La noticia del fallecimiento repentino de Armando “Polón” Vásquez ha conmocionado a la comunidad hispana y afrolatina de Filadelfia y al gremio periodístico de la ciudad. Polón era un periodista “todo terreno”, y sus crónicas y fotorreportajes lo habían hecho ampliamente conocido y apreciado en los ambientes hispanos locales. Graduado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Polón llegó a recibir el galardón del Colegio Dominicano de Periodistas por su destacado trabajo periodístico.
Desde el fin de semana sus amigos más cercanos habían empezado a extrañar los frecuentes mensajes con los que se comunicaba por las redes; y su silencio, que al inicio despertó solo un poco de curiosidad y asombro, se convirtió en perplejidad y dolor este miércoles, cuando tras el llamado de los vecinos, los bomberos irrumpieron en su vivienda, para encontrarlo sin vida y con señales de haber fallecido por lo menos cuatro o cinco días atrás.
Entregó a Filadelfia y su comunidad latina los mejores años de su vida, cosechó alegrías, pero también sinsabores, de una comunidad que lo acogió y le dio abrigo, aunque tal vez nunca lo entendió totalmente. Solo dejó amigos por donde pasó. Su andar cansino y sosegado, y su talante caribe lo hicieron siempre presa fácil de la simpatía y el cariño de todos.
Durante años, Polón se convirtió en muchos círculos en la cara del periódico Impacto. Especialmente en la comunidad dominicana, que hizo de Impacto su favorito de la mano de Polón. Este hijo de Villa La Mata, de origen humilde y corazón gigante, llegó a conquistar las mieles del periodismo escrito, donde por muchos años cabalgó las páginas locales, cuál Quijote, o tal vez Sancho Panza, con su pluma por lanza y su ingenio y humor dominicano por escudo.
El cariño que Polón se granjeaba fácilmente no era gratuito. Con su discurso simple y su sonrisa fácil ayudó a muchos dominicanos de la diáspora y a hispanos de otros orígenes a navegar la ciudad de Filadelfia durante su tiempo de adaptación y reconocimiento del área. Con sus limitados recursos, pero sobre todo con su red de amigos y su don de gentes ayudó a muchos y a muchas a irse abriendo un espacio laboral, comercial, educativo o artístico en los lugares comunes de la ciudad.
Hoy este periódico le rinde un homenaje póstumo inesperado a este arquetipo de la latinidad local, que con su partida prematura viste de un luto triste a esta comunidad filadelfiana, y deja un vacío en los corazones de quienes le conocimos, y que sentimos que pudimos haberle compartido más, apoyado más, acompañado más en su otoño humano y profesional. Dejas un legado para recordar por mucho tiempo, hermano y amigo. Descansa en Paz Polón Vásquez.