El fenómeno del llamado “periodismo comunitario” se estudia y se comenta desde distintas perspectivas. De una parte, algunos pueden entender el apelativo “comunitario” como algo que lo convierte en periodismo “de barrio” o de pueblo, y que por lo tanto, no tiene el rigor de la comunicación y la noticia, tal como la presentan los grandes medios.
Pero existe otra visión cada vez más difusa, que tal vez describe con mayor exactitud lo que este representa, y las fortalezas que tiene, además de permitir apreciarlo en todo su valor incluso si es puesto en comparación con la labor informativa de los grandes conglomerados de prensa “escrita”, televisada o digital.
A este periodismo se le llama “comunitario” porque sirve inicial y preferencialmente a los intereses de una comunidad. Y se entiende por comunidad a aquel grupo de ciudadanos que comparten un lugar o “unidad común”, ya sea en la geografía o en el idioma, en la cultura o en los valores familiares o religiosos; en las preocupaciones de tipo laboral, financiero, sanitario y/o de seguridad. Las comunidades también suelen compartir expectativas de progreso, de un mejor futuro para sí mismo y para los suyos; de prosperidad.
Un primer elemento es que el comunitario es un periodismo cívico; que busca y aboga por la convivencia en los mejores términos entre todos los vecinos de un lugar; por el cumplimiento de las reglas que facilitan la armonía y la resolución de los conflictos, por las vías de la ley y del diálogo. Es un periodismo que les recuerda a todos el valor de involucrarse en las iniciativas por el bien común, y en especial, por la protección y tutela de los más marginados; es por eso por lo que anima a la participación ciudadana a través del voto, en el que poco participan los latinos que pudieran votar.
En las pasadas elecciones del 7 de noviembre, según un reciente reporte de The Inquirer, se produjo un crecimiento en el voto pero fue en los distritos más ricos y predominantemente blancos. La participación en los distritos electorales de mayoría negra e hispana, muchos de los cuales son de bajos ingresos, fue un 11% menor que hace cuatro años.
Lejos de desmotivarse, por los esfuerzos que aparentemente no rindieron fruto, hay que seguir indagando, sobre como poder atraer a los votantes para que se hagan sentir en las urnas, aunque en buena parte eso sucederá, al menos en Filadelfia, cuando vean si el nuevo gobierno va a cumplir sus promesas de campaña, o los volverá a olvidar, como han venido denunciado a nuestra redacción, y es por eso que explican su apatía.
Cerrando este paréntesis, el periodismo comunitario busca facilitar la relación y el encuentro entre las personas, las familias, las organizaciones cívicas, educativas o culturales de una comunidad; se empeña en vehicular el sentir común, las necesidades comunes, las preocupaciones que aúnan a los ciudadanos, dando voz a personas y a sucesos que no siempre encuentran espacio en los medios masivos controlados por grandes monopolios o grupos con intereses financieros y políticos determinados.
El periodista comunitario, y el reportero ciudadano, frecuentemente habla con autoridad y conocimiento de la realidad que sirve porque es parte de ella, comparte sus aspiraciones y sufre sus problemas. Por eso, el comunitario es a menudo un periodismo de resistencia; o, como diría Paulo Freire, “de denuncia de todo aquello que está mal”; de aquellos funcionarios, instituciones o agentes gubernativos que no están haciendo honor a los deberes que se les asignaron cuando fueron elegidos.
El comunicador local es aquel que tiene la habilidad para conectar a los actores más involucrados en todas las expresiones de la vida ciudadana, desde los productores de trabajo y de riqueza a los proveedores de servicios alimentarios, de salud o recreativos; desde los activistas de derechos civiles, raciales o migratorios, hasta los gestores culturales, directores de medios y actores educativos. Y a la vez, su ser parte de la comunidad lo compromete con la pulcritud y el rigor al momento de informar; no solo porque conoce bien su comunidad, sino porque es conocido por ella.
El surgimiento de las redes sociales y la comunicación virtual facilitó la eclosión del periodismo comunitario, al tener muchos comunicadores la posibilidad de informar por sus propios canales y redes, superando los límites y barreras, y también la masificación antes exclusiva de los medios monopólicos.
Al mismo tiempo, esta libertad de acceso también ha facilitado la gestación de noticias inexactas, cuando no manipuladas o simplemente “fake”. Por eso el auténtico informador comunitario se ve obligado a ser doblemente cuidadoso y veraz en lo que informa o denuncia; y para cumplir cabalmente con sus objetivos, necesita reforzarse; y gracias a iniciativas como la de Lenfest, va por ese camino.
Esta semana su instituto, celebró “Reimaginando el Periodismo 2023 en Filadelfia”; el año pasado llegaron a cinco lecciones clave: La confianza y el apoyo de la comunidad son esenciales para todas las organizaciones de noticias, independientemente de su tamaño y las audiencias a las que atienden.
Las organizaciones de noticias deben publicar en plataformas a las que sus audiencias puedan acceder y brindar una cobertura relevante.
Los editores racializados necesitan un mayor acceso a financiación y herramientas.
Los financiadores deben confiar más en los beneficiarios brindándoles un apoyo operativo más general y ampliando su definición de periodismo.
Dos investigaciones demostraron que los periodistas deben seguir trabajando para llegar a sus comunidades, ya que la mayoría de los habitantes de Filadelfia nunca han conocido a un periodista. Asociarse con grupos comunitarios puede ayudar a llenar estos vacíos de información.
En resumen, resaltan la necesidad de seguir tejiendo juntos, patrocinadores, medios y comunidades, una relación estrecha donde todos, o al menos la mayoría, se vean reflejados.
Este año uno de los participantes fue el Rev. Luis Cortes Jr., quien hizo énfasis en que hay que empezar por cuestionarse, el hecho que la mayoría en Filadelfia no son los blancos, que representan tan solo el 33,8% de la población, pero, sin embargo, es la clase transversalmente dominante, que ostenta el poder.
En Impacto desde que empezó a operar bajo la administración de Esperanza, hemos tomado acto de que las minorías juntas, somos mayoría, no solo en Filadelfia, sino en la nación. Además, durante sus ya 20 años sirviendo a la comunidad hispana y bilingüe de Filadelfia; nuestras fuentes son la fuerza inspiradora y evolutiva; y a medida que establecemos canales y alianzas informativas con otros medios de gran historia y tradición informativa de la ciudad, buscamos cómo servir con mayor eficiencia, cobertura y veracidad en la información que presenta a todos sus seguidores por los medios impresos y digitales.
Esta semana con ese espíritu, honramos a uno de los fundadores de Impacto, con la promesa de que seguiremos su consejo. “Confíen en los jóvenes”. Don Alfredo Linares, lo escuchamos; y aprovechamos esta ocasión, para extender la invitación a los hispanos, en especial de Filadelfia, para que se unan a nuestros reporteros ciudadanos. Escribe a redaccion@impactomedia.com y empieza a formar parte del movimiento de periodismo comunitario, hoy.