El 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente, celébralo admirando todo lo que ofrece la naturaleza.
La temporada de calor que se aproxima, nos llena de energía y nos invita a salir para disfrutar de la naturaleza. Hacer un paseo en algunos de los parques en los suburbios de Filadelfia es lo que más disfruto, porque me permite admirar el verdor de los árboles, el colorido de las flores, y escuchar el correr del agua del río, acompañado del canto de las aves. Sin embargo, como buena bióloga, me gusta observar la diversidad de seres que a veces pasan desapercibidos a nuestros ojos, como los hongos, aquellos que se encuentran en medio del suelo y la hojarasca, pero ¿sabías que estos seres vivos son indispensables para alimentar a los árboles?
Los hongos no son plantas.
Los hongos poseen un sombrero o sombrilla, cuya forma y color los caracteriza, un tallo que en los hongos se conoce como talo, y en lugar de raíces, tienen filamentos llamados hifas. Estas hifas se pueden extender varios metros por debajo del suelo, hasta alcanzar las raíces de los árboles, donde forman una capa gruesa de filamentos que las envuelve como si fuera un manto de telarañas. Este manto de hifas alimenta al árbol proveyéndole de agua, y de los nutrientes que necesita como nitrógeno, fósforo y minerales, a cambio el hongo recibe azúcares del árbol para poder desarrollarse.
A esta asociación hongo-raíz se le llama micorriza, y en el caso particular de los árboles, se le conoce como ectomicorriza. Hace más de 200 años se descubrió que, esta entidad es un ejemplo de simbiosis, una asociación de dos especies diferentes que reciben beneficio mutuo, y en la cual una de las especies no podría sobrevivir sin la presencia de la otra. De acuerdo con varios estudios científicos, se ha demostrado que debajo del suelo y la hojarasca del bosque, existe toda una red compleja de hifas y raíces, donde todos los árboles y plantas están interconectados; es decir, lo que le pase a un árbol, lo saben y lo recienten todos los demás. Para mí resulta sorprendente que estos pequeños seres contribuyan a mantener la salud de árboles gigantes y del bosque entero.
Se ha calculado que existen más 6.000 especies de ectomicorrizas en todo el mundo, de las cuales algunas se pueden comer y otras no porque son venenosas. Aquellos que son comestibles se cultivan ya que tienen un valor comercial muy importante como los champiñones, los matsutakes, los boletos y las trufas. ¿Sabías que, en España, una libra de trufa negra llega a valer más de 1.500 dólares? Por otro lado, en varios pueblos indígenas de México, el consumo de estos hongos se practica desde épocas prehispánicas, y representa un alimento sagrado por su importancia cultural, nutricional y medicinal.
La próxima vez que tengas la oportunidad de dar un paseo por el bosque, espero tengas la suerte de encontrarte con una ectomicorriza.