En todos los tiempos, en todas las sociedades y civilizaciones, cuando los grupos humanos enfrentan momentos difíciles; situaciones catastróficas o tiempos oscuros, cuando el desánimo y la inquietud se apoderan del espíritu humano, siempre han aparecido hombres y mujeres que, inspirados quizás por su fe en Dios o en el hombre; por su historia personal de superación, o por otros humanos que en el pasado actuaron heroicamente, deciden alzar su voz para llamar a sus pueblos a la esperanza y a los desanimados a tomar un nuevo aire.
Sabemos que nuestro país enfrenta tiempos difíciles, pues, aunque los índices de empleo, crecimiento del mercado y otros indicadores macroeconómicos inesperadamente repuntan y dan señales positivas; a nivel social somos conscientes de estar enfrentando desafíos mayúsculos. La crisis de violencia en nuestras calles; los apremiantes problemas migratorios; el déficit presupuestario en las cortes judiciales y en la educación, los preocupantes problemas de salud mental y la degradación de las prácticas políticas son apenas algunos de entre ellos.
Por eso, el día de la memoria de Martin Luther King, que se celebrará este mes, es una buena ocasión para recordar la necesidad de que todos nosotros demos nuestro aporte y sumemos nuestro grano de arena para revertir estos males. Es una respuesta necesaria, no solo por el amor que le tenemos a este país que nos ha acogido, sino por nuestra descendencia, pues las nuevas generaciones necesitan un entorno sereno y en paz donde prosperar.
Martin Luther King inspiró a millares de americanos negros y también blancos, a luchar por sus derechos y a contribuir a construir justicia social en este país; pero él mismo había sido inspirado, entre otros, por el apóstol de la no-violencia, Mahatma Gandhi, y aunque nunca se conocieron, ya que era apenas un joven cuando el icono hindú fue asesinado; King encontró en las ideas de Gandhi y en su principio de la “satyagraha” –la “fuerza del amor” o “la fuerza de la verdad”–, el camino para realizar en la práctica lo que ya había aprendido de Jesucristo: “ama a quien te hace el mal y ora por tus enemigos”.
King realizó la mejor fusión entre la idea de paz de Gandhi y su propio concepto cristiano de la búsqueda de la paz, a la cual dedicaría su vida, hasta ese día aciago en que las balas de los extremistas lo silenciaron. Pero aún muerto, el sueño de justicia de MLK siguió trabajando en la mente y en la voluntad de quienes lo seguían, hasta que, impulsadas por el peso de su coherencia intrínseca, sus ideas triunfaron y la discriminación legal fue desmontada.
Sin embargo, sabemos que una ley no basta para eliminar una práctica cultural o un mal social; y a pesar del largo camino que hemos recorrido; seguimos hoy luchando para tener un Estados Unidos más inclusivo, más tolerante, y dispuesto a tender la mano a todos aquellos que buscan en su suelo, el espacio y la ilusión para construir una nueva vida, e intentar un nuevo comienzo.
El 4 de abril de 1967, justo un año antes de ser asesinado, King había dicho en la iglesia de Riverside, en Nueva York: “empecemos ahora; recomencemos la amarga pero bellísima lucha por construir un mundo nuevo”. Ese llamado debe seguir resonando en los oídos de todos aquellos que esperan en un país y una sociedad mejor. Tiempo atrás, el cantante americano Stevie Wonder escribió: “Hace 50 años que la vida de MLK fue truncada trágicamente, pero el llamado a construir su sueño es hoy más actual que nunca”. Es decir, que todos somos convocados a poner nuestros mejores talentos y habilidades al servicio de ese nuevo camino que nos permita avanzar hacia la patria nueva que King soñaba y nuestros hijos merecen.
EL DATO
Desde el año 1964, se ha venido conmemorando el Día Escolar de la Paz y la No Violencia (DENYP), cada 30 de enero.
Se eligió esta fecha en particular debido a que fue la fecha en que mataron a Mahatma Gandhi, líder nacionalista y espiritual de la India. Y la principal figura de la resistencia pacífica en el mundo.