La infección por SARS-CoV-2 (COVID-19) ha provocado una pandemia con una mortalidad y morbilidad sustanciales alrededor del mundo. Algunos de los pacientes que se han recuperado de COVID-19 han desarrollado síntomas persistentes o nuevos que duran semanas o meses, a esto se le llama “COVID largo”, también referido como “síndrome post COVID”, “síntomas de COVID persistente”, “COVID-19 crónico”, o “long-haulers”. Es una condición que se genera independientemente de la gravedad de la enfermedad, e incluye a adultos jóvenes, niños y personas que no están hospitalizadas.
COVID LARGO
De acuerdo con un reporte científico del 2021, se realizó un estudio que incluyó a 47.910 pacientes entre 17 y 87 años. Los resultados definieron como COVID largo aquellos casos con síntomas después de 14 a 110 días de la infección viral. Se estimó que el 80 % de los pacientes infectados con SARS-CoV-2 desarrollaron uno o más síntomas a largo plazo, de los cuales alrededor del 80 % tenía una enfermedad leve a moderada y entre las que tenían una enfermedad grave, el 5 % desarrollaba una enfermedad crítica.
Los cinco síntomas más comunes fueron fatiga (58 %), dolor de cabeza (44 %), trastorno de atención (27 %), pérdida de cabello (25 %) y disnea (24 %). Sin embargo, la lista de síntomas que notan los pacientes es larga y variada. Otros síntomas persistentes pueden incluir deficiencias cognitivas y mentales, dolores en el pecho y las articulaciones, palpitaciones, mialgia, disfunciones del olfato y el gusto, tos, dolor de cabeza y problemas gastrointestinales y cardíacos.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los EE. UU. (CDC) informaron en septiembre los resultados del estudio donde encontraron que la afección puede ser más común entre las mujeres, las de 40 a 54 años y las personas con afecciones preexistentes. Es más probable en personas con infecciones graves, pero se ha reportado en personas que nunca se enfermaron lo suficiente como para requerir hospitalización.
Los expertos en salud han estimado que al menos algunos síntomas relacionados con el COVID largo persisten entre el 10 % y el 30 % de todas las personas infectadas con el virus, entre 5 y 12 millones de personas en los Estados Unidos.
UN CASO EXTREMO TANGIBLE
Durante periodos de tiempo variable, priva a las personas de su capacidad para trabajar, hacer ejercicio, socializar e incluso pensar con claridad. Lo que puede ser igual de malo es que los pacientes a menudo se sienten aislados, con amigos e incluso médicos que a veces les dicen que sus problemas de salud podrían ser psicosomáticos. Algunos describen sentirse deprimidos y experimentan un trastorno de estrés postraumático.
Horacio, mexicano inmigrante que se desempañaba como trabajador de la construcción en Norristown, fue de los primeros pacientes en sufrir los síntomas de COVID-19 en abril del 2020 en los suburbios de Filadelfia. Tras síntomas de cansancio, dolor muscular, dificultades para respirar y fiebre fue hospitalizado. El diagnóstico fue una infección grave por el virus SARS.CoV.2. Horacio fue intubado por tres tortuosos meses, lo que le provocó erupciones cutáneas en la espalda debido a la prolongada inmovilidad. Finalmente, salió de terapia intensiva, pero con la incapacidad de mover sus brazos y sus piernas. Recibió algunas sesiones de fisioterapia y fue dado de alta. A casi dos años, Horacio, sigue en cama con movilidad limitada, dejó de trabajar, de manejar, de ayudar en los quehaceres de la casa, del cuidado de sus hijos, y lucha todos los días contra la depresión y la ansiedad. Sin embargo, en sus redes sociales sonríe mientras realiza los ejercicios que puede hacer en casa, dice “¡vamos, sin miedo al éxito!”.
Los equipos multidisciplinarios son cruciales para desarrollar medidas preventivas, técnicas de rehabilitación y estrategias de manejo clínico con perspectivas integrales del paciente diseñadas para abordar la atención prolongada de COVID-19. Actualmente, solo se ha encontrado que la rehabilitación es posiblemente efectiva para mejorar los síntomas del COVID-19 largo, mientras que los fármacos aún requieren investigaciones futuras para validarse.
GENERACIÓN COVID Y LA VACUNACIÓN
Héctor L. Frisbie, médico especialista en salud pública, con base en Colorado, explica en un video informativo que, la vacuna es la forma más segura de disminuir los efectos del COVID-19 y sus variables. Y nos recuerda que las vacunas han ayudado a erradicar enfermedades como el tétanos y el sarampión; y dice “hasta el momento se han identificado ya hasta 200 tipos de secuelas del COVID-19, y aún no sabemos por cuánto tiempo persistirán. Hemos empezado a ver estas secuelas en pacientes menores de edad, muchos de los cuales nunca exhibieron síntomas; sin embargo, las secuelas están presentes ” . También argumenta que para algunos les es difícil entender por qué la vacunación en menores no ha tenido la misma difusión e implementación como en las personas adultas. “Entiendo que la mortalidad en menores es baja; sin embargo, ese no es el único parámetro para evaluar la conveniencia de implementar un programa de vacunación. Si como consecuencia de no vacunar a menores veremos en los siguientes 10, 20 o 30 años una generación COVID-19 con secuelas a largo plazo o irreversibles, habremos desaprovechado la enseñanza de 200 años con vacunas a nuestro alcance”.
DATOS DE VACUNACIÓN EN LA CIUDAD
Hasta el 9 de febrero 1.503.754 personas habían recibido al menos una dosis en Filadelfia, 1.208.229 habían recibido la dosis completa de vacunación y 410.352 recibieron una dosis de refuerzo. Quienes han recibido al menos una dosis de la vacuna anticovid son el 70 % de la población negra, el 80 % de la blanca, 89 % de la hispana y 95 % de la asiática. Esto suma un total del 89.8 % mayores de 12 años, 95 % de los mayores de 18 años y 51 % de los niños (5-11 años), con al menos una vacuna.