NICOLE WINFIELD y PETER SMITH
MASKWACIS, Canadá (AP) — El papa Francisco emitió el lunes una histórica disculpa por la cooperación de la Iglesia católica con la “catastrófica” política canadiense en internados indígenas, y dijo que la integración forzada de los pueblos nativos a la sociedad cristiana destruyó sus culturas, separó a las familias y marginó a generaciones.
“Estoy profundamente dolido”, declaró el pontífice en medio de los aplausos de personas que sobrevivieron a los malos tratos en esas escuelas y de miembros de comunidades indígenas reunidos en un exinternado al sur de Edmonton, Alberta. Francisco calificó la política escolar de “error devastador” incompatible con el Evangelio, y dijo que es necesario seguir investigando y sanando.
En el primer evento de su “peregrinación penitencial” de una semana de duración, el papa viajó a las tierras de cuatro naciones Cree para orar en un cementerio y luego ofrecer la tan buscada disculpa en los terrenos ceremoniales powow cercanos. Cuatro jefes acompañaron al pontífice hasta el lugar, cerca del exinternado Ermineskin para indígenas, y le entregaron un tocado de plumas después de su intervención.
“Pido perdón humildemente por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”, declaró Francisco.
Sus palabras fueron más allá de su disculpa previa por los “deplorables” actos de los misioneros, y en lugar de ello asumió la responsabilidad por la cooperación institucional de la Iglesia con la “catastrófica” política de integración de Canadá, que, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del país, fue equivalente a un “genocidio cultural.”
Más de 150.000 niños nativos de Canadá fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el gobierno desde el siglo XIX hasta la década de 1970, con el propósito de aislarlos de la influencia de sus hogares y su cultura. El objetivo era cristianizarlos y asimilarlos a la sociedad en general, que gobiernos canadienses previos consideraban superior.
Ottawa ha reconocido que los abusos físicos y sexuales estaban muy extendidos en las escuelas, y que los alumnos eran golpeados por hablar en su lengua materna. Los líderes indígenas han dicho que esos abusos y la separación de las familias son una de las causas principales de las elevadas tasas de adicción al alcohol y a las drogas que existen actualmente en las reservaciones indígenas canadienses.
El descubrimiento de cientos de posibles entierros en exescuelas en el último año atrajeron la atención internacional sobre el legado de los internados en Canadá y en Estados Unidos. Las revelaciones llevaron a Francisco a atender el llamamiento de la comisión de la verdad para que se disculpara en suelo canadiense por el papel de la Iglesia católica en los abusos. Órdenes religiosas católicas gestionaron 66 de los 139 internados del país.
Algunos de los asistentes lloraron el lunes mientras Francisco hablaba, mientras que otros aplaudían o permanecían en silencio escuchando sus palabras, que fueron pronunciadas en español y luego traducidas al inglés.
“Es algo que se necesita, no sólo para que la gente escuche, sino para que la Iglesia rinda cuentas”, dijo Sandi Harper, que viajó con su hermana y un grupo eclesiástico desde Saskatoon, Saskatchewan, en honor a su difunta madre, que era alumna de un internado.
Harper calificó la disculpa del papa de “muy genuina”.
“Reconoce que este camino hacia la reconciliación va a llevar tiempo, pero él está realmente de acuerdo con nosotros”, manifestó.
Muchos de los presentes vestían trajes tradicionales. Otros llevaban camisetas naranjas, que se han convertido en un símbolo de las víctimas de los internados, recordando la historia de una mujer cuya querida camiseta naranja, regalo de su abuela, fue confiscada en una escuela y sustituida por un uniforme.
A pesar de la solemnidad del acto, el ambiente parecía por momentos alegre: Los jefes entraron en procesión en el recinto al ritmo de un hipnótico tambor, los ancianos bailaron y la multitud vitoreaba y coreaba canciones de guerra, de victoria y, finalmente, una canción de sanación.
El jefe Wilton Littlechild, que fue alumno de la escuela Ermineskin y posteriormente formó parte de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, dio la bienvenida a Francisco al comienzo de la ceremonia y dijo a la gente que el pontífice había comprendido su dolor.
“Esperamos sinceramente que nuestro encuentro esta mañana, y las palabras que usted comparte con nosotros, resuenen con una verdadera curación y un verdadero hogar a través de muchas generaciones por venir”, dijo.
Felisha Crier Hosein viajó desde Florida para asistir en lugar de su madre, que ayudó a crear el museo para la cercana Nación Samson Cree y había planeado asistir, pero murió en mayo.
“El ofrecer disculpas no va a hacer que desaparezca lo que ocurrió”, dijo. “Pero significa mucho para los ancianos”.
Rob Gillies en Toronto contribuyó a este despacho.
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