latinos

A vísperas de la conclusión del Mes de la Herencia Hispana, el país está a solo tres semanas de las elecciones, y muchos observadores se preguntan cómo influirán los latinos en la elección del próximo presidente o presidenta de la nación.

La visibilidad y la influencia de los latinos están creciendo en varias regiones y, de manera particular, en Pensilvania, por diversas razones. Según estadísticas recientes, de los 12 estados con más de un millón de latinos, Pensilvania es el que ha experimentado el mayor crecimiento de esta población en los últimos 10 años. En las elecciones de 2020 la participación latina aumentó considerablemente; además, Pensilvania se distingue porque la mayoría de sus latinos son residente legal.

Unos 600.000 latinos en Pensilvania están llamados a las urnas el próximo 5 de noviembre. En las últimas elecciones, los votos del estado se decidieron por una diferencia de apenas 82.000 papeletas, lo que anticipa una reñida batalla por cada voto.

Desde principios de año, tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano, conscientes de que los 19 votos electorales de Pensilvania son decisivos, han invertido 180 y 170 millones de dólares, respectivamente, en propaganda, según datos difundidos esta semana por The New York Times. Sin embargo, muchos electores preferirían que esas inversiones se usaran de otra manera, no solo durante la temporada electoral.

Para ganar el voto hispano y latino no basta con persuadirlos mediante publicidad en los medios, que además suele llegar tarde y no siempre está en español. La información clara y escrita sobre las plataformas de los candidatos ha sido escasa, y la desconexión de ambos partidos con la mayoría de los votantes hispanos es evidente. Muchos continúan desconfiando del gobierno, ya sea demócrata o republicano, lo que en parte explica su apatía hacia las elecciones en general.

Los latinos suelen votar menos que otros grupos, aunque esta tendencia está comenzando a cambiar, como sugiere el significativo aumento de nuevos latinos que se han estado registrando para votar.

Aunque en Pensilvania aún no se nota tanto este entusiasmo por el registro, es destacable el nuevo cinturón latino (“latino belt”) que se extiende desde el noreste del estado hasta el Valle Lehigh. En ciudades como Allentown, la tercera mayor del estado, más del 54 % de la población es hispana; en Reading, la cuarta más grande, más del 69 % son latinos; y en Hazleton, más del 60 %.

Según el Pew Research Center, Pensilvania tiene más de 600.000 latinos habilitados para votar, pero ¿cuántos de ellos lo harán?

Cuánta influencia política real tendrían los hispanos si fueran conscientes de su potencial electoral.

En su reciente libro Relentless: The Latin Spirit that is Transforming America, Luis A. Miranda, padre de Lin-Manuel Miranda, argumenta sobre esta potencial “transformación”, ya que los latinos suman 65 millones en el país y se proyecta que llegarán a 80 millones en una década. Hace 40 años, los latinos eran tres “islas”: los cubanos de Florida, los mexicanos de California y los boricuas de Nueva York. Hoy esa realidad se ha diversificado y enriquecido con inmigrantes de Centroamérica, así como con dominicanos, venezolanos, colombianos, entre otros. Los hispanos ahora tienen el potencial para decidir las elecciones en muchos de los llamados “estados bisagra”.

A pesar de que los latinos impactan positivamente la economía de Estados Unidos, no hay una correspondencia con las cifras negativas que enfrentan. Por ejemplo, por cada dólar que gana un estadounidense blanco, las latinas ganan solo 54 centavos. Los hogares encabezados por madres latinas solteras están entre los más pobres del país. Los hispanos continúan teniendo uno de los porcentajes más bajos de afiliación al seguro social, y, aunque representan el 19 % de la población nacional, no están representados en esa proporción en otras áreas: son el 32 % de la población carcelaria.

Por estas razones, el Mes de la Herencia Hispana debe dejar una huella más allá del orgullo y la celebración. Es crucial que impulse un aumento de la presencia hispana en las urnas, en la representación política, y en la defensa de los intereses, en especial de aquellos que han quedado atrás.

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