Un graduado lleva un birrete adornado con un mensaje de apoyo a los inmigrantes antes del inicio de la graduación en la Universidad Liberty en Lynchburg, Virginia, el 11 de mayo de 2019 (Foto: Voz de América)

Entre 1892 y 1954, más de 12 millones de inmigrantes pasaron por Ellis Island, una de las principales estaciones federales de inmigración de EE. UU., situada en Nueva York. La asimilación de estos recién llegados al gran “crisol” estadounidense en su búsqueda del sueño americano es una parte clave de la historia de la nación.
Muchos estadounidenses han llegado a idealizar a esos primeros inmigrantes, en su mayoría europeos, como de alguna manera más deseables que los inmigrantes de hoy, que provienen principalmente de América Latina y Asia y es más probable que algunos los vean como menos inteligentes, delincuentes potenciales, una sangría financiera en el sistema, y como usurpadores de los puestos de trabajo de los nacidos en EEUU.

Algo que desmienten los historiadores económicos Leah Boustan y Ran Abramitzky. Ambos están analizando y recopilando datos de vanguardia para separar la realidad de la ficción, al comparar a los actuales inmigrantes con los que llegaron a Estados Unidos hace un siglo.

Abia Khan, que se dirige a Harvard, es hija de inmigrantes de Bangladesh y la mejor estudiante de su clase de secundaria. Posa con su toga y birrete en Laveen, Arizona, el 5 de mayo de 2020 (Foto: Voz de América)

Primer hallazgo «niños exitosos»

“Una gran sorpresa fue lo bien que les está yendo a los hijos de inmigrantes, cómo los [hijos de] inmigrantes de casi todos los países de origen tienen más movilidad ascendente que los hijos de los nacidos en EEUU y cómo eso se ha mantenido de forma constante durante cien años, independientemente del país de origen”, afirmó Abramitzky, profesor de economía en la Universidad de Stanford.

La razón por la que a muchos hijos de inmigrantes les va mejor que a sus compañeros descendientes de nacidos en Estados Unidos puede deberse a la ubicación, explicó Boustan, profesora de economía en la Universidad de Princeton.  “Se están ubicando en ciudades muy dinámicas con muchas buenas oportunidades laborales, y eso ayuda a preparar a sus hijos para el éxito”, agregó.

Según Boustan, encontraron “que los hijos de los migrantes internos, las familias nacidas en Estados Unidos que se mudan a otro lugar, en realidad se parecen mucho a los hijos de los inmigrantes». “Lo que realmente sucede es que los inmigrantes están dispuestos a mudarse a buenos lugares, y muchas familias estadounidenses se quedan en el lugar donde nacieron».
Otra ventaja, menos aparente, para los hijos de inmigrantes en trabajos mal pagados es que sus padres pueden tener títulos universitarios y habilidades profesionales perfeccionadas en sus países de origen que, “no pueden aplicar en EEUU», pero inculcan en ellos la necesidad de educarse y alcanzar el éxito profesional.
Los datos sugieren que aquellos hijos de inmigrantes de nueva generación, provenientes de República Dominicana, México o Guatemala, y que crecieron en familias relativamente pobres les va tan bien como a los hijos de inmigrantes noruegos, alemanes e italianos del pasado.

El doctor Mohammad Jaber se prepara para visitar a un paciente en Sacramento, California, el 17 de noviembre de 2015. Jaber emigró de Siria a los Estados Unidos para obtener un título en medicina (Foto: Voz de América)

Al igual que ellos, tienen más probabilidades que los hijos de padres igualmente pobres nacidos en EE. UU. de ingresar a la clase media o más allá.
Los hallazgos del dúo de investigadores se exponen en su libro, ‘Streets of Gold: America’s Untold Story of Immigrant Success‘ (Calles de oro: la historia no contada del éxito de los inmigrantes en Estados Unidos).

