Noam Chomsky, uno de los grandes comunicólogos y teóricos del siglo XX, dijo esta frase célebre muy acorde a nuestros tiempos.
“No importa de qué lado estés, es un momento peligroso para tener una opinión”. Creo que la mayoría se niega a decir lo que piensa por temor al ostracismo. En lugar de participar en conversaciones potencialmente tensas o incómodas, muchos intentan evitarlas por completo o prefieren conversar con quienes confirmarán sus creencias y opinan sólo después de echar un ojo a quien los escucha para no caldear los ánimos.
O adversamente, expresamos nuestras opiniones a pesar de saber que vendrá un posible y pasional choque de ideas. Amistades e incluso familiares están distanciados o peleados por diferencias en sus opiniones.
Y es que cuando nos relacionamos con personas cuyas opiniones chocan con las nuestras, normalmente tratamos de convencerlas de que abandonen su punto de vista en favor del nuestro. Suponiendo que tenemos razón y ellos están equivocados, luchamos por nuestra perspectiva y tratamos de “ganar”. Muchas respuestas a perspectivas de otros no responden a los argumentos que se presentan, sino que cuestionan el carácter moral de las personas.
Por si fuera poco, vivimos en la era de las benditas redes sociales. En ellas, consumimos información que favorece y endurece nuestras opiniones y solo nos relacionamos con personas cuyas creencias coinciden con las nuestras.
Además, al hecho de que no intercambiemos opiniones se le suma el tsunami de las noticias falsas: ambas se alimentan mutuamente para terminar afectando desde el ambiente en el trabajo, con los amigos y con la familia hasta la democracia, el periodismo y la opinión pública. Una sociedad que funciona bien requiere diversas opiniones, incluso frente a diferentes puntos de vista, de hecho, especialmente frente a incompatibilidades y desacuerdos.
Seamos más receptivos a escuchar y respetar las posiciones opuestas de los demás. Si descartamos el apasionarnos ante un tema, podemos encontrar creencias comunes en las perspectivas diferentes. Por ejemplo, en un desacuerdo que involucre la pandemia, podríamos decir: «Estoy de acuerdo en que ambos queremos que esta pandemia termine …».
En la era de la información, cada uno de nosotros tiene el deber de ser humilde y estar más informados. Parte de eso es escuchar a los expertos en diversos temas, incluidos aquellos con los que no estemos de acuerdo. Pero también se trata de escuchar a nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo y vecinos que pueden tener una perspectiva diferente a la nuestra.
Es tiempo de aplaudir a las personas receptivas que saben cómo superar las diferencias con otros discutiendo los temas más difíciles de manera constructiva. La verdad solo se puede encontrar si buscamos primero comprender a los demás.