Filadelfia es considerada una de las ciudades con más tradición y abolengo dentro de las grandes urbes americanas, y no es una fama gratuita; aparte de haber hospedado los congresos que dieron nacimiento a la nación y del honor de haber sido su primera capital, Filadelfia fue también la ciudad donde nacieron los Marine Corps, la Suprema Corte, varias de las primeras sociedades académicas, científicas, filosóficas y culturales; sociedades abolicionistas, los primeros círculos de afroamericanos libres y muchas otras organizaciones que hoy son columnas del país.
Por eso, de alguna manera sorprende que la presencia hispana y latina en la ciudad, todavía no se vea reflejada de manera equitativa en sus organismos de control, de gobierno y de administración pública y de justicia; a pesar de su visible y activa participación en el desarrollo local a través del comercio, la manufactura, el sostén a la agricultura, las industrias culinaria y educativa, los servicios, y el entretenimiento.
Para ir sanando este desbalance, este año líderes comunitarios, empresarios y creativos latinos en diversas áreas, han logrado generar una alianza con liderazgo político y administrativo, para realizar la primera Feria Latinoamericana de Filadelfia; que no solo ha ofrecido un inmejorable escenario para mostrar la fuerza y la vitalidad de las comunidades latinas de la ciudad, sino que aspira a convertirse en un espacio regular cada año, durante la celebración del Mes de la Herencia Hispana, para visibilizar el emprendimiento, la cultura, el arte, y la riqueza culinaria y artística de las comunidades hispanas y latinas de la ciudad.
Según datos del último censo, los latinos superan el 15% de los ciudadanos de Filadelfia; lo que equivale a casi la sexta parte de la población. Esto les daría un poder político formidable, si tan solo existiera, por una parte, un poco de consenso sobre las prioridades de la comunidad y el modo de trabajar para alcanzarlas; y por la otra, si los electores latinos que persisten en ignorar la fuerza del voto se decidieran de una vez por todas a inscribirse en el “censo electoral” y a expresar sus aspiraciones o su disgusto usando ese importante instrumento al que la constitución les da derecho.
Una mayor presencia política de los hispanos a la hora de votar podría tener un gran peso en el proceso de rediseño de los distritos electorales que se está empezando a implementar en todo el estado. Sin embargo, aún existen muchos entre nosotros que creen que participar en los procesos cívicos y electorales no tendrá ningún efecto en mejorar su futuro, renunciando así a la posibilidad de acrecentar el músculo político de la comunidad latina, para luchar por leyes que faciliten su inserción y su acceso a los mecanismos de apoyo financiero, empresarial, educativo y sanitario.
Por eso, es de elogiar todos los esfuerzos comunes por darle mayor peso, visibilidad y conciencia a la comunidad latina, a la vez de dar muestra a nuestros vecinos de otras culturas, la diversidad y riqueza de las nuestras. Vaya pues nuestro saludo fraterno a los resolutivos de la Convención Latina de Pensilvania, y el reconocimiento para todos los que organizan y participan en los múltiples eventos en nuestra región durante este mes, y a los que durante todo el año trabajan para empoderarnos unos a otros. Cada uno suma para que los latinos sigan conquistando con determinación, los espacios políticos, económicos y socioculturales que en justicia les corresponden.