Los huracanes de las últimas décadas en Estados Unidos provocaron la muerte de miles personas más de las que los meteorólogos calculan tradicionalmente, y un número desmesurado de esas víctimas eran personas pobres, vulnerables y de las minorías, según un nuevo estudio epidemiológico.
Un equipo de expertos en salud pública y tormentas calculó que, de 1988 a 2019, más de 18.000 personas probablemente perdieron la vida, en su mayoría de manera indirecta, debido a huracanes y ciclones tropicales de menor fuerza en la parte continental de Estados Unidos. La cifra es 13 veces mayor que las 1.385 personas fallecidas directamente a consecuencia de tormentas que la Oficina de Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) calcula, pero los autores del estudio dijeron que esos números no son comparables directamente.
En lugar de sólo incluir a las personas que se ahogaron, fueron golpeadas por escombros o fallecieron directamente a causa de la tormenta, el estudio publicado el miércoles en la revista Science Advances examina los cambios en el número total de muertos en un condado afectado antes, durante y después de un huracán, y compara esas cifras con las de años normales. Los investigadores atribuyeron las muertes adicionales a la tormenta, valiéndose de una técnica estándar de salud pública.
“Es la diferencia entre cuántas personas murieron y cuántas personas habrían muerto en una jornada habitual» sin huracán, dijo Robbie Parks, epidemiólogo ambiental en la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia y el principal autor del estudio.
Después de una tormenta, las muertes aumentan debido a problemas cardiacos y pulmonares, infecciones, lesiones y problemas de salud mental, dijo Parks. Se trata de un momento estresante que incluye la limpieza y la reconstrucción.
Parks dijo que los meteorólogos efectúan la admirable labor de contar a las personas fallecidas durante el punto más álgido de la tormenta, pero muchísima gente muere de manera indirecta y en especial después del paso del meteoro, ante lo cual, señaló, “parece haber un recuento insuficiente” que no incluye a los estadounidenses más pobres ni a los más vulnerables.
“Las personas que tienen menos medios son las que más sufren”, dijo el epidemiólogo Parks. “Es una buena oportunidad para ponerle un número a eso”.
Valiéndose del índice de vulnerabilidad social de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Parks dividió los condados estadounidenses entre el tercio menos vulnerable, el tercio más vulnerable y el tercio medio, categorías que a menudo se correlacionan con las personas más ricas, más pobres y de ingresos medios. En el caso de los vientos huracanados más fuertes, el tercio más vulnerable tuvo 57% del exceso de muertes y el menos vulnerable el 6%.
“En teoría los resultados del estudio tienen sentido, ya que los ciclones tropicales a menudo dejan a las comunidades vulnerables durante largo tiempo después de haber tocado tierra”, dijo en un correo electrónico el director del Centro Nacional de Huracanes, Michael Brennan.
El centro de huracanes se ha percatado de esta situación cuando sus expertos inspeccionan los lugares afectados, así que intenta aumentar el compromiso de las comunidades con las poblaciones socialmente más vulnerables e incrementar la traducción de los avisos de tormentas a otros idiomas, dijo Brennan.
“No me sorprende, pero me entristece profundamente que el exceso de mortalidad sea mayor entre los sectores más vulnerables de nuestra población”, dijo Kerry Emanuel, científico de huracanes del MIT, que no formó parte del estudio. “Las personas más pobres con menos sitios hacia dónde evacuar y menos medios para irse son las que cargan lo peor del sufrimiento».
Después de una tormenta, la gente necesita tener dinero “para hacer más que sólo sobrevivir día a día”, lo cual es la razón por la que los más pobres y más vulnerables sobreviven menos, dijo Jim Kossin, excientífico de huracanes de la NOAA que ahora labora en la First Street Foundation —un organismo sin fines de lucro que evalúa riesgos climáticos_, que tampoco formó parte del estudio.
El hallar cuántas personas pierden la vida realmente a consecuencia de una tormenta es mucho más difícil de cuantificar que simplemente contar las muertes directas reportadas en los medios, señaló Kossin.
Por ejemplo, el Centro Nacional de Huracanes calcula que 1.200 personas fallecieron debido al huracán Katrina en 2005, pero tras tomar en cuenta las muertes ocurridas antes, durante y después, y compararlas con las tasas normales de mortalidad durante 30 años en esos lugares en esa época del año, Parks y sus colegas calcularon una cifra de 1.491 fallecimientos.
El equipo de Parks encontró mayores diferencias entre las cifras oficiales de fallecidos y las que calculó para la supertormenta Sandy de 2012, cuando el centro de huracanes dijo que 147 personas habían perdido la vida. Parks estableció la cifra de muertos en 1.193. Y la diferencia más grande correspondió a Irma de 2017, ya que la NOAA dijo que 92 personas murieron directa o indirectamente en Estados Unidos, en tanto que Parks contó 1.202.
Brennan, del Centro Nacional de Huracanes, dijo que su agencia elabora informes oficiales sobre las tormentas que utilizan estadísticas de mortalidad basadas en información proporcionada por autoridades gubernamentales, centros forenses y la prensa en los meses posteriores a que tocaran tierra. El centro no tiene acceso a los estudios estadísticos de más largo plazo utilizados para calcular las muertes “indirectas”, pero intenta incluirlos cuando le es posible, como es el caso con Katrina en 2005 y María en 2017.
En un informe independiente para la Sociedad Meteorológica de Estados Unidos, el Centro Nacional de Huracanes analizó cómo murió la gente en los fallecimientos directos por huracanes en los últimos 10 años e hizo una comparación con datos previos. Halló que un porcentaje mucho menor de personas mueren por marejadas ciclónicas, pero un porcentaje mayor de estadounidenses perecen debido a inundaciones de agua dulce.
De 1963 a 2012, las marejadas ciclónicas fueron responsables de casi la mitad de las muertes por huracanes. La NOAA ha realizado una labor concertada para mejorar los pronósticos sobre marejadas ciclónicas, las advertencias y la concientización entre los habitantes de las costas. Desde 2013, apenas 11% de las muertes por huracanes estuvieron relacionadas con las marejadas ciclónicas, indicó el centro de huracanes.
Pero los decesos por inundaciones de agua dulce aumentaron de 27% a 57% de todas las muertes por huracanes, cifra que podría verse sesgada por las muertes causadas por el huracán Harvey de 2017, cuando hubo 65 fallecimientos por inundaciones de agua dulce. Las muertes por corrientes de resaca y oleajes pasaron de ser el 6% al 15% del total de fallecimientos por huracanes.