orgullo, es como una bandera”.
Originario de un pequeño pueblo del estado mexicano de Puebla, Gerardo terminó la secundaria con estudios en agricultura y su sueño era ir a la Universidad Chapingo. Pasó el examen académico en 1975, pero no contaba con dinero o tierra para ejercer su carrera. Entonces comenzó a organizar a estudiantes en el grupo Antorcha Campesina, para pelear en contra de la injusticia social. Ese grupo lo mandó a Chicago en 1985 y luego a Nueva York en 1987. “Ahí trabajé en un restaurante y me tocó ver caer las torres gemelas. Se cerró el restaurante, y nunca reabrió”, señaló en una entrevista con la revista Apiary.
Vino a visitar Filadelfia y a su familia le gustó la ciudad, por lo que se mudaron en 2006. Ahora, junto con su esposa Teresa, tienen un camión de venta de comida en el norte de la ciudad. Ambos son miembros de la iglesia Visitación de la Bendita Virgen María y activistas de NSM.
Cuando su familia vivía en Nueva York, su hijo mayor, Cuauhtémoc, le prestó dinero a un amigo. Cuando le pidió que le pagara, esa persona informó a las autoridades acerca del estatus migratorio, por lo cual fue deportado a México. Esa separación familiar fue una dolorosa experiencia en la vida de Gerardo y Teresa.
PODÍAMOS DEFENDERNOS
El negocio del matrimonio Flores está cerca del Centro de Salud María de los Santos. “Cuando se abrió un centro comercial cerca de su carrito de comida, el comité de planificación los dejó quedarse y esa fue una lucha con la que el Nuevo Movimiento Santuario nos ayudó”, explicó. Cuando Gerardo empezó de voluntario en esa organización, al principio le daba miedo hablar en público. “Pero vimos la lucha que hacía Santuario, y nos identificamos con ellos. Veíamos que como un grupo podíamos defendernos y empezamos a trabajar como voluntarios con ellos. En ese entonces no había capital, y NSM no tenía apoyo, pero hicimos mucho trabajo y logramos mucho”, recuerda.
Ahora es parte de la junta directiva, junto a otras personas de las congregaciones que son miembros de NSM y aliados. Cuenta que uno de sus éxitos fue la lucha para separar la policía de la migra. “Pero se te llena el corazón de satisfacción al saber que lo estás haciendo es para el bien de la comunidad. Es importante tener una organización que te respalda, y saber que no estás solo. Yo me pongo la playera de NSM con orgullo, es como una bandera”, enfatizó.
Según el activista, el gobierno ha tomado ventaja de hacer política con los niños en la frontera. Desafortunadamente lo han hecho con leyes que han existido de gobiernos previos, pero que no se han aplicado. Ahora las están aplicando, y han despertado al pueblo. Organizarse ante las redadas, ayudar a las familias, hacer cambios en la política migratoria, todas estas son luchas importantes en las que ha participado.
CAMINO A LA CIUDADANÍA
Gerardo puntualizó que cuando peleó junto con otros activistas para deshacer la colaboración entre la policía local y las autoridades de inmigración, compartieron muchísimos testimonios. Contaron sus historias personales a los políticos que crearon la legislación y les mostraron cómo estaba afectando a las comunidades de inmigrantes. Desde su punto de vista, era también una manera de decirle a los políticos que se pusieran en los zapatos de un inmigrante. Como parte de NSA, este líder comunitario y otros voluntarios ayudaron a fortalecer el liderazgo en los grupos de personas que no eran inmigrantes, pero peleaban por los derechos de éstos.
Ahora NSM realiza una campaña para el camino a la ciudadanía que permita a 11 millones de indocumentados en el país regularizar su estatus migratorio. También en estos momentos el desafío es que se apruebe la propuesta legislativa HB 279 para licencias de conducir para todos, sin importar el estatus migratorio del solicitante.
“Nos sentimos orgullosos de trabajar en Nuevo Santuario, y seguiremos trabajando con la esperanza de que las cosas van a cambiar. Seguiremos vigilando los derechos de los inmigrantes, y mantenemos siempre el cambio integral en la mira. Nosotros queremos justicia”, finalizó contundente.