Un frasco de acetaminofén puede ser la salvación para un venezolano. En un país con un sistema médico y hospitalario colapsado por culpa del socialismo del siglo 21, y el corrupto manejo de sus riquezas por parte del narco gobierno de Nicolás Maduro, una ruta de ayuda humanitaria representa una esperanza para muchos.
Cuando Marisol Diéguez se propuso la tarea de ayudar a socorristas y bomberos universitarios, nunca se imaginó que podía ser la salvación de muchos en Venezuela. El Programa de Ayuda Humanitaria para Venezuela, con sede en Miami, lleva siete años recolectando medicinas y suministros médicos que son enviados a este país suramericano y distribuidos a más de 75 organizaciones sin fines de lucro, quienes se encargan de entregarla sin ningún costo a las personas que lo necesiten.
En la pasada primavera tuve la oportunidad de darle la bienvenida, a Filadelfia, a Marisol y a Matthew Berwick, como parte de la “13ra Ruta por Venezuela”, organizada por este Programa. La emoción de abrazar a estos amigos no tuvo precio. Hablar con Marisol me hizo entender lo importante y vital que es un antibiótico, un analgésico, una silla de ruedas, una fórmula especial para un bebé prematuro, o una malteada nutritiva para un adulto mayor, cuando se vive en Venezuela, el país con la inflación más grande del mundo, y donde no se cuenta con los recursos o medios para poder adquirirlos.
Esta Ruta arrancó el 1 de mayo en la ciudad de Boston, y culminó el 12 de mayo en la ciudad de Miami. La campaña sobrepasó las expectativas; se logró llenar 3 camiones de 66 pies con medicinas, insumos médicos hospitalarios, alimentos enriquecidos, y hasta repelente contra zancudos y tabletas para potabilizar agua.
Casa de Venezuela Philadelphia fue la organización encargada para la recolección en nuestra área, y junto con otras organizaciones de la diáspora venezolana se encargaron de hacer lo mismo en sus respectivas ciudades; Boston, Nueva York, el área metropolitana de Washington DC, Virginia Beach, Atlanta, Orlando, fueron algunas de las ciudades donde hizo parada esta gran ruta humanitaria dedicada a la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto.
El régimen de Nicolás Maduro no facilita la distribución a las organizaciones no gubernamentales para que se les dé el uso apropiado.
La responsabilidad es inmensa, ayudar a aquellos que requieren de estas medicinas es prioridad, así como el compromiso para quienes confiamos plenamente en la distribución apropiada de estas donaciones; y la gran responsabilidad antes los organismos competentes, como el Departamento de Renta Pública (IRS) y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), quienes vigilan con lupa el uso y la distribución apropiada de cada blíster de pastillas que se envía a Venezuela.
“No hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista”, dice un dicho popular, espero que algún día los venezolanos salgamos de esta maldición que ha sido el chavismo-madurismo, y se abra a un gran canal de ayuda internacional para reconstruir el país. La diáspora venezolana jugará un papel fundamental para lograr este objetivo, sé que muchos volverán para ser parte de esta reconstrucción, pero mientras esto sucede, los venezolanos en el mundo debemos seguir la lucha, denunciando al régimen venezolano en todas las instancias competentes y haciéndole saber al mundo que la democracia es frágil y se debe proteger a capa y espada, sobre todo en América, donde los aires del socialismo del siglo XXI, orquestado desde el foro de Sao Paolo, como lobos en la oscuridad, asedian a países hermanos.
Si deseas aportar tu granito de arena y ayudar a esta gran organización, por favor visita www.programaayudahumanitariavenezuela.org.