Un hermano que viajó más de 1.600 kilómetros (1.000 millas) para enfrentarse al asesino de su hermana. Un tío de un huérfano de 4 años cuyos padres murieron cuando protegían al niño de la lluvia de balas. Una mujer cuyo esposo fue baleado a su lado ante la mirada de su nieta de 9 años.
Casi cuatro años después que un hombre blanco armado matara a 23 personas en una tienda de la cadena Walmart en El Paso en un ataque racista dirigido a compradores hispanos, los familiares de las víctimas están llenando una sala de audiencias cerca de la frontera entre Estados Unidos y México esta semana para ver a Patrick Crusius ser castigado por uno de los peores tiroteos a mansalva de la nación.
La fase de sentencia, que continuó el jueves, es la primera oportunidad que tienen las familias de hablar con Crusius cara a cara desde el tiroteo del 3 de agosto de 2019.
Se espera que Crusius, de 24 años, reciba múltiples cadenas perpetuas en una prisión federal luego de declararse culpable de 90 cargos de asesinato, armas y delitos de odio en febrero. Podría recibir además la pena de muerte por cargos separados en un tribunal estatal.
Esto es algo de lo que las familias le dijeron a Crusius y lo que otros quieren de la sentencia:
PERDÓN Y FRACASO
Miembros de la familia dan crédito a Jordan y Andre Anchondo por proteger a Paul, su hijo de 2 meses, durante el ataque, en el que ambos murieron.
Tito Anchondo, el hermano de Andre, dijo que perdonará a Crusius pero también quiere explicarle cómo falló.
Menos de media hora antes del ataque, Crusius publicó una diatriba en línea sobre una supuesta “invasión” de Texas por parte de hispanos y advirtió que se harán cargo del gobierno y la economía.
“Se dispuso a lastimar a la gente porque dijo que los hispanos se estaban haciendo cargo. Sólo quiero que sepa que sus esfuerzos fueron en vano”, dijo Anchondo. “Sí, perdimos a mucha gente… Quienes aún estamos aquí seguimos adelante”.
Su sobrino cumplió 4 años en mayo. Anchondo dijo que el niño ha comenzado a comprender la pérdida de sus padres y lidia con eso en ocasiones especiales, como el Día del Padre, y al ver los retratos familiares.
Paul Jamrowski, el padre de Jordan, dijo que fue insoportable sentarse en la misma sala del tribunal que Crusius el miércoles. Agregó que perdona a Crusius y que no está seguro de que se llegue a hacer justicia.
“Estas vidas nunca volverán, entonces, ¿Cómo es eso justicia?” Jamrowski dijo. “¿Y quién puede decir qué es la justicia? Lo que hacemos es tratar de lidiar con eso como lo ha hecho cualquier otra familia, que es continuar con su vida”.
«NO NOS NOQUEARON»
Dean Reckard afirma que no tiene nada que decirle al hombre que mató a su hermana menor, Margie Reckard.
Pero aún así, él y su esposa viajaron desde Omaha, Nebraska, para escuchar lo que otras familias le dicen al agresor. La imagen de Crusius siendo conducido a la sala del tribunal el miércoles provocó a Reckard conmoción y causó que rompiera en llanto.
Hilda Reckard, la esposa de Dean, indicó que estaban allí para “hacer frente al odio”.
“Simplemente creo que venir aquí es para tomar una postura”, dijo. “Nos derribaste, no nos noqueaste”.
LLEVAN FOTOGRAFÍAS
Thomas Hoffmann mostró fotografías en la sala del tribunal de su padre, Alexander Hoffmann, un ingeniero alemán que crio una familia muy unida en la vecina Ciudad Juárez, México. Alexander, de 66 años, había cruzado la frontera en un viaje de compras de rutina el día del tiroteo.
Hoffman dijo que esperaba que Crusius perdiera el sueño por sus acciones e insistió en que confrontara las imágenes de su padre.
“Él siempre nos enseñó que no importa el color de tu piel porque todos somos hijos de Dios”, sostuvo. Llamó a Crusius “un parásito malvado que no es nada sin un arma”.
Elise Hoffmann-Taus, hija de Alexander, instó a la corte: “Por favor, no sean indulgentes con Patrick Wood Crusius”.
“EL MAL EXISTE MÁS ALLÁ DE LOS LIBROS DE CUENTOS”
Entre los primeros en dirigirse a Crusius estuvo la familia de David Johnson, incluyendo su viuda, su hija mayor y una nieta que fue testigo del ataque.
Todos hablaron sobre el trauma diario por la muerte de un abuelo cariñoso al que le gustaba jugar con sus nietos, cocinar y ver las carreras de NASCAR.
“Él siempre fue mi roca y mi fuerza, y tú me lo quitaste”, le dijo a Crusius Stephanie Meléndez, la hija de Johnson. “Robaste la seguridad de mi hija y cambiaste mi vida para siempre… Le mostraste que el mal existe más allá de los libros de cuentos”.