España– Noticias como la devolución de cinco contenedores de plástico no reciclable desde Malasia o la difusión de un video sobre un “supuesto” vertido ilegal de pilas ponen sobre la mesa dos debates vinculados: el destino de los residuos (el más importante), y el de la educación ambiental.
A diario nos encontramos entidades que tras etiquetas “eco”, “social” u otras, se creen con “patente de corso” para justificar cualquier práctica o para montar coartadas para tapar las vergüenzas de corporaciones poco preocupadas por lo realmente “eco” y lo “social”.
La última jugada es la de la Economía Circular, un planteamiento muy interesante que puede convertirse en la coartada del capitalismo más salvaje para hacer creer “que todo cambia sin que nada cambie”.
No obstante, hay mucha gente realmente preocupada por lo social y lo ambiental, y que les urge “separar la paja del grano”, procurando cumplir las normas.
Nuestro proyecto llega a los 7 años promoviendo la “Basura Cero”, sin embargo, reconocemos que hay muchas cosas que no se pueden reutilizar o reciclar, e inevitablemente terminan en vertederos.
Como buena práctica, debemos dar a conocer los datos de reutilización o reciclaje, sin ocultar los datos sobre el volumen de residuos transferidos a vertederos o incineradoras.
VIVIR DE LA BASURA
Este panorama emite mensajes contradictorios a la ciudadanía, donde se les pide una conciencia y una implicación ante los graves problemas ambientales, pero que ve cómo esos esfuerzos no son correspondidos por aquellos que tienen la responsabilidad en la gestión de los residuos; “por ejemplo, al tener cinco contenedores distintos en casa y ellos terminan mezclándolo todo”.
La basura es la “minería urbana” en la que se encuentran ingentes cantidades de metales preciosos, y no sé cuántas otras fuentes de riqueza.
Vemos cómo el resultado de muchas campañas no es el que se espera. Nosotros mismos nos presentábamos en sociedad con el eslogan de “vivir de la basura”, con un trabajo que consiste en “sacar la basura de casa”, cumpliendo todas las normativas laborales y ambientales, haciendo una gestión responsable, poniendo en reutilización todo aquello que sea reutilizable, y poniendo a la venta objetos de los que te desprendiste, eso representa un objetivo ambiental y social más que económico. Vamos a explicarlo con el textil.
Cuenda llega el cambio de temporada, vacías tus armarios y sustituyes la ropa, y decides que la vas a “donar” a traperos u otra organización. Calculas y piensas que acabas de hacer una donación de 50€ (66 dólares), pero otras mil personas han hecho exactamente lo mismo que tú. Supongamos que en total han llegado ocho toneladas de textil a esa entidad. Esa ropa llega a un almacén, donde es clasificada; un trabajo que, en nuestro caso, hacemos personas asalariadas que esperamos cobrar a final de mes.
Estamos en Andalucía, aquí todavía no hay mucha cultura de la ropa de segunda mano, así que los precios de las prendas tienen que ser muy económicos (esos 50€ se quedan en 5€) y aun así puede que mucha ropa se quede literalmente colgada. Saldo de la operación: 10% de esos 8.000 kilos son puestos en reutilización. De tu donación de “50€” conseguimos recuperar 0,50€ y hay que descontar todo el costo del proceso, el resto se vende por peso a muy bajo precio a otras entidades para que vuelvan a intentar la reutilización o las manden a reciclaje, esperando que esas otras entidades no las manden para exportación y que terminen en un vertedero de Senegal. Este mismo esquema, puede trasladarse al mobiliario, aparatos eléctricos y electrónicos.
Si queremos hacer una correcta gestión tenemos que hacer una inversión muy importante en los primeros pasos del proceso: implantando sistemas de recolección puerta a puerta que eviten que lo recogido se deteriore, afinando los protocolos de recepción, almacenamiento, clasificación y posibles tratamientos, y recuperar la mayor cantidad posible de residuos e instaurando una buena red de distribución y reutilización. Todo ese proceso cuesta dinero y si lo que recuperamos es un metal precioso puede que la venta de ese material pague todo el proceso, pero si lo que se recupera es solo una camiseta será difícil que con su venta podamos pagar todo ese proceso.
Es más, si hacemos depender todo el sistema de gestión de residuos de lo que “saquemos” con los materiales recuperados lo estaremos haciendo depender del mercado. Así que, si hay alguien que pague el proceso que hemos descrito, sí se puede vivir de la basura.
VENGAN CONTENEDORES
Mucho camino es el que queda por recorrer para que las cosas se hagan bien, es decir, hacerlas de tal manera que logremos las tres “R”. Es evidente que se tiene que frenar la subida exponencial en la generación de residuos, y para eso habrá que implantar, por las buenas o por las malas, el ecodiseño, lograr que se aumente la durabilidad de los objetos y hacerlos reutilizables hasta el final de su vida útil, reciclando materiales y descartando aquellos que no son reciclables o biodegradables como el plástico.
También replantear los sistemas de recogida, fomentar que sea de puerta en puerta, el sistema de acopio de residuos más eficaz a la hora de tratar los residuos y más valorado por la ciudadanía. Después el proceso de tratamiento y reciclaje, donde al final se le llama reciclaje a todo o a nada, generando la conciencia de que reciclamos envases por el simple hecho de echarlos al contenedor amarillo. Sin embargo, los procesos desde que se hace una recogida son múltiples y complejos. La Unión Europea ha establecido la “jerarquía de residuos”, que prioriza los procesos de tratamiento en el siguiente orden: prevención-reutilización-reciclaje-valorización-vertido-incineración; pero para su cumplimiento aún queda mucho camino por recorrer.
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