¡Hagan ruido! Asesinato y película impulsan a italianas a exigir fin de violencia contra las mujeres
Italia está conmovida por el feminicidio número 105 en lo que va del año. Giulia Cecchettin era una brillante creativa y alegre estudiante universitaria, que murió a manos feroces de su exnovio resentido y celoso, Filippo Turetta.
Apenas unos días antes del asesinato, los italianos aplaudían una película de gran éxito en taquilla sobre una mujer que soporta palizas y menosprecio por parte de su esposo autoritario. La película está ambientada en 1946, 24 años antes de que el divorcio se legalizara en Italia y en vísperas de la primera vez que a las mujeres italianas se les permitió votar. La exploración que hace la película del papel asfixiante del patriarcado en la sociedad italiana resuena dolorosamente hoy en día.
El momento es una notable confluencia entre la realidad y la ficción, que impulsa demandas en toda Italia para proteger a las mujeres y erradicar la mentalidad patriarcal entretejida en la sociedad.
La televisión estatal italiana RAI informó que en los días transcurridos desde que hallaron el cuerpo de la joven de 22 años, las llamadas a una línea directa nacional para mujeres que temen por su seguridad a manos de hombres, han aumentado de unas 200 a 400 por día, incluidas las de familiares de mujeres jóvenes.
“Las mujeres tienen miedo”, dijo Oria Gargano, quien dirige Be Free (Sé Libre), una cooperativa social que lucha contra la violencia, el tráfico sexual y la discriminación.
En las notas escritas a mano entre las flores, velas y ramos colocados frente a la casa de la familia Cecchettin, había una que decía: “Perdónanos por no haber hecho lo suficiente para cambiar esta cultura”.
EN LATINOAMÉRICA SE COMETIERON AL MENOS 4.000 FEMINICIDIOS EN UN AÑO
Hay más conciencia social, más leyes, más estadísticas y una respuesta estatal más presente, pero aun así la violencia feminicida se mantiene en la región. Por eso también hay más gritos que exigen que se detenga.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) diagnosticó en su último reporte la persistencia del problema en 26 países y territorios: una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas.
En 2022, las víctimas latinoamericanas de feminicidios sumaron 4.050, según las cifras entregadas por los Estados, publicadas esta semana con ocasión de la conmemoración el pasado 25 de noviembre del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Pero los colectivos aseguran que esta lacra es mayor de lo que evidencian los datos oficiales.
“Por el derecho a vivir de todas las mujeres», gritaban el pasado sábado un grupo de mujeres brasileñas en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.
“¡Basta!”, exigían con los nombres de algunas de las víctimas a sus pies acompañadas de zapatos sin dueña.
Estos asesinatos son, en palabras de la Cepal, “la expresión extrema de la desigualdad, la discriminación y las múltiples formas de violencia contra las mujeres y las niñas”.
De ahí que, como cada 25 de noviembre, las voces crispadas se multipliquen y se convocaran marchas y manifestaciones de uno a otro extremo del continente.
A más de 8.000 kilómetros de las playas de Río de Janeiro, en Ciudad de México, las protestas iniciaron el viernes por la noche con la plaza principal de la capital del país transformada en un ‘cementerio’ de mujeres.
Colectivos feministas cubrieron parte del Zócalo, frente a la sede presidencial, de cartones rosas que simulaban lápidas. Donde debía leerse el nombre de la difunta aparecía la palabra “feminicidio”. El singular panteón, decorado con veladoras y carteles en recuerdo de las mujeres asesinadas en el país, lanzaba una exigencia silenciosa de justicia.
En otro acto reivindicativo, en el campus central de la Universidad Nacional Autónoma de México decenas de personas “intervinieron” siluetas violetas de mujeres con el puño en alto recortadas en madera en las que escribieron lemas o donde colocaron fotografías de las mujeres ausentes.
