La falta de ejercer el pensamiento es como una enfermedad que nos aflige, nos contagia, y, además, infecta totalmente nuestra vida. Una vez que nos infecta, comenzamos a vivir una rutina que nos aleja del conocimiento, y todo por temor al cambio. Comenzamos a desconfiar de aquellos que llamamos intelectuales, especialmente de aquellos que se ganan la vida realmente como pensadores. La intolerancia se apodera de nosotros, y compulsivamente esperamos que toda palabra que leamos o escuchemos, sea clara y fácil de identificar, como el dinero. Por ejemplo; $100 es simplemente $100, no importa quién lo tenga, sigue siendo lo mismo.
Cuando se ejerce el pensamiento se puede llegar a conocer verdades universales, se consigue sabiduría. Por ejemplo, este verso de Shakespeare, “Ser o no ser, he ahí el dilema.”, significa algo distinto cada vez que se lee reflexionando. A lo largo de los años, miles de personas se han sentido iluminadas por este verso. Una persona puede leer estas simples palabras muchas veces y tener una nueva inspiración, una nueva idea que ilumine su vida, claro, siempre que lo haga ejercitando el pensamiento analítico.
Cuando no se ejerce el pensamiento, simplemente no se usa el potencial humano. Muchas veces es más fácil aceptar lo que dicen los demás, y vivir sin tomarse el trabajo, y la responsabilidad de pensar por sí mismo.
Como humanos tenemos la necesidad de ejercer el intelecto, esto es parte de nuestro ADN. Esta condición de que disfrutamos los humanos, y que nos impulsa a pensar, ha sido explicada de una manera muy simple por el filósofo Martin Heidegger: “Para un pez, la profundidad y la amplitud de las aguas en que vive, con sus corrientes frías y calientes, son los elementos múltiples de su movilidad. Si el pez se ve privado de la plenitud de su elemento, si se ve arrastrado a la arena seca, sólo puede debatirse, agitarse y morir. Igualmente, para el hombre, el pensamiento es elemento básico, es su movilidad, por eso debe procurar siempre pensar, y captar el producto de ese pensar, en el elemento de sus significados múltiples, pues de otro modo, su alma se vería privada de la plenitud de su elemento, se sentiría acorralada, y como el pez, su alma sólo puede debatirse, agitarse y morir”.
La política casi siempre es imposible de definir y de entender. La mayoría del pueblo escoge a su candidato basándose en las promesas hechas en cuanto a la economía. El problema es que, muchos políticos, una vez logran su fin, optan por olvidar sus promesas y sus compromisos para con el pueblo. Para elegir al candidato que más favorezca al pueblo, tenemos que ejercer nuestro pensamiento, y con cuidado de no dejarnos llevar por otros. “Si quieres multiplicar las probabilidades de éxito, piensa”, José Coll Cuchí.