En la pasada columna les conté sobre mi experiencia con latinos en Inglaterra, y en esta ocasión los llevo a la ciudad eterna. Roma es conocida por su rica historia y cultura diversa. Donde quiera que mires, hay una era de la historia representada.
Hay alrededor de 280.000 inmigrantes en Italia, y la mayoría provienen de países como Egipto, Túnez y Marruecos, pero Roma también alberga una importante población latina.
Los latinos contribuyen a la vibrante cultura de Roma con su deliciosa cocina, hermoso arte y alegres festivales. Son una parte importante de la experiencia romana. Sin embargo, la experiencia latina en Roma no es diferente a su experiencia en los Estados Unidos, en el sentido de que en ambos lugares existen problemas de documentación, barreras idiomáticas y discriminación.
Mientras recorría Roma, conocí a María Barrero, una mujer de Nicaragua. Durante nuestra espontánea conversación en un café, María me preguntó de dónde era y le dije que nací en Cuba y que había vivido en Estados Unidos desde los 4 años. Empezamos a hablar de la angustia que implica tener que salir de tu país. Me contó cómo ella y su esposo, Pablo, abandonaron Nicaragua debido al crimen y la agitación en el país. Primero se fueron a Estados Unidos y vivieron allí durante varios años; su hija Sara es ciudadana estadounidense. La familia vivió en Texas durante varios años hasta que los funcionarios de inmigración los arrestaron y los deportaron a ella y a su esposo de regreso a Nicaragua. Sara se quedó con familiares en Estados Unidos.
Una vez que regresaron a Nicaragua, comenzaron a planificar otra ruta para salir del país. María y su marido tienen amigos en Roma que tienen un negocio de limpieza y los invitaron a solicitar una visa para viajar a Italia. Sus amigos les ofrecieron a ella y a su marido trabajo y un lugar donde quedarse hasta que establecieran su propio hogar. Aunque estaba feliz por la posibilidad de dejar atrás las dificultades de vivir en Nicaragua, lamentó tener que dejar su hogar y a sus familiares cercanos. Extrañaba especialmente a su hija en Estados Unidos.
Desde hace 7 años María y su esposo trabajan en el negocio de limpieza y viven en una sección latina de la ciudad. Su familia, dijo, ha quedado destrozada por la situación en su país natal y su vida en Italia no ha sido fácil. Su visa expiró y ahora ella y su esposo están nuevamente indocumentados. Trabajan en el negocio de la limpieza con sus amigos y se están haciendo una vida humilde. María explica que hay discriminación hacia algunos latinos.
En ese momento su hija estaba de visita en Roma. María lloró cuando me dijo que su hija estaba a punto de salir de Italia y regresar a su vida en Estados Unidos. Ella espera que algún día todos se reúnan. Mientras tanto, continúa su vida en Roma, aprendiendo un nuevo idioma y acostumbrándose a una nueva vida. María está decidida a sacar lo mejor de su situación y crear un futuro para su familia. A pesar de los desafíos que enfrenta, sigue siendo positiva y enfocada en un mejor futuro.