Según las estadísticas que maneja la Cepal a partir de encuestas en 10 países de la región, alrededor de 2 de cada 3 mujeres son víctimas de violencia por razón de género en distintos ámbitos. Además, 1 de cada 3 vive o vivió agresiones físicas y/o sexuales por su pareja o expareja, “lo que conlleva el riesgo de la violencia letal, según la OMS (Organización Mundial de la Salud)”.
El organismo regional concluye, por tanto, que la amenaza recae sobre 88 millones de mujeres mayores de 15 años de América Latina y el Caribe. En el caso de las de más de 65 años, la violencia está “comúnmente normalizada e invisibilizada”.
Pero va más allá; el último reporte deja en evidencia que un 4% del total de víctimas son niñas menores de 15 años. Y, según Cepal, hay casos de matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados en 1 de cada 5 niñas. “Son una práctica nociva”, califica el documento, pero aún “persistente y extendida en la región”.
Además, más de 400 menores perdieron a su madre o cuidadora por feminicidio en 2022.
José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo del organismo regional, señaló en el comunicado que “la violencia feminicida se puede prevenir con respuestas estatales integrales y contundentes», pero que también «se necesitan con urgencia transformaciones profundas para garantizar que las mujeres y las niñas de nuestra región puedan vivir vidas libres de violencia”.
Ante esta radiografía violenta, la Cepal recuerda que los Estados también pueden ser responsables de actos privados si no adoptan medidas para frenar y castigar los asesinatos y agresiones contra mujeres, según estableció el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer en 2010.
En contraste, sólo 3 de 19 países reportan datos de fuentes oficiales sobre denuncias de violencia o medidas cautelares que permitan evaluar la eficacia de la política pública y de las instituciones; y solo en siete países hay regulación para atender e indemnizar desde el Estado a los hijos de las mujeres víctimas de feminicidio.
Biden: «Poner fin a la violencia contra las mujeres ha sido la causa de mi vida»
Biden dijo que «poner fin a la violencia contra las mujeres» es la causa de su vida y que el eje de su Administración «ha sido implacable» en la lucha contra la violencia de género en todo el mundo.
Biden destacó algunos de los logros de su Gobierno en esta materia, como el Plan Nacional para Poner Fin a la Violencia de Género, lanzado en mayo pasado, en el que se promueve la prevención de los abusos y se dota a los sobrevivientes con los recursos que merecen, desde el acceso a la atención médica física y mental hasta la seguridad económica.
El mandatario calificó de «abominable abuso de los derechos humanos» la violencia que hoy en día siguen sufriendo miles de mujeres y niñas alrededor del mundo.
Recordó que, según estimaciones, una de cada tres mujeres en todo el mundo sufrirá algún episodio de violencia física, violación o acaso en algún momento de su vida. «Es una barbaridad», denunció.
Una violencia que, en palabras de Biden, «afecta de manera desproporcionada» y «con demasiada frecuencia» a las mujeres y niñas de comunidades históricamente marginadas, incluidas las personas de color, las personas con discapacidades y aquellas que se identifican como LGBTQI+.
Por todo ello, en julio pasado, Biden firmó una orden ejecutiva que «transforma fundamentalmente la forma en que el Ejército maneja los casos de agresión sexual y violencia doméstica».
En esta jornada en la que se organizan diferentes campañas para poner en evidencia la violencia que siguen sufriendo las mujeres y niñas, Biden reconoció que, «pese a todos nuestros avances», este tipo de violencia «sigue causando mucho dolor e injusticia a demasiadas personas».
Denunció también que es, particularmente en zonas de conflicto bélico, donde innumerables mujeres y niñas sufren a manos de «perpetradores que comenten violencia de género y utilizan la violación como arma de guerra».
«Sabemos que nuestro trabajo está lejos de terminar. Y sabemos lo que está en juego: cuando y dondequiera que las mujeres y las niñas estén amenazadas, también lo estarán la paz y la estabilidad», aseveró el mandatario.