La historia de Alba Martínez nos remonta a la historia de la mayoría de los inmigrantes que han llegado a esta tierra en busca de mejores oportunidades. Una historia de descubrimiento, llanto, superación, muchas emociones.
Alba es compañera y madre, pero sobre todo es una gran servidora social, que sirve de inspiración a cada paso que da.
ORGULLOSAMENTE BORICUA
Alba nació en San Juan, Puerto Rico, hija de Argelia y Antonio, maestros del idioma inglés de la Universidad de Puerto Rico, originarios de Jayuya, un pueblo que dice es el más pobre y hermoso de la isla, y está ubicado entre las montañas.
Sus abuelos maternos eran agricultores, aunque de pocos recursos, ellos contaban con una pequeña finca con varios animales. “Recuerdo que mi mamá me contó que hasta que ella fue a la universidad, ella vivía en pisos de tierra”, dice Alba, orgullosa de su origen.
Sus abuelos paternos eran comerciantes, principalmente bodegueros, tenían una pequeña tienda en la esquina de la plaza llamada “El Colmado Martínez”, así que la infancia de Alba transcurrió en San Juan, y en Jayuya muchos los fines de semana, donde corría por los campos y comía en la bodega de la familia.
A la edad de 3 años, Alba y su familia se mudaron a la ciudad de Nueva York, donde vivieron por cuatro años para que su padre pudiera terminar su doctorado. Una época en la que la niña fue influenciada por el movimiento musical de aquellos años, los 60’s. Regresaron a la isla, y a la edad de 19 años, Alba decidió emigrar a Washington D.C. donde se graduó de la licenciatura en derecho en Universidad de Georgetown, profesión que ejerció durante ocho años.
EN BUSCA DE SU GENTE LATINA
En 1985, decidió hacer una nueva vida, y se fue a Filadelfia, una ciudad que le prometía estar en contacto con la comunidad latina, gente que compartiría su cultura, su idioma y sus tradiciones. Alba empezó a trabajar en Community Legal Services, para ayudar a la gente pobre.
Como muchos inmigrantes, Alba se encontró sola y con muchos sentimientos encontrados, se sentía emocionada, contenta, pero triste y diferente. Extrañaba a su abuela Panchita y, sobre todo, echaba de menos la música latina caribeña.
“Con la incertidumbre de no saber si esto funcionaría, un día me llegó una guía de teléfono, y llamé a Taller Puertorriqueño, y me contestó Luis Hernández, y me dijo ‘¡nena, corre para la calle 5 y coge la guagua 47, ven aquí y hablamos!’, así que me monté y el panorama comenzó a cambiar radicalmente”.
No obstante, mientras en su recorrido sentía más calor cultural, también las imágenes de pobreza aumentaban, una situación que la impactó de inmediato, pero al ver el mural de Taller, escuchar la música que tocaban frente al edificio en el famoso Centro Musical, y ver gente caminando por todas partes, ese momento se convirtió en lo que considera “Mi viaje a la felicidad”. Desde entonces comenzaron a crecer sus raíces en la ciudad de Filadelfia.
“En la gugua 47 encontré ese calor latino que yo buscaba”
LÍDER SOLIDARIA Y AMANTE DE LA CIUDAD
Alba considera que la comunidad latina fue quien la crio como profesional porque le abrió las puertas para desarrollarse. Comenzó a trabajar como abogada de servicios legales, especialmente de discriminación en el empleo, beneficios públicos.
Ella ayudó a establecer los servicios para la violencia doméstica. Alba laboró por ocho años en Congreso de Latinos Unidos como directora ejecutiva, cuando esta institución se encontraba en una etapa muy difícil; un reto que enfrentó con mucho amor porque sabía que ese era un espacio digno para servir a las familias y a sus hijos. Ayudó a levantarlo, reconstruirlo y recaudar fondos para adquirir el nuevo edificio, pero considera que: “El liderato sirve a la comunidad. Si un líder está teniendo éxito, no quiere decir que la comunidad esté teniendo éxito también”
Posteriormente, tuvo la oportunidad de ser contratada por John F. Street, el entonces alcalde de la ciudad de Filadelfia, para dirigir el Departamento de Servicios Humanos. “El trabajo más difícil en la ciudad”. La abogada recuerda que se reunió con varios comisionados de la ciudad para conocerlos, saber cómo trabajaban e idear como integrarlos para ayudar mejor a la comunidad. Recuerda que el entonces comisionado de policía, le comentó, “Alba, el trabajo mío es fácil, el tuyo es el difícil, porque yo arresto a la gente, pero tú eres la que después tendrá que ayudar a reconstruir esas familias”.
Alba trabajó duro para transformar la vida de la gente. Uno de los legados que más le enorgullece es la creación del Departamento de Prevención, bajo una visión que no existía. Invirtieron en programas post escolares, y en un proyecto colaborativo de jóvenes y para padres. Un proyecto de más de 100 millones de dólares. “La intervención es mucho más cara que la prevención”.
Después de cinco años, Alba asumió el mando de Fondos Unidos, una organización que recauda y distribuye fondos para organizaciones comunitarias. A su llegada cambió el sistema de distribución de los recursos, de uno basado en membresías a uno que reconocía a grupos que estaban realizando un mejor trabajo en la comunidad.
