Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses desde 1917 mediante la aprobación del Congreso de la Ley Jones. Para Mariangeli Alicea Sáez, oriunda de Humacao, que emigró a Pensilvania hace más de 20 años, “no es hasta que llegas aquí que te das cuenta de que esa ciudadanía es bastante limitada”.
Al principio vivió en un suburbio que para ella fue una experiencia solitaria. Cuando caminaba por su vecindario le preguntaban con frecuencia de dónde era y los comentarios usuales eran que no parecía puertorriqueña, ni hablaba ni se vestía como tal. “Y te empiezas a dar cuenta de que hay esta perspectiva y esta narrativa muy errónea de Puerto Rico”.
Mariangeli empezó a preguntar a esas personas si sabían dónde estaba Puerto Rico y muchos ni siquiera sabían la ubicación geográfica del archipiélago conformado por la isla grande, Vieques y Culebras.
Junto con su esposo, el chef Dionicio Jiménez, la copropietaria del restaurante “Cantina La Martina”, inauguró en junio el espacio al que llamó “La Placita”, en Frankford Avenue 2217 en el vecindario Fishtown.
La Corporación de Desarrollo Comunitario del Nuevo Kensington (NKCDC en inglés) y la comunidad de Fishtown la seleccionaron para que hiciera una propuesta de cómo ocupar ese terreno, un sitio histórico donde se encuentra un tranvía.
En conversación con la emprendedora conocimos que este lugar nace de una inquietud que ha ido acumulando desde hace 20 años, y la necesidad de educar a la gente sobre Puerto Rico, sobre su sistema social, económico, político, el porqué de haber emigrado como puertorriqueños, y cuál es el trabajo que han realizado como comunidad latina hace más de 200 años.
“Los puertorriqueños nos hemos quedado callados y yo creo que es bien importante el espacio de ‘La Placita’ para poder compartir la riqueza de nuestra cultura y nuestra historia y esa resistencia que todavía estamos viviendo porque seguimos siendo una colonia. No hay mejor manera de hablar de esos temas que son controversiales que con nuestra comida, nuestra música, nuestro baile, nuestra sonrisa, quizá como lo hemos hecho por muchos años”, plantea.
En su parecer, este espacio cultural es relevante también porque hay una separación del puertorriqueño que nace fuera del archipiélago y el que vive en Puerto Rico, “y si analizas eso en tu vida cotidiana, te das cuenta de que esa es una estrategia sistemática y es bien importante para nosotros poder unirnos como comunidad, porque somos puertorriqueños, aunque hayamos nacido en la luna, como dijo Roy Brown en su lírica”.
Hace un año y medio Mariangeli llegó a colaborar con el chef Dionicio Jiménez en “Cantina La Martina”. Se percató de que muchos puertorriqueños inmigraron a Kensington por la situación del huracán “María” y los temblores en el área oeste de Puerto Rico.
Ver en la condición que están viviendo “hizo que renaciera ese deseo de decir, tengo que hablar de esto, tengo que crear algo para tener un espacio donde podamos hablar de estos temas”.
Ha creado relaciones sólidas en la comunidad de ese vecindario con organizaciones sin fines de lucro con las cuales trabaja día a día para llevar paz y esperanza a esa comunidad.
Al realizar la propuesta de “La Placita” leyó la historia del vecindario Fishtown y notó que incluye el desplazamiento de mucha gente puertorriqueña que cuidó por muchos años las parcelas de esa comunidad, en específico “cuando la ciudad de Filadelfia no quería meterle mano por el tema de la drogadicción, del abandono existente y muchas personas puertorriqueñas llegaron y cuidaron de sus lotecitos y de sus finquitas”.
En junio comenzaron el proyecto de “La Placita” y abrieron el espacio al público ese mes.
El 7 de julio Mariangeli presentó a “Bomberos de la Calle” quienes dieron un taller educativo sobre la plena y la bomba e invitaron al público a tocar los panderos y a bailar danzas afroboricuas.
Respecto al futuro programa cultural, informó que está trabajando con el Taller Puertorriqueño, que es una de las agencias más antiguas, una organización comunitaria muy fuerte, “un ancla, diría yo, para la comunidad puertorriqueña, y he tenido conversaciones con el personal para ver de qué manera podemos traer un poco de los talleres y de la programación que tienen”.
El interés de “La Placita” es de educar también al anglosajón, al no puertorriqueño, “para que cuando nos vean que hablamos fuerte puedan entender nuestra cultura y conocer nuestra historia”.
Además, ha estado hablando con personal de Esperanza Arts Center, una organización líder en cuanto a cultura puertorriqueña, y con Marangeli Mejía Rabell, cofundadora de Afrotaino.
Mariangeli ha conversado con varios activistas y uno de los temas más cercanos a su corazón es Vieques. “Mi madre es viequense y sé lo que ocurrió durante y después de la salida de la marina de esa isla hace más de 15 años, y todavía siguen las secuelas de trauma, cáncer, estrago de las tierras y la economía”.
Tiene un grupo de mentores puertorriqueños que ya han pavimentado la avenida “para poder hacer de este un espacio que realmente sea educativo y sanador. Yo creo que nuestra gente puertorriqueña necesita sanar muchas cosas que vienen en nuestro linaje por muchos años”, finaliza diciendo está comprometida promotora cultural de impacto.