Este mes reconoceremos a algunas de las tantas latinas que han tenido éxito a pesar del racismo y el sexismo de nuestra sociedad. Queremos presentarlas como grandes ejemplos de lo que se puede lograr. También incluimos a las mujeres que tienen más de un trabajo, para poder mantener unidas a sus familias. Diversos estudios han encontrado que en el 40% de todos los hogares, las principales proveedoras del pan (y la tortilla) son mujeres.
La semana pasada, mientras manejaba cerca de Ventura, en el sur de California, vi cómo un grupo de unas 50 personas bajaban de sus camiones y automóviles, para comenzar a cosechar las verduras frescas que llegan a nuestras mesas. Un gran número de ellas eran mujeres; se parecían a aquellas con las que trabajé durante tantos años cuando era un trabajador agrícola.
Estas mujeres trabajan arduamente unas diez horas al día, para luego dedicarse a preparar la comida para sus familias, y hasta ayudar a sus hijos con la tarea escolar. Mi madre era una de esas mujeres y laboraba en el campo hasta que consiguió otro trabajo -mal pagado- como asistente de enfermería.
En particular, las mujeres de color -racializadas- se han visto reprimidas por las fallas que tenemos dentro de nuestros sistema judicial y económico.
Estas mujeres no suelen ser vistas ni escuchadas en los programas de radio y televisión, ni los políticos les piden sus opiniones, ni les preguntan lo que ellas y sus hijos necesitan para tener éxito. Son las olvidadas de nuestro sistema político.
En muchas de las mujeres que reconocemos por su éxito, vemos el fuerte papel que otras desempeñaron en sus vidas.
Sí, usted también puede marcar la diferencia en la vida de otra mujer. Simplemente mire a su alrededor, en su propia comunidad, y haga lo que pueda para ayudar a las mujeres que están a su lado.
Las mujeres que trabajan en hoteles, restaurantes, hogares y otros puestos mal pagados, son clave para el éxito de nuestra economía. Es asombroso lo que hacen todos los días las madres solteras que son cabeza de familia, y no reciben los salarios ni el apoyo que merecen.
Mientras luchamos por un mejor salario digno, necesitamos apoyar a las organizaciones religiosas y comunitarias, así como otras personas que pelean por el reconocimiento a estas mujeres, que son las heroínas dentro de nuestros vecindarios. Como hombre, me siento honrado de conocer y trabajar con algunas de estas increíbles personas.
También necesitamos elegir a más mujeres para cargos públicos que representen a estas mujeres y a sus familias.
Celebremos a estas mujeres y trabajemos para sacarlas a ellas y a sus familias de una vida de pobreza.