A su término, se estrenó en el sector privado en el mundo de las finanzas, y para la que tuvo que tramitar varias licencias en finanzas, las cuales consiguió “a pulmón”. Su labor en las finanzas también fue exitosa por 13 años, dirigiendo varios Departamentos, incluyendo el de Servicios al Cliente, el más grande da la compañía, donde por cinco años tuvo bajo su supervisión a mil 500 personas. “Lo más impactante de mi experiencia fue cuando me di cuenta de que, hasta que llegué a ese trabajo, yo no sabía casi nada sobre la salud financiera, de cómo se hace dinero, de cómo la gente invierte, de cómo recaudar fondos, etc.”.
Esta experiencia la inspiró a buscar la manera de apoyar a personas que se parecían a ella, mujeres de primera generación, clase media y desventajadas históricamente por discriminación, como los latinos y los negros. Así que, decidida, por un lado, regresó a la música y a la cultura mediante Ritmo Lab, una productora musical y cultural dedicada a celebrar y promover la latinidad; y a su proyecto “La Guagua 47”. Por otro, creó una organización sin fines de lucro para ayudar a las familias en su salud financiera.
“La comunidad latina tiene una riqueza cultural bien fuerte”
LATINIDAD Y LA GUAGUA 47
Un día le surgió la idea de poder contar su historia a través del Proyecto Comunitario de Cine y Artes “La Guagua 47”. “El objetivo del proyecto del filme de La Guagua 47 es reflejar y celebrar el talento de la comunidad latina”.
Martínez obtuvo inicialmente el apoyo de SEPTA, y después vinieron muchos más. Unió a varios miembros de la comunidad para celebrar la ruta 47 de SEPTA; entre los que se sumaron sin pensarlo, está el muralista César Viveros, artivista comunitario latino de Filadelfia, y la chef comunitaria Sandra Vélez.
“La latinidad es una olla donde estamos haciendo un sancocho cultural donde todos los ingredientes juntos crean mucho más” Inventar, crear, iluminar la fuerza y el talento de la comunidad latina, que después de 30 años la gente oriunda de la ciudad no sabe aún dónde está, ni quién está ahí. “Debemos terminar ya con eso, ya no es aceptable”.
Para Alba, este proyecto le ha dado mucho, sobre todo salud emocional, porque pese a su éxito profesional, ella se sentía vacía. “Yo no tenía un propósito y este proyecto me lo dio”.
Durante el camino que ha recorrido el proyecto, Alba ha aprendido y recibido mucho, una satisfacción que no esperaba y un motivo de vida. A la comunidad latina, “La Guagua 47” le ha dado visibilidad, una oportunidad para exponer su talento cultural, y el poder de la celebración.
Durante este verano se llevó a cabo parte de la filmación del cortometraje “La Guagua 47” en un evento llamado “La Gran Fiesta”, donde hubo comunión, creatividad, baile, alegría y cultura. La banda sonora de la película fue escrita por la propia Alba Martínez e interpretada por el cantante venezolano Leo Gruber.
“La Guagua 47 es lo que la gente quiere que sea”
MAGNOLIA Y LAS FINANZAS
Alba junto con Vibhat Nair, un ejecutivo financiero migrante de la India, cofundó Magnolia Impact Solutions , una organización sin fines de lucro que se creó para ayudar a organizaciones a medir cómo están cambiando la salud financiera de sus clientes.
El proyecto está en etapa de preparación y recaudación de fondos para su lanzamiento, y buscan lanzarlo inicialmente en la comunidad latina de Filadelfia.
LA MARCHA NO TERMINA
Y ¿qué sigue? Para Alba la meta es impulsar oportunidades económicas que impacten positivamente a la comunidad, pero está consciente que no será un camino fácil porque Filadelfia tiene retos muy grandes a nivel sociales y económicos, como en la educación, transportación, vivienda, entrenamiento, lenguaje, y la eliminación de récords criminales.
Aunque no está interesada en correr por cargos en la política, sí está dispuesta a ayudar a sus gobernantes para mejorar las condiciones de la comunidad latina, y cree que ejercer el voto latino es un poder bien importante que tiene la comunidad, y que debe ejercer. Pide que cuestionemos, comparemos y pongamos atención al trabajo de nuestros futuros candidatos a gobernantes, como ella lo ha hecho, dijo apoyar la probable postulación a la candidatura para alcalde de la concejal Maria Quiñones-Sánchez.
¡GRACIAS!
Alba Martínez agradece el apoyo de SEPTA, AL DÍA, DreamART Studio con Pedro Escárcega , Esperanza con el Rev. Luis Cortés, Jevs Human Services, CONGRESO, Taller Puertorriqueño, WHYY, Dos Puntos y Emma Restrepo, PhilaFound.org, Latino Film Festival, West Kensington Ministry, Norris Square Project, Mural Arts Philadelphia, Tango’s Q, Ceiba, y PhillyCam, por ser parte de este maravilloso movimiento de la Guagua 47, el cual se estará estrenando el 15 de septiembre en una premiere cultural en el Kimmel Center de la ciudad.