Nos encontramos en un mar de desinformación, mensajes contradictorios y muchas teorías sin validez científica sobre el COVID-19. En los Estados Unidos, no tenemos un plan estratégico de comunicación que permita una narrativa responsable a nivel nacional, ante la complejidad de la pandemia. Sin un liderazgo gubernamental que establezca, y refuerce pólizas de compromiso mutuo, el colapso es inevitable.
La ambigüedad de la desinformación
Los científicos que asesoran el grupo de trabajo sobre el COVID-19 en la Casa Blanca están pidiendo, con urgencia, que cada ciudadano sea un agente activo y responsable, en nuestras comunidades para salvaguardar la vida de todos. El uso de tapabocas es primordial como instrumento de prevención para mitigar este virus maligno que no reconoce ni edad ni fronteras. Muy a menudo, los líderes expresan mensajes contradictorios creando ambientes de falsas expectativas de comportamiento en la población. ¿A qué estamos jugando: ¿A vivir o morir?
Las estadísticas y su interpretación
Cuando la desinformación es transmitida y usada, en las altas esferas del gobierno, como una pieza de ajedrez para originar un debate político, denigra la gravedad de la emergencia de salubridad en la cual nos encontramos. Esa insensibilidad al dolor de los familiares que han perdido a un ser querido o amigo, y que solo han recibido las cenizas al final de esa batalla contra el COVID-19, es un precio muy alto para pagar. Los números no engañan: ¡Tenemos más de 172,000 muertos!
Sin estrategia de comunicación
Como una pieza de dominó, la desinformación, y su propagación, está ocasionando una inmunización colectiva a la gravedad de esta pandemia. Sin un liderazgo que conlleve un mensaje firme de concientización y de participación, para combatir el COVID-19, el fracaso está a la vuelta de la esquina divisando la suma diaria de más muertes por la pandemia.
¿Hechos u opiniones?
La UNESCO en su sección Coalición Mundial para la Educación presenta gráficos que nos ayudan a distinguir estos dos conceptos. Por un lado, los hechos son informaciones objetivas que usan un lenguaje de referencia sobre estudios, datos oficiales, reportajes sobre expertos explicando el desarrollo e impacto de un suceso. Las opiniones, por el contrario, son argumentos subjetivos de interpretación o perspectiva de una persona u organización. ¡Es imperativo aprender a diferenciar estos dos conceptos para evitar ambigüedades informativas!
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