Norristown, PA – En 2010, Hortencia y su esposo Nicolás, veían con satisfacción que sus años de trabajo habían valido la pena: su primogénito iniciaba con éxito su carrera profesional y su vida marital, su “niña” estaba por culminar sus estudios de medicina; además, tenían al pequeño Nicolás, su único nieto, quien les alegraba la vida. Sin embargo, un día, y después de varios análisis realizados, Hortencia recibía una terrible noticia; tenía cáncer de mama. Su primer pensamiento fue que iba a morir, y que pronto vería a su mamá, pero la idea del dolor que causaría a sus hijos y a su esposo la devastó. Su mayor temor al morir era no volver a ver a su familia.
A pesar del diagnóstico, por el tipo de cáncer que presentaba, ser hipertensa y con riesgo de diabetes, Hortencia se aferró a la idea de que no podía abandonar a su familia. “Todavía tengo mucho por hacer!”, se decía. Así que decidió hacer lo que fuera necesario para mantenerse con vida el mayor tiempo posible. Como mujer de fe, se encomendó a Dios e inició así su tratamiento médico, que consistió en una mastectomía (extirpación total o parcial de la mama y ganglios anexos), quimio y radioterapias. Todos los días fueron una dolorosa lucha. Cuando le era posible optaba por continuar con su rutina de quehaceres en casa y no dejarse postrar en su cama. Por increíble que parezca; lavar trastes, barrer, hacer la cama o preparar la comida eran una bendición. A pesar de soportar el malestar por las secuelas de la quimioterapia, ver caer su cabello, su piel quemada por las radioterapias, su cara demacrada por el dolor, sus ojos tristes, el saber de la muerte de sus compañeras del hospital y sentir que la vida se le escapaba todos los días, no tuvo más que aguantar y seguir. ¡Rendirse no era una opción!
Ella dormía con la esperanza de despertar al día siguiente para seguir viviendo, “la vida es un milagro de todos los días, tenemos que aprovechar el tiempo y hacerlo rendir” dice Hortencia. Amorosa como siempre, frente a sus hijos y su nieto, se mostró siempre entera y fuerte, no quería causarles angustia o dejarles un mal recuerdo; pero cuando ellos se marchaban, ella se tumbaba agotada en su cama. Nunca dejó de ir por su nieto al kínder, no quería perderse esos momentos, de verlo venir corriendo a sus brazos, con el garabato y la historia de la travesura del día.
Para que el pequeño Nicolás no se diera cuenta de la enfermedad de su abuela y la razón de que ella usara un turbante en su cabeza, jugaban al circo donde Hortencia se caracterizaba como un payaso para hacerlo reír. Son muchos los momentos felices que ella relata con su nieto. “Estar con él era lo más feliz y alentador del día, no había más dolor y malestar”.
Su esposo fue en todo momento su invaluable e incondicional apoyo, siempre ahí pendiente de lo mínimo que ella necesitara. Él dejó de trabajar para poder atenderla a tiempo completo. Sus hijos y hermanos la apoyaron siempre, mientras que amigos y vecinos la visitaban con frecuencia. Su batalla no terminaría ahí, tres años después del diagnóstico de cáncer, sufrió un derrame cerebral del cual se sobrepuso milagrosamente y sin secuelas graves. Un año más tarde, tuvo una cirugía por apendicitis; como resultado de ésta desarrolló una hernia que la mantuvo en cama por varios meses. Una vez más, la fortaleza y la resiliencia de Hortencia fueron puestas a prueba. Finalmente, en 2015, ella fue declarada paciente de cáncer en remisión completa (sin signos y síntomas de cáncer). La vida le daba otra oportunidad para vivir y ver crecer a su nieto.
Actualmente, Hortencia llegó a sus 64 años realizada como madre, esposa, hermana, amiga, guerrera, sobreviviente de cáncer; sigue cuidando de su salud, hace ejercicio, come saludable, y quiere aprender a hablar en inglés. Vive tranquila y respetando la cuarentena en casa en compañía de su esposo y sus perros. Orando por los jóvenes de hoy, a quienes considera cada vez más frágiles, “se les cae el internet y la vida se les acaba, se olvidan de lo verdaderamente importante”. Ella agradece a todos quienes la apoyaron, acompañaron y tuvieron siempre una palabra de aliento.
El 28 de mayo se conmemoró el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, honremos esta fecha siendo nosotras mismas responsables de cuidar nuestra salud.