cruz
(Foto: Ilustrativa/Pexels)

Jeremías 29:11 “pues yo se los planes que tengo para con ustedes -dice el Señor- son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.”

El Milliarum Aureum o Milario de oro era un monumento de bronce erguido por el Emperador César Augusto, cerca del templo de saturno. Se consideraba que todos los caminos comenzaban en este monumento y todas las distancias del Imperio Romano se medían con relación a ese punto.

De aquí la frase “Todos los caminos conducen a Roma” Es algo muy parecido al “Kilómetro Cero” de Madrid, el cual es muy visitado por los turistas ya que de ese mismo punto comienzan a medirse todas las distancias en Madrid, España. 

Es alentador conocer tu punto de comienzo con el entendimiento que no importa donde estés, si pierdes tu dirección, tu sentido de locación, simplemente debes regresarte porque volverás a ese lugar donde todo comenzó, ese lugar donde emprendiste tu viaje, tu punto de partida.

Nosotros los seres humanos, seres tripartitos, con el regalo del razonamiento, en ocasiones perdemos nuestro norte y en ocasiones entramos en crisis existenciales donde comenzamos a cuestionarnos, ¿qué es lo que hacemos en este planeta tierra? ¿cuál es nuestro propósito, cuál debe de ser nuestro aporte en el mismo? si es que lo hay; entre tantas preguntas más.

Resulta que para la creación más preciada de nuestro Dios Padre y Creador también hay un milario de oro más preciado que cualquier monumento hecho por manos de hombre. Para ti y para mi hay un “kilómetro cero”

Cuando tú y yo perdemos nuestro norte, el sentido de propósito y dirección, tenemos que regresar a la cruz de Cristo, tenemos que volver al lugar donde todo comenzó.

No es opcional regresar a la cruz todas las veces que sea necesario. No es opcional rendirse a los pies de quien nos amó tanto que entregó su vida por ti, no es una opción volver a llorar a sus pies dejando toda carga, todo desespero, todo agobio, simplemente no es una opción si quieres vivir una vida plena, llena de paz y felicidad, así como nuestro Dios y Padre siempre ha querido para nosotros.

Nunca olvidemos que la cruz es el símbolo de esa magnifica expresión de amor, es ese lugar donde podemos llegar como somos, porque el que murió en esa cruz, ya tomo todas nuestras cargas y nuestros pecados, entregándonos a cambio una vida nueva.

Esa Cruz que se levantó en el Gólgota miles de años atrás, y esa sangre que se vertió para perdón de pecados, hoy sigue impartiendo vida y perdón para todo aquel que quiera dejarlo todo, y comenzar de nuevo.

Te invito a que regreses a ese lugar donde todo comenzó, donde se ofreció perdón y amor puro, sincero y real. Regresa a los pies de Cristo. Sus brazos aún están extendidos, su gracia sigue activa, su misericordia es nueva cada mañana, y su amor es infinito, es inagotable y no hay nada tan sucio que él no pueda limpiar.

Si deseas regresar a la cruz y no sabes cómo, repite la siguiente frase: “Padre reconozco que he perdido mi norte, que me aparté del camino que tu trazaste para mí, toma mi mano y no me sueltes, toma mi mano y encamíname en tu verdad. Amén”

Ivelisse Vazquez Associate Project Director at Esperanza Faith and Capacity Initiative, ivazquez-figueroa@esperaza.us. 267-255-5987

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