Filadelfia parece estar pasando por una especie de luto, finalmente toda perdida genera un duelo. A la plena vigilia al Día del Amor, pasó a ser “la ciudad del dolor fraterno”.
La pasada noche del domingo 12 de febrero, la Cuna de la Independencia tuvo que tragar el trago amargo de la derrota. Tan pronto sonó el silbato en el State Farm Arena, empezaron las preguntas. ¿Por qué pasó esto, cuáles fueron los errores, de quién es la culpa? … Hubo a quien se le salieron las lágrimas, de tristeza o de rabia, y la euforia se convirtió en furia, o en simple decepción.
Aunque la ciudad estaba preparada para las multitudes, solo unos cientos salieron a la Broad St., en una especie de festejo invertido. Muchos fans celebraron el que las Águilas hubieran volado tan alto, aun sin coronarse en la cima, se honró también el camino de victoria tras victoria, que es digno de festejo.
La mañana siguiente la ciudad abrió con pesadumbre. Muchos caminaban taciturnos, algunos portando todavía las prendas que urgían la victoria de los Eagles; tal vez para resistirse a aceptar la derrota, o para demostrar su amor incondicional. La hinchada infantil también se vio afectada, pues fueron semanas de porras colectivas en los colegios, que los preparaban para el gran día.
Poco a poco el ánimo se recupera, e inclusive el jueves, un grupo de fans salió a las calles para con ironía celebrar el “Desfile del Dolor”. The Hurts Parade: FOX 29 celebrates Eagles season with fans all the way to the Linc
Esta metrópoli suele lidiar con pequeñas y grandes derrotas, con auto ironía. (Tambíen es algo de Filadelfia), Super Bowl 2023: It’s a Philly thing is the Eagles’ slogan, but what does it mean? (inquirer.com)
Y es que al dolor de la pérdida en Arizona hay que sumarle las igualmente duras caídas de los Phillies y del Philadelphia Union que en noviembre se convirtieron en subcampeones.
Sin embargo, como el irreductible Winston Churchill solía afirmar “siempre y cuando tengamos fe en nuestro potencial y una inquebrantable voluntad de vencer; la victoria no nos será esquiva siempre; un día será nuestra”.
Las enseñanzas que se pueden sacar de perder, empiezan por admitir los errores y no poner pretextos, pero tampoco caer en la autoflagelación.
Las Águilas, han dado muestra empezando por su entrenador en jefe, Nick Sirianni, quien no quiso culpabilizar a nada ni a nadie, asumió que el resultado no fue por una sola mala jugada, o un mal marcaje, o las condiciones del resbaladizo terreno.
Habría sido fácil para James Bradberry, culpar a los árbitros; pero admitió su ligera retención, y que pensó que pasaría desapercibida.
Jalen Hurts el mariscal que ya hizo historia a sus 24 años, dijo: “Nos sentaremos, examinaremos esta derrota; reflexionaremos, y nos levantaremos otra vez”. Palabras de un ganador. Por eso, mientras la ciudad y su fanaticada se toma tiempo para digerir el revulsivo, no hay que perder la vista el camino correcto.
Los resilientes, creativos y reflexivos; son hombres y mujeres capaces de tomar distancia del fracaso para examinar con minucia los detalles a corregir y replantear, al tiempo de aceptar que también hay hechos azarosos.
Albert Einstein decía: “No se puede esperar resultados diferentes si aplicamos las mismas soluciones”. A los equipos deportivos, lo mismo que los corporativos, los sociales, los educativos y los políticos, a todos, esta derrota les recuerda que hay que pararse, reflexionar e imaginar caminos nuevos para resolver problemas viejos.
Adam Sicinski, afirma que resurgir de una derrota exige ser valientes y estar dispuestos a correr riesgos, pues toda nueva idea o solución conlleva un cierto grado de inseguridad, lo que implica el coraje de abandonar las zonas de confort para poder ensayar vías nuevas, no probadas. Es así como muchos innovadores han empujado las fronteras del conocimiento.
Un acercamiento asertivo a la derrota también implica abrazarla y asumirla plenamente, sin sacar excusas ni atenuantes; sin buscar culpables ni chivos expiatorios; es decir, sin quejas ni pataletas. Lo más asertivo y sanador es aceptar plenamente lo que fue, y pensar con cabeza fría lo que será. Y, además, agrega este autor, no perder el sentido del humor; mirar las cosas con distancia; recordar todo lo bueno que hemos hecho para llegar hasta aquí y, paso a paso, reconstruir la autoconfianza.
La experiencia enseña también que quienes tienen fe se recuperan más pronto de las derrotas, porque reconocen el valor sanador y el sentido purificador que tiene el dolor cuando se asume con aceptación positiva. La misma Escritura afirma que para que un grano de trigo dé fruto, debe dejarse enterrar y romper en la oscuridad y la humedad del suelo, y solo así surgirá un día como una nueva planta, con un nuevo empuje y con nuevos frutos.
Que esto sea de ejemplo para todos aquellos que queremos superar pronto y aprender al máximo de este momento de desilusión.