Cuestionar las narrativas existentes

Los datos también disipan la noción de que los inmigrantes de hoy son una carga financiera, apuntó Boustan.  “Incluso si los padres inmigrantes reciben salarios bajos, sus hijos pueden ascender muy rápidamente a trabajos mejor remunerados y más productivos”, afirmó. “Entonces, en esta escala de tiempo de una generación, vemos que los inmigrantes pueden pagar más en el sistema de lo que sacan”.
Abramitzky y Boustan extrapolaron que los inmigrantes de hoy se adaptan tan rápido como los inmigrantes de hace un siglo. Lo que corroboraron con marcadores que indican el tiempo en el que aprenden inglés, cómo viven fuera de un vecindario étnico, matrimonios mixtos y dan a sus hijos nombres que suenan estadounidenses.

En conclusión, los inmigrantes de hoy no tienen más probabilidades que los inmigrantes anteriores de conservar su cultura nativa.

Las fuerzas antiinmigrantes a menudo señalan el crimen como una razón para limitar la inmigración o construir un muro fronterizo a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. Sin embargo, los datos muestran que los inmigrantes de hoy tienen menos probabilidades de ser arrestados y encarcelados por un delito que las personas nacidas en los Estados Unidos.

¿Roban el trabajo de estadounidenses?

A la gran pregunta de si los inmigrantes roban trabajos y reducen los salarios de los trabajadores nacidos en Estados Unidos, los datos sugieren que los inmigrantes llenan los vacíos en los extremos opuestos del mercado laboral, donde hay mucha demanda, pero no suficiente mano de obra para cumplir esos roles, según Boustan.
“Los inmigrantes traen un conjunto de habilidades que no están muy extendidas en EE. UU. hoy en día”, dijo Boustan. “Muchos inmigrantes tienen doctorados altamente calificados, los científicos, los trabajadores tecnológicos y esas habilidades a menudo crean más puestos de trabajo de los que quitan».

En el extremo opuesto del espectro, los inmigrantes más pobres y sin educación tienden a trabajar en puestos manuales como la construcción, la agricultura y jardinería o en profesiones de servicios como ayudar a los ancianos o cuidar niños.

El subcontratista de azulejos Horacio Gómez, a la derecha, originario del estado mexicano de Michoacán, mide y habla con el constructor de viviendas Joshua Correa sobre los planes en una casa personalizada en construcción en Plano, Texas, el 3 de mayo de 2022 (Foto: Voz de América)

“Las personas que se encuentran al final de la fila de la distribución de ingresos están haciendo el tipo de trabajos que son difíciles de encontrar para los trabajadores nacidos en EE. UU.”, explicó Abramitzky. “Los inmigrantes y los trabajadores nacidos en Estados Unidos no son sustitutos perfectos entre sí”.

Una encuesta de Pew Researchde 2020 sugiere que los estadounidenses en ambos extremos del espectro político, generalmente están de acuerdo en que los inmigrantes, tanto los indocumentados como los que están en el país legalmente, en su mayoría trabajan en empleos que los ciudadanos estadounidenses no quieren.

Pero el profesor de Harvard George Borjas, economista laboral especializado en temas de inmigración, dice que la afluencia de inmigrantes puede perjudicar las perspectivas de los trabajadores pobres.
Las personas en trabajos de salarios bajos que requieren una educación limitada enfrentan una competencia significativa de los inmigrantes, según Borjas, quien escribió para la publicación Politico que un aumento en el grupo de trabajadores poco calificados provoca una caída en los ingresos generales.

Los propios migrantes y los dueños de negocios que usan mano de obra inmigrante son los mayores ganadores de la afluencia de inmigración, apuntó.
En su libro, Boustan y Abramitzky señalan que las estrictas cuotas de inmigrantes en la década de 1920 no dieron como resultado salarios más altos para los trabajadores manufactureros estadounidenses, a pesar de que la inmigración se había reducido en “cientos de miles”.
“Que los inmigrantes tengan movilidad ascendente desde casi todos los países de origen, independientemente de su procedencia, sugiere que hay más similitudes que diferencias en las experiencias de los inmigrantes, a pesar del gran cambio en los países de origen”, apuntó Abramitzky. “Vemos que a los inmigrantes les está yendo tan bien como a los inmigrantes en el pasado (…) Diseñar la política teniendo en cuenta que los inmigrantes no son capaces de asimilarse e integrarse, es desinformar”.  Los coautores esperan que los legisladores examinen los datos antes de elaborar futuras leyes y políticas de inmigración.

Nota de la editora: Esta investigación fue originalmente publicada en VOA el 30 de mayo del 2022

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