Según el informe “Refugiados y migrantes” realizado por la Asamblea General de Naciones Unidas, las mujeres representan casi la mitad de los 244 millones de migrantes y la mitad de los 19,6 millones de personas refugiadas del mundo. Entre las razones principales para migrar están el desempleo, la educación, la violencia y la falta de oportunidades en sus países de origen que no les permiten alcanzar una mejor calidad de vida para ellas y sus familias.
De acuerdo con este informe de 2016, en la mayoría de los casos la migración se da en contextos difíciles, puesto que además de abandonar sus familias y arraigo a sus territorios, al migrar se enfrentan a la adaptación de nuevos espacios geográficos, culturales, socioeconómicos y, en muchas ocasiones, al aprendizaje de un nuevo idioma. Además de enfrentar los obstáculos que de por sí solo trae consigo la migración, las mujeres afrontan la falta de igualdad de trato y de oportunidades, lo que hace que sus situaciones sean aún más complejas.
No obstante, la mayoría de las mujeres migrantes han demostrado su gran capacidad de resiliencia, mostrando adaptabilidad, fortaleza y crecimiento frente a las adversidades y vivencias dentro de sus procesos migratorios; esto si se tiene en cuenta que las personas migrantes, y en especial las mujeres, tienen índices de participación en la fuerza laboral más elevados que las personas no migrantes, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo en 2015. Sin duda, aportan de manera significativa en el desarrollo económico, social y cultural en sus lugares de destino.