Los Ángeles, CA (EFE).- Las disposiciones respecto al consumo de alcohol en medio de la pandemia de coronavirus por parte de gobernadores y autoridades locales, que incluso llegaron a calificar su comercialización de «esencial”, están en la mira de activistas que aseguran que esas medidas ayudaron a que el contagio fuera al alza.
Las críticas recayeron el pasado miércoles contra las autoridades de California, justo cuando el estado pasó al primer lugar de la lista de más contagios en el país con 413.576 casos, por encima de Nueva York, que acumula más de 408.000 casos.
Líderes de al menos cinco grupos que trabajan en favor de una mayor regulación del consumo del alcohol analizaron el caso del Estado Dorado y pidieron a las autoridades voltear a mirar este otro problema de salud.
Aunque los activistas destacaron la labor del gobernador de California, Gavin Newsom, para tratar de detener los contagios de COVID-19, la críticas se dirigen específicamente a su política de relajar los permisos de venta de alcohol con las órdenes para llevar a casa a mediados de marzo, y dar la posibilidad a más negocios de vender esta clase de productos.
Una medida parecida fue promulgada por el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, en mayo pasado, que permite a entrega a domicilio de bebidas alcohólicas de establecimientos que sirven comida argumentando que “necesitamos que la gente que se quede en casa”.
“Es una total contradicción”, dijo a Efe Verónica De Lara, copresidenta de California Alcohol Policy Alliance (CAPA).
El primer argumento que De Lara expone concierne a las razones científicas, como las expuestas por la Clínica Mayo que vinculan el exceso de consumo de alcohol con problemas del sistema inmune y el riesgo de enfermarse más fácilmente.
“No podemos tratar de lidiar con un problema de salud como la COVID-19 generando otro problema de salud que incluso deja a las personas con más riesgo si contraen el virus”, asegura la activista hispana.
Las objeciones también apuntan a la flexibilización para expedir permisos de ventas de licor como una forma de ayudar a los pequeños negocios a sobrevivir. «Estamos cambiando el bienestar económico por el de salud; esto tampoco tiene sentido”, insiste De Lara.
BARES CERRADOS
Las órdenes de cierre de bares emitidas por gobernadores alrededor del país avalarían las críticas de los activistas.
En medio de la reactivación económica los negocios enfocados en ventas de alcohol fueron los primeros en la mira de las autoridades. A finales de junio, California ordenó el cierre de bares en algunos condados del estado; ante el alza de contagios la prohibición se extendió a más del 80% de la población del estado.
Por su parte, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, determinó la semana pasada que los bares y restaurantes no podrán servir alcohol a los clientes a menos que también pidan comida.
Cuomo incluso cambió las reglas sobre consumo de alcohol, ordenando que los clientes solo podrán ordenar y consumir sus bebidas mientras estén sentados al menos a seis pies de distancia.
Las órdenes de cierre de bares y de limitar la venta de alcohol incluso fueron tomadas por gobiernos republicanos como el de Florida, donde el gobernador Ron DeSantis prohibió el consumo en los bares, aunque no los cerró, generando una ola de críticas de parte de los dos bandos.
La secretaria del Departamento de Negocios y Regulación Profesional de Florida, Halsey Beshears, dijo a medios locales que no se ha establecido un cronograma para permitir que las personas vuelvan a beber en bares y clubes nocturnos en el estado, que está de tercero en la lista de más casos y agrega miles al día.
DEMANDAS A LA ORDEN DEL DÍA.
Varios propietarios de bares en Florida contestaron a la restricción con demandas. La principal queja de los propietarios ha sido que la orden los discrimina injustamente, ya que los establecimientos que sirven comida junto con alcohol pueden permanecer abiertos.
En medio de la discusión sobre el consumo de alcohol los activistas advierten que esta nueva óptica de permitir consumir más alcohol en casa estaría afectando a las minorías, especialmente los latinos.
“Sabemos que para los latinos tomar alcohol es una forma normal de socializar. Si a esto sumamos el estrés de la pandemia estamos creando un problema mayor”, considera De Lara.
Las policías de varios estados han tenido que lidiar con fiestas en casas que han violado las normas de distanciamiento.
Este lunes las autoridades de Nueva Jersey irrumpieron en una celebración en una vivienda donde se habrían reunido cerca de 400 personas, según reportes de las autoridades.
EN BUSCA DE LA SOLUCIÓN
Carson Benowitz-Fredericks, investigador de Alcohol Justice, aseguró hoy que ante la delicada situación de esta coyuntura se deberían establecer más impuestos de ventas a bebidas alcohólicas, así como aumentar el costo de los permisos de venta.
“De acuerdo con nuestro cálculo si aumentamos 10 centavos por bebida esto nos daría 1.500 millones de dólares en ganancias (solo en California) , que serían invertidos en programas de prevención”, zanjó.
Por su parte De Lara urgió a las autoridades y a la misma comunidad a dar una mirada seria a este problema.
“Estamos en tiempos difíciles de COVID-19, pero así como afrontamos la pandemia debemos tener la capacidad de afrontar nuestra relación con el alcohol”, acotó.