Gayan, Afganistán. — Cuando la tierra fue sacudida por el terremoto de esta semana en Afganistán, la casa de piedra y lodo de Nahim Gul se desplomó sobre él.
Gul emergió de entre los escombros en la oscuridad pre matutina, asfixiándose con el polvo mientras buscaba a su padre y sus dos hermanas. No sabe cuántas horas se pasó escarbando antes de ver sus cuerpos bajo las ruinas. Los tres estaban muertos.
Ahora, días después de que un sismo de magnitud 6 devastó una remota región del sudeste de Afganistán y mató al menos a 1.150 personas, de acuerdo con estimados oficiales, Gul ve destrucción en todas partes y escasa ayuda. Sus sobrinos también murieron en el terremoto, aplastados por las paredes de su casa.
La ONU ha dicho que el total de muertos es 770 pero advirtió que la cifra podría aumentar.
“No sé qué nos va a suceder ni cómo vamos a reiniciar nuestras vidas”, Gul le dijo a la Associated Press el domingo: “No tenemos dinero para reconstruir”.
Ése es un temor compartido por los miles de afectados en aldeas pobres donde los daños del terremoto se sintieron más intensamente— en las provincias de Paktika y Jost, junto con las montañas escarpadas junto a la frontera con Pakistán.
Quienes apenas sobrevivían antes ahora lo han perdido todo. Muchos aún no han sido visitados por grupos de ayuda o las autoridades, que pasan trabajos para llegar a la región rodeada de caminos destruidos — algunos impasables debido a aludes.
Consciente de sus límites financieros, el gobierno del Talibán ha pedido asistencia extranjera y el sábado llamó a Washington a descongelar miles de millones de dólares de las reservas monetarias afganas. La ONU y varios grupos internacionales de ayuda, además de diversos países, se han movilizado para ayudar.
China prometió el sábado casi 7,5 millones en ayuda humanitaria de emergencia, sumándose a países como Irán, Pakistán, Corea del Sur, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar en envíos de tiendas de campaña, toallas, camas y otros suministros necesitados urgentemente en el área.
El vice representante especial de la ONU Ramiz Alakbarov recorrió la provincia de Paktika el sábado para evaluar los daños y distribuir comida, medicamentos y tiendas de campaña. Helicópteros de las Naciones Unidas cargados con pan, harina, arroz y mantas han estado llegando a zonas afectadas.
“La visita de ayer me reafirma tanto el extremo sufrimiento de la gente en Afganistán como su gran determinación frente a la enorme adversidad”, dijo Alakbarov, quien señaló que ahora habrá que reparar los daños en tuberías de agua, caminos y líneas de comunicación en la zona.
Si no se les brinda apoyo, agregó, los afganos “continuarán soportando penurias innecesarias e inimaginables”.
Sin embargo, los esfuerzos de asistencia continúan siendo esporádicos y limitados debido a las restricciones de financiación y acceso. El Talibán, que arrebató el poder en agosto pasado a un gobierno al que durante 20 años sostuvo una coalición militar encabezada por Estados Unidos, parecía rebasado por las complicaciones relacionadas con la logística, como el retiro de escombros, en lo que parecer representar una prueba importante para su capacidad de gobernar.
Los habitantes de las aldeas utilizaron sus manos desnudas para sacar de entre los escombros a sus seres queridos, los sepultaron en fosas comunes y durmieron en el bosque a pesar de la lluvia. Casi 800 familias viven al aire libre, según OCHA, la organización de coordinación humanitaria de Naciones Unidas.
Gul recibió una tienda de campaña y mantas de una organización local de caridad en el distrito Gayan, pero él y sus parientes que sobrevivieron buscan protegerse. Debido al terror por las réplicas como la del viernes que causó la muerte de cinco personas más, dijo que sus hijos en Gayan se rehúsan a ingresar en su morada.
El sismo es la calamidad más reciente que asuela a Afganistán en medio de una fuerte crisis económica que siguió a la toma del poder del Talibán y la salida de las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
La asistencia extranjera, el principal sostén de la economía de Afganistán durante décadas, prácticamente se esfumó desde entonces.
Diversos países aplicaron sanciones, suspendieron transferencias bancarias y paralizaron el comercio al rehusarse a reconocer al gobierno del Talibán. El gobierno del presidente Joe Biden bloqueó el acceso del Talibán a reservas de divisas por 7.000 millones de dólares guardadas en cuentas en Estados Unidos.