Una mujer sostiene un cartel durante una protesta en reclamo de un aumento en las pensiones en medio de una inflación récord mundial en Caracas, Venezuela, el 15 de febrero de 2022. (Foto: AP/Ariana Cubillos/Archivo)

El 2022 se encamina a cerrar el telón, dejando una serie de enseñanzas y también, de preocupaciones, tanto a nivel nacional como internacional, que pueden ensombrecer la natural alegría de este tiempo de Navidad. Sobre todo, si se tiene en cuenta que eventos que debían ser encuentros de paz y fraternidad, como la actual Copa del Mundo que se juega en Catar; se están realizando en simultáneo con una cruenta guerra entre naciones que no muestra solución cercana.

Por el lado de las enseñanzas, los hechos políticos en el país han demostrado que ningún partido o ideología tiene la sartén por el mango, y que allí donde se veía a los demócratas vencedores, los republicanos alzaron sus banderas y consiguieron suficiente apoyo para imponerse; y, viceversa; donde se veía a los republicanos como inamovibles, una fuerte oleada demócrata terminó haciéndoles perder las posiciones. De esa manera, el 2023 arranca con un Congreso dividido, una Cámara republicana y un Senado demócrata.

También hemos aprendido, gracias a los procesos postpandemia, que nuestro sistema de salud tiene muchas falencias que fueron expuestas por la crisis del COVID; entre estas, que es difícil superar el gran estrés emocional y mental que produjo el aislamiento. Uno de los factores que nos está afectando más, es constatar cuántas personas viven en soledad, sin que sus hijos o parientes se preocupen por ellas, y cuan impreparados están los sistemas de salud para suplir este inmenso vacío de amor, cercanía y calor humano.

Pero también abundan las incertidumbres. En Puerto Rico, por ejemplo, las 540 muertes violentas ocurridas en este año han puesto de manifiesto el fracaso de las iniciativas para doblegar el crimen, cuando no van engranadas con una estrategia global de oportunidades de educación y desarrollo. En la economía, la Isla sigue pagando las consecuencias del super endeudamiento que propiciaron gobiernos pasados irresponsables, emitiendo deuda para pagar deuda y sin luz al final del túnel para el insostenible hueco fiscal.

Una gran preocupación global, es la del conflicto en Europa, surgido cuando Rusia decidió invadir a Ucrania para, según Putin, prevenir un posible encerramiento por parte de las potencias occidentales. Las guerras “preventivas” no solo son el epítome de la perversidad de ciertas visiones políticas, sino que terminan convertidas en fuentes de un sufrimiento inimaginable para millones de ciudadanos inocentes que quedan atrapados en la barbarie. Si a esto se suma el devastador poderío nuclear del país invasor y la conducta a ratos errática de algunos de sus líderes, es difícil mesurar el nivel de riesgo real en que nos encontramos.

Todo esto hace prever que el 2023 será un año igualmente lleno de desafíos, para buscar caminos que permitan una paz negociada en Ucrania, en Corea del Norte, en Somalia, Etiopía, Sudán. En Latinoamérica, las crisis políticas y económicas, de Venezuela, Chile, Argentina, Nicaragua, Ecuador, Cuba y recientemente la delicada situación en el Perú; incrementan los movimientos migratorios masivos, que causan fronteras desbordadas que recrudecen la emergencia humanitaria. A esto se suman las guerras intestinas del crimen organizado, en México y Colombia. Todo esto sin olvidar la inaplazable batalla contra la crisis climática, que afecta más a los más vulnerables.

Esperamos que la humanidad logre echar mano de la capacidad de resistencia y resiliencia que ha mostrado históricamente, pero sobre todo de su capacidad de abrir el corazón con empatía y  solidaridad; o el 2023 puede ser un año muy costoso para la mayoría.

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