Lucretia Wilks, que dirige una pequeña guardería en su casa del norte del condado de St. Louis, en Missouri, está acostumbrada a ver cómo los niños pequeños se abrazan, se toman de la mano y juegan juntos en espacios reducidos.
Pero la pandemia hizo que ese comportamiento normal de los niños pequeños fuera potencialmente inseguro.
«Es extraño que ahora vivan en una época en la que se espera que no se abracen ni se toquen», dice Wilks, fundadora del Centro de Desarrollo Infantil Their Future’s Bright, que atiende a una docena de niños desde bebés hasta 7 años. «Están creando vínculos, amistades, y así es como demuestran su afecto».
Los proveedores de servicios de guardería, y de otros tipos de cuidado infantil, dijeron que se sienten aliviados al ver que los casos de COVID disminuyen a medida que las vacunas se extienden por todo Estados Unidos. Pero, incluso, mientras el país reabre sus puertas, los expertos en salud mental y desarrollo infantil se preguntan qué consecuencias a largo plazo, si es que las hay, puede tener en la salud mental y el desarrollo de los niños pequeños.
A corto plazo, los expertos afirman que la pandemia ha perjudicado incluso la salud mental de los niños pequeños y les ha hecho perder partes importantes del típico desarrollo social y emocional. Además de no poder acercarse a otras personas como es habitual, muchos han visto interrumpidas sus rutinas o han experimentado el estrés familiar cuando los padres han perdido el trabajo o se han enfermado.
La pandemia y sus consecuencias económicas también han obligado a muchas familias a cambiar la forma en la que cuidan de sus hijos.
«El coronavirus está afectando mentalmente a los niños y a las familias de muchas maneras. La forma más significativa y obvia es en la estructura y la rutina de los niños», dijo la doctora Mini Tandon, profesora asociada de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis: «Los niños pequeños prosperan en la base social y la rutina; así que cuando se interrumpe eso, las cosas se desbaratan muy rápidamente en su vida cotidiana».
Tandon, que ha hablado frecuentemente con padres y cuidadores desde que comenzó la pandemia, dijo que ella y sus colegas han visto mayor ansiedad y niveles de estrés más altos en los niños pequeños que en el pasado.
Expertos en comportamiento infantil señalaron una serie de problemas agravados por la pandemia en un seminario web del National Center on Early Childhood Health and Wellness el año pasado, entre los que se incluyen la ansiedad por separación y el aferramiento, los problemas de sueño y las dificultades para aprender nueva información.
Los niños también han mostrado comportamientos regresivos: por ejemplo, mojar la cama, aunque sepan ir al baño.
Para los niños pequeños, los cambios en las modalidades de cuidado pueden ser una enorme fuente de estrés. Y la presión financiera de la pandemia obligó a muchas familias a replantearse cómo cuidaban a sus hijos más pequeños.
Por ejemplo, en el área de St. Louis, el costo mensual del cuidado de los niños puede ir desde alrededor de $584 para los bebés a $837 para los más grandes, según Procare Solutions, que trabaja con más de 30,000 programas para niños.
Esta cifra ha sido muy alta para algunos padres que perdieron sus empleos durante la pandemia. El plan de ayuda a los afectados por covid que el presidente Joe Biden promulgó en marzo ofrece pagos mensuales de hasta $300 por niño este año, y su última propuesta ayudaría a reducir los costos del cuidado infantil y a aumentar el acceso a la educación preescolar, si es aprobada.
En los muchos meses en los que las guarderías han estado fuera de su alcance, algunos padres han tenido que reorganizar sus horarios de trabajo para cuidar a los bebés o niños pequeños y, al mismo tiempo, ayudar a los niños en edad escolar con el aprendizaje virtual. Otros han recurrido a la ayuda de los abuelos, aunque esa opción era potencialmente peligrosa antes de que existieran las vacunas.
Incluso cuando los padres podían permitirse el lujo de una guardería, el miedo a contraer o contagiar COVID afectó sus decisiones sobre si enviarlos o no. Además, algunas instalaciones cerraron temporalmente durante la pandemia.
Aimee Witzl, de 34 años, de St. Louis, contadora y madre primeriza, dijo que ella y su marido dudaron en enviar a su hija, Riley, a la guardería a principios de la pandemia. Riley nació prematura en noviembre de 2019 y tuvo que pasar nueve semanas en cuidado intensivo neonatal antes de ir a casa. Así que la pareja esperó hasta agosto para enviarla a la guardería a tiempo parcial, y luego hasta enero para enviarla a tiempo completo.
«Ya era de alto riesgo», dijo Witzl. «Luego ocurrió COVID, así que la mantuvimos en casa incluso más tiempo de lo previsto».
Afortunadamente, dijo, nadie de su familia ha contraído el virus.
En marzo de 2020, la Red de Acción para el Desarrollo de la Primera Infancia, un conjunto mundial de organismos e instituciones que promueven la salud y la seguridad de los niños, hizo una «llamada a la acción», compartida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que manifestaba su preocupación por el hecho de que la pandemia pusiera «a los niños en gran riesgo de no alcanzar su pleno potencial», ya que los primeros años son una «ventana crítica de rápido desarrollo cerebral que sienta las bases de la salud, el bienestar y la productividad a lo largo de la vida».
Mini Tandon, psiquiatra de la Universidad de Washington, dijo que está especialmente preocupada por los niños pequeños que pueden haber estado aislados en hogares inseguros donde fueron maltratados. Es más probable que los malos tratos pasen desapercibidos, dijo, cuando los niños están fuera de las guarderías y las escuelas donde los adultos están obligados a denunciar el abuso y la negligencia infantil.
Pero Tandon dijo que el estrés de la pandemia puede afectar a la salud mental de cualquier niño, lo que la motivó a escribir un libro infantil sobre una niña que se enfrenta a la ansiedad durante la pandemia.
Ahora, aunque todavía faltan meses para que los niños más pequeños reciban las vacunas contra COVID, se está produciendo un cambio que puede causarles una nueva ronda de trastornos. Nancy Rotter, psicóloga infantil y profesora adjunta de la Universidad de Harvard, afirma que los niños pequeños pueden experimentar ansiedad por la separación al volver a la escuela y a la guardería después de haber estado en casa con sus padres.
Para ayudar a los niños a recuperarse, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugieren que las familias se aseguren de que los niños mantengan contacto con sus familiares y amigos. La agencia también aconseja que los padres hagan todo lo posible para reconocer, y tratar, el miedo y el estrés en ellos mismos y en sus hijos, buscando ayuda profesional si es necesario.
Los expertos de los CDC sugieren que los padres hablen de las emociones y ofrezcan a los niños la oportunidad de expresar sus miedos en un lugar seguro.
Sin embargo, también puede ocurrir que a los menores no les resulte tan extraño volver a la normalidad. Aunque la pandemia ha presentado factores de estrés, los niños pueden ser muy resistentes.
«La resiliencia no es sólo lo que hay en el niño, sino lo que hay en su entorno. Es el hogar, la comunidad religiosa, la escuela y el entorno de la guardería lo que ayuda al desarrollo del niño y a cómo se enfrenta a los cambios», agregó Rotter.
Pero la pandemia puede dejar un beneficio indudable para los niños: el énfasis en el lavado de manos. Los expertos en cuidados infantiles afirman que los buenos hábitos de higiene son una importante lección de vida que probablemente perdurará más allá de esta crisis sanitaria.