El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, anunció el martes a su elegido para dirigir el Departamento de Defensa, el general retirado Lloyd Austin, quien de ser confirmado por el Senado se convertiría en el primer afrodescendiente al frente del Pentágono, con lo que poco a poco va cerrando los puestos claves de su futuro Gabinete.
«El general Austin comparte mi profunda creencia de que nuestra nación es más fuerte cuando nos guiamos no solo por el ejemplo de nuestro poder, sino por el poder de nuestro ejemplo», afirmó Biden en la nota.
A este general retirado de cuatro estrellas le avala, entre otros, haber sido jefe del Comando Central encargado de las operaciones en Irak, Afganistán, el Yemen y Siria, la mayoría de los países en los que EE.UU. está o ha estado en guerra.
«EXCEPCIONALMENTE CALIFICADO», SEGÚN BIDEN
«Está excepcionalmente calificado para asumir los desafíos y las crisis que enfrentamos en el momento actual –subrayó Biden-, y espero trabajar una vez más en estrecha colaboración con él, como un colaborador de confianza para liderar a nuestros militares con dignidad y determinación, revitalizar nuestras alianzas frente a las amenazas globales y garantizar la seguridad del pueblo estadounidense».
Austin, de 67 años, fue jefe del Comando Central entre 2013 y 2016, cuando se retiró tras 40 años de servicio.
«A lo largo de una vida de servicio dedicado, y en las muchas horas que hemos pasado juntos en la Sala de Situación de la Casa Blanca y con nuestras tropas en el extranjero, el general Austin ha demostrado un liderazgo, carácter y autoridad ejemplares», agregó el que fuera vicepresidente de Barack Obama (2009-2017).
Tras su abandono de la carrera castrense, Austin pasó al sector privado, donde ha formado parte de las juntas directivas de Raytheon Technologies, uno de los mayores contratistas del Pentágono; Nucor, el mayor productor de acero en EE.UU.; y de la aseguradora médica Tenet.
De ser confirmado por el Senado, sería el primer afroamericano en liderar el Departamento de Defensa de EE.UU. y afrontará al reto de gestionar unas Fuerzas Armadas en pleno repliegue de lo que han venido siendo sus escenarios de acción principal, ya que en los últimos meses el presidente saliente, Donald Trump, ha ido anunciado la retirada de tropas en Somalia, Afganistán, Siria e Irak.
LO VA A TENER DIFÍCIL EN EL SENADO
Pese a su brillante carrera militar, Austin cuenta con varios obstáculos para su aprobación por parte de la Cámara Alta. Su salto a la vida civil cumplió con la tradición del Pentágono y pasó por las conocidas «puertas giratorias», que le llevaron a cargos en empresas privadas, lo que ha despertado las críticas en los sectores más progresistas del Partido Demócrata.
Sin embargo, el mayor problema que encara es el hecho de llevar apenas cuatro años fuera de las Fuerzas Armadas, ya que la ley obliga a que pasen al menos siete años para que los militares retirados puedan ocupar cargos de Gobierno.
Con el anuncio de Austin, Biden sigue completando así su Gabinete tras las nominaciones de Janet Yellen para el Tesoro; de Antony Blinken como secretario de Estado; Alejandro Mayorkas, como titular de Seguridad Nacional; o Xavier Becerra para dirigir el Departamento de Sanidad y Servicios Humanos (HHS, en inglés).
LA VICTORIA DE BIDEN CADA VEZ MÁS CONSOLIDADA
Conforme Biden ha ido dando pasos en la transición, la mayoría de los 50 estados del país han ido certificando hasta este martes, la fecha máxima para hacerlo, sus resultados de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, un paso que cimienta la victoria del demócrata y que dificulta cualquier desafío legal de Trump, que no ha reconocido aún su derrota al alegar, sin pruebas, que hubo un fraude en los comicios.
Todos los estados han oficializado los resultados menos Wisconsin, debido a una demanda que la campaña de Trump interpuso para disputar los resultados y que será estudiada el jueves en una audiencia en un tribunal de apelaciones estatal.
La posibilidad de que Wisconsin no certifique los resultados solo significa que ese estado no podrá acogerse a las protecciones especiales de la fecha límite, llamada «puerto seguro» (safe harbor, en inglés) y que suele pasar desapercibida en otros ciclos electorales.
La fecha límite de «puerto seguro» es una provisión de una ley federal de 1887 que requiere a los estados resolver todas las disputas relacionadas con los comicios antes de que el Colegio Electoral se reúna para proclamar los resultados oficialmente (lo hará el próximo 14 de diciembre).