Denver, EE. UU. — En una localidad montañesa en Colorado, Christine Collins departía con amigos cuando se inyectó heroína negra en un acogedor sótano días después de su 30mo cumpleaños.
Sin embargo, Collins sufrió una sobredosis cuando se encontraba sentada detrás de un cartel que decía “Feliz Cumpleaños” y tenía corazones de colores contrastantes.
La mujer se despertó en el piso entre los gritos de sus amigos que intentaban administrarle naloxona para revertirle la sobredosis, lo que la salvó del borde de la muerte. Hoy de 33 años y ya superada su adicción a la heroína, Collins ha visto a docenas de amigos despertar de las sobredosis, y ha conocido docenas de casos más en los que murieron. “Ya no hago más amigos porque no quiero ver morir a nadie más”, afirmó. Estas escenas de terror van en aumento, desde las calles cubiertas de nieve de Denver hasta las zonas rurales de Virginia Occidental, y unas 100.000 personas murieron de sobredosis en 2021, según las cifras más recientes de las autoridades de Salud. La cifra equivale a alrededor de una muerte por sobredosis cada cinco minutos. Debido al creciente número de fallecimientos, los legisladores de Colorado, Nuevo México y Nevada considerar sumarse a Nueva York y Rhode Island para permitir lo que a menudo son descritos como “sitios seguros para inyectarse”. En estos lugares, también llamados “centros para prevenir las sobredosis”, la gente puede consumir drogas bajo la supervisión de personal capacitado que podría revertir una crisis si fuera necesario. Legisladores demócratas de Colorado impulsaron la controvertida medida el miércoles ante una comisión. Aunque los demócratas controlan la legislatura estatal, la iniciativa enfrenta pocas probabilidades de avanzar debido a las fuertes opiniones en contra de parte de la policía y los republicanos, y las persistentes dudas en cuanto a si los sitios son siquiera legales en Estados Unidos. La idea de permitir el consumo de drogas como heroína y metanfetamina en esos lugares, un cambio diametralmente opuesto frente al combate librado durante años a las drogas, ha causado fuertes críticas. “Prácticamente se está enviando el mensaje de que ‘oigan, está bien hacer esto’”, dijo el representante de Colorado, el expolicía republicano Gabe Evans. Eso no sólo pone en peligro la salud de los consumidores de drogas, arguyó Evans, sino que alienta a los vendedores e invita al delito que amenaza a los residentes de las cercanías. Sin embargo, los proponentes aseguran que se trata de un primer paso indispensable para enfrentar el consumo de drogas cuando muchos repiten el argumento único de la abstención. “No se puede ir a tratamiento si se está muerto”, dijo el doctor Joshua Barocas, profesor adjunto en la Universidad de Colorado que estudia trastornos por consumo de sustancias. “Toda la información sugiere que las personas van a consumir drogas pese a todo… Todo lo que estamos intentando hace es revertir el daño que pudiera presentarse con lo que esa gente está haciendo”. Mientras la tendencia aumenta a nivel internacional con la apertura de centros en Canadá, Australia y Europa, en Estados Unidos persisten las dudas en cuanto a si el Departamento de Justicia permitirá los programas de ese tipo en medio de las críticas de que esos sitios simplemente permiten el consumo de drogas ilegales y atraen el delito en forma suplementaria. El año pasado, el Departamento de Justicia dijo a The Assocaited Press que estaba “evaluando” esas instalaciones y conversando con las autoridades reguladoras sobre las “salvaguardas adecuadas”. El departamento no respondió de momento a las solicitudes de información actualizada que solicitó la AP esta semana.
La apertura para evaluar los sitios marca un cambio en la postura del Departamento de Justicia durante la presidencia de Donald Trump, cuando el departamento se opuso a una propeusta de ese tipo en Pensilvania con el argumento de que violaba una ley de la década de 1980 que prohibía habilitar un lugar para consumir drogas ilegales.