En diciembre se celebran varios días que parecen estar relacionados de alguna forma
5 de diciembre – Día Internacional de los Voluntarios
9 de diciembre – Día Internacional contra la Corrupción
9 de diciembre – Día Internacional contra el Genocidio
10 de diciembre – Día de los Derechos Humanos
18 de diciembre – Día Internacional del Migrante
24 de diciembre – Nochebuena
25 de diciembre – Navidad
31 de diciembre – Nochevieja
Esta edición queremos resaltar uno de los dos temas que consideramos que han sido de gran relevancia en el año 2021.
Mientras el 2020 estuvo marcado por la pandemia del COVID-19, este año estuvo marcado por dos crisis, la climática y la migratoria, que se han visto recrudecidas por diversos factores, entre ellos el desplazamiento climático, la pobreza exacerbada por la pandemia, y la falta de derechos humanos en países gobernados por la corrupción y la impunidad.
Aunque los migrantes han venido siendo aún más criminalizados desde hace algunos años, principalmente en los Estados Unidos, esto no los ha desmotivado a emprender el largo desafío.
Los migrantes tienen además de la valentía en común, algo que como humanidad estamos escasos, esperanza. Los migrantes son unos inconformistas que se atrevieron a querer cambiar el destino que les deparaba en sus lugares de origen y ponerles pies y brazos a sus sueños.
Estados Unidos, junto con varios países europeos, son de las principales naciones receptoras de migrantes y refugiados. Aunque son muchos los desafíos que se tienen que enfrentar, la migración ha sido fuente de vitalidad económica, tanto para los países receptores como para los expulsores.
Aunque las remesas son una gran fuente de entradas de los países de origen en buena parte de los casos, en especial en América Latina, los países como los Estados Unidos y Alemania han sido favorecidos por la migración, convirtiéndose en el caso de EE. UU., la comunidad latina, un gran motor económico, tanto así que hasta durante la pandemia hubo un crecimiento significativo que hizo que los latinos en este país conformen la séptima economía mundial, por encima de países como Canadá e Italia.
A esta contribución también se suma que son comunidades que suelen ser más fuertes y resilientes
Durante la pandemia es innegable las contribuciones de la fuerza de trabajo migrante, que han estado en primera línea en la lucha contra la pandemia de COVID-19. Las contribuciones de los migrantes en los ámbitos de la salud, el transporte y los servicios de alimentación desde el campo hasta en los servicios de comida a la puerta, han sido vitales.
Sin embargo, los migrantes se han visto desproporcionadamente afectados por la COVID-19 siendo víctimas sistémicas de discriminación desde su trayecto hasta su destino.
Los derechos humanos de los migrantes suelen ser de los más violentados, llegando al extremo de la trata humana, violaciones sexuales y hasta el asesinato cuando caen en las manos de las redes criminales.
Desde hace unos meses hemos venido observando, a veces con dolor a veces con indiferencia, cómo las caravanas que han partido con el objetivo de salir de la sobrevivencia y progresar, han sido atacadas de diversas maneras, sin distinguir entre la multitud a niños, ancianos y mujeres embarazadas.
Pareciera que se nos olvida que la migración debería ser una elección, no una necesidad, y que detrás de cada sueño migrante suele haber uno o varios traumas.
Durante este mes, queremos informarnos más y analizar los hechos, con el entendimiento de que existen muchos desafíos y que la migración ha generado y genera también muchos conflictos, pero que tenemos un compromiso con una migración digna para todos, como lo establece el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
Este proceso concluyó el 10 de diciembre de 2018 con su adopción por la mayoría de los Estados miembros de la ONU en una Conferencia Intergubernamental en Marrakech, Marruecos, seguida de cerca por el respaldo formal de la Asamblea General de la ONU el 19 de diciembre. El Pacto se enmarca de manera coherente con la meta 10.7 de la Agenda 2030 de la ONU, y busca proteger la seguridad, la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes, independientemente de su condición migratoria, y en todo momento; así como apoyar a los países que rescatan, reciben y acogen a un gran número de refugiados y migrantes; e integrar a los migrantes, abordando sus necesidades y capacidades, así como las de las comunidades receptoras, en los marcos y la planificación de la asistencia humanitaria y para el desarrollo; combatir la xenofobia, el racismo y la discriminación hacia todos los migrantes; y desarrollar, a través de un proceso dirigido por el Estado, la protección para los migrantes, especialmente en situaciones de vulnerabilidad.
Aunque todas estas directrices están lejos de la realidad, como medio hecho por muchos migrantes, y latinoamericanos que colaboran desde sus países, queremos honrar a cada uno de los que han emprendido el camino en cualquiera de las estaciones en las que se encuentren.
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