Crédito (PEXELS)

Norristown, PA – Es un día normal, despierto, abro los ojos, los vuelvo a cerrar, me siento cansada, quiero seguir durmiendo, pero ya no puedo. Empiezo a escuchar esa voz interna que me persigue. “¡eres una floja!”, tengo mucho que hacer, hago un recorrido mental de todos los pendientes que tengo para hoy. No dejo de pensar en lo mal que me sentí ayer “no debiste, no hubieras dicho eso”, me levanto, ¡ups!, olvidé llamar para cambiar la cita “se van a enojar contigo y ya no te van a atender jamás”. No recuerdo cómo llegue a la ducha, salgo, me miro al espejo “qué mal te ves, qué fea y vieja estás”, bebo un poco de café, me siento nerviosa. No sé qué hacer para el desayuno, ya no tengo verduras, tampoco leche, ¡auch! ya me corté, “¡nunca haces nada bien, eres una tonta!”. Es tarde, tengo que salir de casa, no quiero, tengo miedo, “te vas a contagiar y te vas a morir”, ¿y si me contagio?, ¡no, no quiero enfermarme! pero ¿y la comida? Me duele mucho la cabeza, me siento mareada, tengo náuseas, ¿qué es esta sensación?, ¿estaré enferma? No entiendo que me pasa, algo muy malo va a ocurrir, me asusta mucho, mi corazón late rápidamente “¡te vas a morir!”, mis manos tiemblan, están sudando, siento hormigueos en mi cara y en mi vientre. No puedo respirar, ¿qué me pasa? ¿me voy a morir? “¡sí, te vas a morir!”. ¡Me voy a morir! ¡Ayúdenme! ¡Auxilio!

Sí, así se vive un ataque de pánico. Una vez dentro, sentimos que no hay escapatoria, que en cualquier momento caeremos muertos, sintiendo horror, pánico y desesperación. Queremos llorar y salir corriendo, pero no podemos, estamos inmóviles. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo librarnos de este pavor inexplicable?

La ansiedad es un estado de angustia y aflicción que experimenta una persona estresada, y se origina por pensar mucho en el pasado y por el miedo al futuro incierto. La Organización Mundial de la Salud considera que la ansiedad prolongada y sin tratamiento puede causar ataques de pánico y generar un trastorno obsesivo compulsivo y/o fobias. Es un trastorno que padecen comúnmente más las mujeres que los hombres. Al igual que la ira, la tristeza y la felicidad, la ansiedad es una emoción natural del organismo, e incluso necesaria para sobrevivir ante ciertos riesgos, ya que pone a la persona en alerta. Esta condición fue descrita y publicada por primera vez en 1871 por el médico militar estadounidense Jacob Mendes Da Costa, al observar que los veteranos de la Guerra de Secesión experimentaban palpitaciones, dificultad para respirar, dolor y aumento del ritmo cardíaco, sensación de fatiga, miedo y opresión al esfuerzo, nerviosismo, dolores de cabeza, mareos, problemas de sueño y pesadillas; padecimiento conocido como “Corazón Irritable” o “Síndrome de Da Costa”.

Para quienes hemos padecido un ataque de pánico es esperanzador saber que existen varias formas de sobrellevar la ansiedad. Los especialistas nos enseñan a que nos centremos en el presente, vivir en el día a día, no en el futuro ni en el pasado. Nos recomiendan hacer ejercicio dos o tres veces por semana para mejorar el estado de ánimo; practicar la meditación y la relajación; alimentarnos bien (granos, semillas y verduras ayudan a reducir el estrés); no recurrir a las drogas o al alcohol; no comer en exceso; no fumar; no beber café, té u otras bebidas con cafeína. Y muy importante, habla, no te calles, haz saber a los demás cómo te sientes, libérate, respira y déjate ayudar. El camino no es sencillo, pero tomemos conciencia de que esta condición no surgió súbitamente, sino que creció con el transcurso de los días, meses e inclusive años, y necesitaremos tiempo para recuperar la paz y tranquilidad de nuestra mente.

Cuando te encuentres ante un inminente ataque de pánico, respira hondo y exhala despacio las veces que sea necesario, pon todo tu esfuerzo en distraerte y centrar tu atención en algo placentero para ti. Sin importar lo que sientas piensa que todo está bien, no dejes que tu mente te engañe. “¡Respira, todo está bien!”

Julio, Mes Nacional sobre la Salud Mental de las Minorías, todos tenemos la obligación y el derecho a cuidar y atender nuestra salud mental.

Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que vas a morir.

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