Nueva York, EE.UU.– Los ataques contra los asiáticos tras la irrupción de la covid-19 ha llevado a los miembros de esta comunidad en Nueva York a acudir en masa a talleres donde se enseña cómo actuar ante una eventual agresión racista, que están dirigidos a las comunidades más marginadas y desprotegidas.
«Las comunidades del este asiático de Estados Unidos son culpadas por la propagación de la covid, por eso somos el chivo expiatorio y, como consecuencia, ha habido y hay ataques, como los terribles que hemos visto en vídeo», cuenta en una entrevista a Efe la directora ejecutiva de la Federación Asiático Estadounidense, Jo-Ann Yoo.
Yoo responsabiliza, en parte, al expresidente estadounidense Donald Trump y sus continuas referencias despectivas a la covid, que describía como «el virus chino» o la «Kung Flu» (la gripe Kung), sumado al estado de frustración colectiva causado por el sobrecogedor número de muertes y la profunda crisis económica.
«La gente necesita encontrar una válvula de escape a su ira y su frustración y creo que, por eso, los miembros de la comunidad asiático estadounidense sufren acosos verbales, se les escupe y también, como hemos visto, sufren ataques más violentos», comenta.
NUEVA YORK, UNA DE LAS CIUDADES CON MAYOR NÚMERO DE ATAQUES
Según la ONG «Stop AAPI Hate», entre marzo de 2020 y el mismo mes de 2021 se registraron en todo el país 3.795 incidentes de odio contra la comunidad asiática en EE.UU.
El 68 % fueron ataques verbales, el 20,5 % se trataron de acciones en las que deliberadamente se ignoró a una persona de esta comunidad y en un 11,1% de los casos fueron agresiones físicas.
Yoo asegura que en Nueva York, donde reside la mayor comunidad asiática en Estados Unidos, se registraron 1.100 agresiones, «más ataques que en cualquier otra ciudad del país», aunque según los datos de Stop AAPI Hate, California es el estado con más agresiones.
«Pero sabemos que los 1.100 casos son solo un 10 o un 30 % de los incidentes que ocurren en realidad, es un número muy bajo y hay múltiples razones por las cuales la gente no denuncia», dice Yoo, que cita el «estatus incierto de inmigración», el hecho de que en la cultura asiático estadounidense está muy presente «la vergüenza» o la falta del dominio del inglés.
Por eso, explica que su organización ha iniciado una campaña de concienciación en los barrios de mayoría asiática como el Chinataown de Manhattan, pero también en Queens y en Brooklyn, donde negocios y habitantes sufren esta ola de violencia racista.
El informe de Stop AAPI Hate también desvela que las mujeres asiáticas fueron blanco del 68 % de las agresiones.
CÓMO DEFENDERSE ANTE UNA AGRESIÓN RACISTA
Cuando se accede a la web de la asociación que dirige Yoo (www.aafederation.org), lo primero que aparece en la página principal son unos «recursos de seguridad» para «estar a salvo ante un ataque racista anti asiático».
En cuatro documentos, elaborados en cooperación con el «Centro para la Educación contra la Violencia», se ofrecen varias estrategias para evitar una agresión racista, rebajar la tensión o cómo defenderse en caso de la violencia sea física.
El director del programa «Empoderamiento para la autodefensa» de este centro, Rej Joo, explica a Efe cómo, antes de la pandemia, apenas el 2 o el 3 % de los asistentes a sus cursos eran de origen asiático, mientras que ahora ocupan el 75 % de las plazas ofertadas.
Sus programas, cuenta, ofrecen recursos a distintas comunidades como la LGTBI, inmigrantes o mujeres víctimas de violencia machista, entre otras, que necesitan herramientas para defenderse.
En el último curso celebrado este mes de abril centrado en la comunidad del este asiático, el 24 % de los asistentes aseguraba haber sido objeto de un ataque y el 33 % de haber sido testigo de un incidente de racismo o violencia contra un asiático americano.
CÓMO INTERVENIR SI SE PRESENCIA UN ATAQUE
Para Jo-Ann Yoo, «lo que es incluso más triste es que la mayoría de estos ataques están ocurriendo en lugares públicos y la gente no está dando un paso al frente para ayudar a sus compañeros neoyorquinos».
Por eso, Rej también subraya que sus cursos no están pensados únicamente para las personas que sufren directamente un ataque, sino también para quienes lo presencian.
Una persona que es testigo de una agresión puede tener un miedo legítimo a intervenir, pero también puede ayudar, por ejemplo, «haciendo ruido».
«Eso no significa necesariamente que estés diciendo ‘oye, quiero pelear contigo’. Solo es una alarma y, por lo general, las personas que no quieren problemas van a huir, así que hay muchas estrategia de distracción diferentes que podemos usar solo para detener la violencia», dice Rej.