El Mundo definitivamente está más pequeño. Lo que sucede en Hong Kong, afectó los sentimientos de los chilenos y se movilizaron contra las políticas nefastas de sus gobernantes. El domingo, la ciudadanía boliviana votó y, al igual que en Hong Kong y Chile, se pronunció sin medir las consecuencias, incluyendo la quema de varios edificios del Estado.
Tanto Carrie Lam, líder ejecutiva de Hong Kong, como el presidente chileno Sebastián Piñera y el líder boliviano Evo Morales, piensan que el alzamiento de su gente –quemando edificios del gobierno (Bolivia y Hong Kong) y centros comerciales (caso chileno)— es un acto de barbarie de grupos que están al margen de la ley, de vándalos y delincuentes que aprovechan la debilidad del Estado para agredir a la sociedad.
Puede ser que haya infiltrados y personas inescrupulosas, pero la gran mayoría de los manifestantes en estos tres países son protagonistas de una rebelión histórica.
En el caso de Hong Kong, la acción arbitraria de Carrie Lam, de crear una ley de extradición en contra de los derechos fundamentales de los hongkoneses, inició una marea de protestas que motivó a su población a manifestarse pacíficamente con “paraguas”. Sin embargo, ante la testarudez de Lam y su gobierno, los protestantes se inclinaron por un camino más duro, que incluyó el choque con las autoridades policiales.
Por su parte, los ciudadanos chilenos se movilizaron debido a que el gobierno de Piñera hizo nuevamente gala de las políticas salvajes del neoliberalismo, imponiendo un incremento al uso del metro, el cual es la vía única de la gente popular y de bajos recursos.
Esta medida fue reminiscencia de la mano dura de Pinochet. El pueblo chileno respondió con fuerza –de momentos con exageración, pero con derecho—, asumiendo la responsabilidad que le concede su constitución de hacer prevalecer sus derechos naturales. El impuesto al metro es un atentado a la vida de los chilenos.
Finalmente, en Bolivia la movilización de las masas es completamente racional. Inicialmente, Evo Morales no debería haber participado en las elecciones, especialmente después de un plebiscito que dejó como resultado el “NO a su reelección”. Sin embargo, no solo volvió a participar, sino que en las elecciones del domingo procedió de la manera menos democrática al permitir el descontrol del conteo de los votos de los ciudadanos.
La rebelión de los bolivianos no hace más que poner en tela de juicio el proceder de su presidente. Si Evo Morales no reconoce una segunda legítima, existe la probabilidad de un conflicto interno similar a la que ocurrió a fines del siglo XIX.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com