Nadal
Rafa Nadal celebra sus victorias en Roland Garros. (Foto: EFE/Staff)

Luis Miguel Pascual

París fue el principio y el fin de la leyenda, el lugar de sus máximas glorias, Roland Garros fue el fortín que forjó su mito, el que más le ayudó a conseguir un palmarés de antología y le convirtió en el rey de la tierra.

La pista Philippe Chatrier quedará para siempre grabada en su piel desde que sorprendió al mundo en 2005 cuando irrumpió con 18 años para poner patas arriba el circuito profesional y, tras celebrar los 19 en la capital francesa, poner el primer ladrillo de su gloria.

Allí levantó 17 años más tarde su último Grand Slam, el número 22, dejando una muestra más de su inoxidable voluntad para elevarse por encima de las adversidades, las mismas que le lastraron a lo largo de su carrera y que ahora, con 38 años, marcan el fin de su epopeya.

Entre el irreverente adolescente que irrumpió en 2005 con una cinta en el pelo, su media melena, su camiseta sin mangas y el pantalón pirata y el respetable padre de familia que ahora pasea su doctrina por París han pasado 14 títulos, solo cuatro derrotas, 116 partidos, muchos silbidos del público, muchos más aplausos y una estatua que marcará, para siempre, una historia irrepetible.

Nadal tiene en París todos los récords. Nadie ha dominado con mano de hierro ningún torneo como Nadal lo hizo en París, donde ganó el 96,5 % de los partidos disputados.

Nadal deja el tenis tras haber ganado 112 partidos en Roland Garros, torneo en el que solo tres tenistas han conseguido doblegarle, Robin Soderling (2009), Novak Djokovic (2015 y 2021) y Alexander Zverev (2024).

Contra el alemán cayó el pasado 27 de mayo en el que será su último partido en el torneo de su gloria, pero no el último en la pista central de París, a la que regresó unos meses más tarde para buscar su tercer oro olímpico en los Juegos de París.

Ahí sufrió otra derrota contra Djokovic en segunda ronda el 29 de julio pasado, en el que quedará para siempre como su último partido individual sobre la tierra batida de París, dos días antes de caer en cuartos de final del dobles junto a Carlos Alcaraz en una prórroga de la historia de amor más longeva del tenis.

Tras cada uno de esos tropiezos, Nadal se negó a decir adiós, prolongando la esperanza de volver a verle una vez más ante un público que le convirtió en ídolo, como si se negara a cerrar el idilio.

El balear pospuso el homenaje que a organizadores ya aficionados les quemaba en las manos y que ahora podrá recibir ya sin la presión del resultado.

El tenista de todos los récords

¿Cómo despedirse de un templo en el que se ha puesto el nivel tan alto? Su dominio en París fue una apisonadora que amedrentó a los rivales, desde los más modestos a los más consagrados. Allí achicó al suizo Roger Federer y durante años mantuvo a raya Djokovic.

Nadal ganó 90 partidos sin conceder un set, se impuso en cuatro ediciones (2008, 2010, 2017 y 2020) sin dejar escapar una manga, algo que tampoco hizo en siete finales.

De los 75 rivales con los que se ha cruzado, solo 17 pueden presumir e haberle ganado un set sobre la tierra batida francesa y solo tres, John Isner en 2011, Djokovic en las semifinales de 2013 y Félix Auger-Aliassime en octavos de 2022, le llevaron hasta el quinto set, sin que ninguno pudiera celebrarlo.

Djokovic es el rival contra el que se ha medido en más ocasioines, 8, seguido de Federer, seis, y el austríaco Dominic Thiem, 4.

Con 39 victorias consecutivas, logradas entre su derrota contra Soderling en 2009 y la que le propinó Djokovic en 2015, suma también la mejor serie del torneo, que nadie antes había encadenado en cinco ediciones.

La frialdad de las cifras no oculta la calidez de una relación con la grada que se ha fraguado a fuego lento, distante en los primeros años para acabar siendo de adoración mutua.

París le recibió con desconfianza y le despidió con un clamor inusual, le erigió una estatua, le regaló un momento estelar en la ceremonia de inauguración de sus Juegos y a buen seguro le preparará un homenaje a la altura de su gesta.

Homenaje de Roland Garros

«Catorce gracias por los millones de recuerdos», escribió el torneo en sus redes sociales, donde colgó un vídeo de la celebración e sus triunfos en la capital francesa.

Allí aparece su irrupción aquel 25 de mayo de 2005 en la Pista 1, actualmente desaparecida, contra el alemán Lars Burgsmüller, sus cuatro primeras Copas de los Mosqueteros, que le colocaron a la altura de Bjorn Borg, una racha que truncó Soderling tras 31 victorias consecutivas.

Su regreso en 2010 le permitió vengarse del sueco, al que derrotó en la final, para iniciar otra racha de cinco triunfos más, que le convirtieron ya en el jugador que más veces ganaba el mismo Grand Slam.

Así frenó el acecho del serbio Novak Djokovic, en la que ha sido la rivalidad más grande de la historia del tenis. Pero el de Belgrado tuvo que esperar a 2015 para destronar a su oponente.

El día de su 29 cumpleaños, en cuartos de final, físicamente asolado por las lesiones, sufrió su segunda derrota, la primera en tres sets, un resultado que no sorprendió tanto por el nivel que mostraba Djokovic y por lo irregular de sus actuaciones aquel año.

Al siguiente, cuando iba a afrontar su partido de tercera ronda frente a su compatriota Marcel Granollers, anunció un problema en una mano que le hizo retirarse. Los augurios apuntaban ya al final de su hegemonía.

Pero en 2017 regresó con más fuerza, volvió a ganar sin perder un set y abrió otra racha victoriosa que le granjeó otros cuatro trofeos que, sumados a los ganados en otros Grand Slam, le permitió superar a Roger Federer.

La tercera derrota llegó el 12 de junio de 2021, el mismo año en el que el torneo levantó una estatua a la mayor gloria de Nadal. Fue al término de un partido estratosférico contra Djokovic, que en semifinales consiguió, al fin, superar al español en plenitud de facultades, por 3-6, 6-3, 7-6(4) y 6-2.

De nuevo auguraron su fin y, de nuevo, Nadal acudió un año más para desdecir los pronósticos, pocos días después de abandonar Roma cojeando, con un pie anestesiado, apelando a toda la épica de su mito, sumó en 2022 el decimocuarto cetro, el más improbable de todos.

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