Este mes tuve el privilegio de conocer a líderes como Leydy Pech del Colectivo de Comunidades Mayas de Hopelchén. Su lucha por la protección de las abejas, como una parte intrínseca de su cultura, me conmovió muchísimo.
Cuando compartió su historia, una de las primeras cosas que reconoció, es que ella nunca se imaginó que algún día se convertiría en una líder medioambiental merecedora del Premio Goldman. Fueron las circunstancias, la impunidad corporativa presente en México, la corrupción y sobre todo, las necesidades de su comunidad, las que la llevaron a alzar su voz y al hacerlo inspiró a miles de personas.
Leydy Pech habló de cómo su activismo la empujó a salir de su zona de confort, de cómo muchas veces se sintió sola y aislada o se preguntaba por qué no más personas se daban cuenta de lo que estaba ocurriendo. Pero al ver las listas publicadas este mes como los 100 Latinos más comprometidos con la acción climática y los 20 Latinos en la lucha contra el cambio climático, es claro que somos muchos los que estamos empujando en la misma dirección. Muchos de diferentes rincones del mundo y de este país. Muchos de diferentes profesiones, culturas, ámbitos de la vida pública y sociedad civil.
Entendemos que el cambio climático es mortal y costoso. Hace apenas unas semanas vimos la horrible ira del clima extremo a través de los huracanes Milton y Helene. Según el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, el huracán Helene causó daños y pérdidas sin precedentes por valor de al menos 53.000 millones de dólares, y las autoridades estatales han informado de al menos 96 muertes a causa de Helene.
Mientras nos acercamos a una elección presidencial decisiva, es más importante que nunca que los latinos entiendan cómo les afecta el cambio climático y que sepan cómo usar sus voces y su voto para asegurarse de elegir a líderes que tomen medidas urgentes.
Según el Informe de la ONU sobre la Brecha de Emisiones de 2024, el objetivo de mantener las temperaturas por debajo de 1,5 grados centígrados desaparecerá en pocos años a menos que las naciones se comprometan colectivamente a reducir el 42% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero para 2030 y el 57% para 2035. Es fundamental que Estados Unidos ponga de su parte y para ello es clave un buen liderazgo.
Hace poco me preguntaron cómo me imaginaba un mundo en balance y mi respuesta habló de la capacidad de todos de comprender cómo estamos intrínsecamente conectados con nuestro medio ambiente. En él ya no existen estas listas, no son necesarias. Pero hasta que ese momento llegue, sumemos más y más personas a este movimiento. Sigamos aterrizando como cada espacio de nuestra vida está comprometido en esta lucha.
Ya no hay tiempo y espacio para la desinformación climática. Ya no hay tiempo y espacio para el negacionismo. Ya no hay tiempo y espacio para líderes como Donald Trump dispuestos a seguir sacrificando nuestra salud en pos de las ganancias de los grandes contaminadores.
Los próximos cuatro años determinarán si nos quedamos atrás y no logramos abordar la crisis climática, o si defendemos la transición necesaria a una economía verde, donde el aire y agua limpios para nuestras familias sea una prioridad.
En estas elecciones, alcen la voz y voten teniendo en cuenta el clima. Nuestro futuro depende de ello.
Antonieta Cádiz es la directora ejecutiva adjunta de Climate Power En Acción. Anteriormente, trabajó como corresponsal nacional para La Opinión y fue escritora política nacional para Univisión.