Michael Aguilar, fue el chef que deleitó recientemente los paladares de los que se reunieron en la ciudad de Nueva York para celebrar Juntos a Matías Tarnopolsky, en la entrega de un reconocimiento por su trayectoria, durante la convención anual de “The Pennsylvania Society”.
Su historia es un ejemplo de la riqueza que conllevaban las historias de migración, en especial por la mezcla de su linaje.
Su madre, Edilia Pedroso es una inmigrante cubana que llegó a Estados Unidos a los cinco años. Es asistente administrativa de un banco. “Es una viajera de clase mundial y le encanta explorar diferentes países. Mi padre José Aguilar es paisajista de un colegio privado. Aunque mis padres están separados, todavía tienen una gran relación y ambos fueron cruciales para mi éxito”, compartió orgulloso. Aunque dice que se sorprendieron al principio cuando les dijo que quería ser chef, medida que se involucró más, se dieron cuenta de lo mucho que le gustaba y de lo exigente que era. “Ellos son mi roca y me apoyan en todas las formas posibles”.
Michael fue un niño, por decir poco, vivaz. “Siempre metiéndome en problemas, por lo que mis padres me enviaron a la Academia Militar de Nueva York para enderezarme. Fue después de mi segundo año de secundaria que estaba buscando un trabajo de verano y fui a un restaurante a solicitar empleo. El gerente que me contrató asistía a la misma escuela militar, y me ofreció un trabajo como ayudante, fue allí donde me di cuenta de que quería ser chef. El “estilo de vida familiar disfuncional” es lo que me atrajo de esta carrera. Cuidaron de mí y de los demás entre todo el estrés, los gritos y las peleas; todos volvían a ser una familia como tu propia familia.
A través de su experiencia ha aprendido que cualquier cocina se convierte en una familia extendida, en especial por todo el tiempo que pasan juntos
“En mi último año de secundaria, trabajé todos los sábados durante un año de forma gratuita para obtener experiencia antes de asistir al Culinary Institute of America. Llevo ya 20 años en esta profesión. Aunque tengo 39 años, considero que mi carrera profesional comenzó a los 19 cuando me gradué con el Grado Asociado en Artes Culinarias”.
Trabajar en la gastronomía, es uno de los trabajos más sacrificados, que requiere de mucha pasión, y Michael, la tiene.
“Sacrifico mucho de mi tiempo personal a mi pasión, incluso después de que nació mi hijo, no lo vi durante dos semanas porque el trabajo estaba tan ocupado; hasta el día de hoy lo doy todo por mi carrera. Siempre he dicho que puede que no me gusten todos los trabajos, pero me encanta la carrera en la que elegí estar.
Tener un hijo a una edad temprana fue uno de los desafíos más difíciles que tuvo al convertirse en chef. Quería trabajar en restaurantes en Nueva York, pero no le pagaban lo suficiente para mantener a una familia, por lo que eligió trabajar en country clubs en Westchester, New York, y en Connecticut. “Me dieron la estabilidad financiera y los beneficios para mantener a mi familia. Tuve la suerte de trabajar para algunos talentosos chefs que ayudarían a dar forma a mi carrera con la experiencia que necesitaba”. Además, esos trabajos le proporcionaron tiempo libre durante el invierno. “Eso me permitió estar allí para mi hijo y hacer actividades de invierno con él.
A partir de ahora siento que estoy en una buena posición y con el hotel más grande de la ciudad de Nueva York, mi futuro con la compañía se ve muy bien, dice el sous chef ejecutivo, que va para 7 años en el Hilton de la Gran Manzana.
Aunque cuando se trata de cocinar, prefiere ingredientes de temporada y hierbas frescas, ajo, mantequilla y aceite de oliva extra-virgen español, su platillo favorito para hacer y comer son los chilaquiles, “he hecho varias versiones exclusivas en casa para amigos y familiares”.
Michael le reveló a Impacto, uno de los mejores elogios que ha tenido; y fue al hacer un «Sunday Gravy» para un menú temático italiano. “Nunca lo había hecho, le pregunté a algunos amigos, y busqué algunas recetas, porque todos lo hacen un poco diferente. Puse mi estilo y sabor en el plato, y un invitado me llamó y mencionó que casi lloraba al comer, porque le recordaba su infancia cuando su madre solía hacerlo. Estaba tan orgulloso por su comentario y me recordó que elegí el camino correcto al convertirme en chef”.
Born in Greenwich Connecticut, to Edilia Pedroso and Jose Aguilar. Both my parents immigrated from Cuba and Mexico. Raised with both Latino culture, I found myself always in the kitchen with my great grandmother and my grandmother on my Cuban side. They would always help me make cakes and pancakes on the weekend to entertain me. As I got older, I learned how to cook for myself from watching both of them in the kitchen and I would add my own little twist.
My first job in a restaurant was as a food runner. I realized I fell in love with the “lifestyle of a cook”. While working on the weekends I realized I wanted to be in this industry. After graduating high school, I decided to go to the Culinary Institute of America and got an Associate Degree in both Culinary Arts and in Baking & Pastry. I have 20 years of professional experience working in various restaurants, prestigious country clubs and hotels. I’ve been with the New York Hilton as the Executive Sous Chef for six years. I use my professional training with my Latin culture to infuse the two together when working on various menu ideas. Chef Michael Aguilar