Norristown, PA – La educación es un proceso mediante el cual el maestro, profesor o instructor imparte los conocimientos necesarios al estudiante, alumno o aprendiz para desarrollar habilidades, creencias y valores que le permitan respetar y convivir consigo mismo y con su entorno. Sin embargo, la educación no siempre es el profesor frente al pizarrón y el alumno sentado en su pupitre.
Desde el momento mismo en que nacemos comenzamos a ser educados, primero por nuestra madre y luego por nuestro padre; aprendemos a amarrarnos las cintas de los zapatos, a sentarnos correctamente a la mesa, a no decir malas palabras, a respetar a nuestros hermanos y a nosotros mismos, a decir “por favor” y “gracias”. En casa recibimos esa primera educación, aquella donde aprendemos hábitos buenos y malos, la que nos prepara para ser seres seguros e independientes. Luego en la escuela, es donde interactuamos con otros por primera vez y donde comenzamos a tomar decisiones por nosotros mismos como: “¿quiénes serán nuestros amigos?”. Donde nos enseñan a leer y escribir, a sumar y restar, a conocer historias de gente de otros países del mundo, y a saber también cómo surgió ese lugar y el barrio donde nacimos. Si salimos a “la calle”, que también nos educa, es el lugar donde está “la vida real”; donde ponemos en práctica lo aprendido en casa y en la escuela, aquella que nos da las lecciones más dolorosas y que, incluso para muchos, resulta ser su única escuela. Así, la educación determina el tipo de adulto que llegaremos a ser y el tipo de sociedad que construiremos.
Una educación deficiente no sólo provoca no saber leer o escribir una carta, sino también que la gente tire basura en la calle y maltrate a los animales. Que no coma saludablemente, que no termine el tratamiento médico porque dice que ya se siente mejor, o peor aún, que se auto medique. Que no genere el hábito de ahorrar para un imprevisto, una inversión o para unas vacaciones, y que crea más en lo que se dice en las redes sociales, que lo escrito en los periódicos o en los libros. También genera que no reaccione de la mejor forma ante el enojo, el conflicto, y la desilusión; que no respete la ley y las reglas para conducir, ni las costumbres, las opiniones, las preferencias, y las necesidades de los demás. Por lo tanto, creo indiscutible considerar la educación como la herramienta más valiosa, poderosa e indispensable para hacer de este mundo un mundo mejor para todos.