¿Te has cuestionado alguna vez la naturaleza de tu realidad? Esa pregunta es la cortinilla de entrada para muchos episodios de una de mis series favoritas, Westworld. En su contexto, un científico inquisidor busca constatar que el autómata continúa percibiendo la vida de la forma para la cual ha sido programada. Cualquier desviación, cualquier duda, advertiría al programador de un mal funcionamiento en el código implantado.
De la misma manera, en estos tiempos se sospecha de todo aquel que comete la osadía de cuestionar la naturaleza de los sistemas imperantes. Según los tradicionalistas, no hay que reinventar la rueda; pero todo lo bueno está sujeto a mejoría. Y en el ámbito de la educación escolar, queda bastante por hacer.
¿Cómo es posible que todavía nuestras familias no se hayan cuestionado la naturaleza de uno de los sistemas de servicios públicos más desiguales y racistas que existen?
El que tiene dinero siempre ha tenido acceso a opciones escolares para sus hijos. Si la escuela que le han asignado en función de su código postal no le gusta, puede comprar una casa en otro sector, se lleva a su hija a una institución privada o le paga un tutor o academia.
Ahora bien, si no tienes los recursos financieros para pagar las alternativas sugeridas más arriba, ¿cuáles son tus opciones escolares? Podrías encontrar una escuela magnet, que también es gratuita, pero las de alta calidad suelen tener una lista de espera tres y cuatro veces más numerosa que la cantidad de asientos disponibles.
Podrías moverte a una escuela charter, que admite a cualquiera gratis y sin tomar en cuenta la zona. No obstante, eso podría implicar que tengas que llevar al estudiante en tu vehículo personal, porque las charters no están incluidas en las rutas del autobús amarrillo.
Además, con las charter se da lo mismo que con las magnet: si son muy buenas, la lista de espera es larga. Entonces, si eres un padre o madre con recursos limitados y la escuela pública que te asignaron no es lo que tu hijo o hija necesitan, ¿cómo solucionas este problema?
Podrías hacer un cambio de zona (open enrollment), solicitar una beca de crédito fiscal, un vale educativo, una cuenta de empoderamiento para la educación, conocidas como “Empowerment Scholarship Accounts” (ESAs), y usar cualquiera de esas opciones para dar a tu descendencia una oportunidad de educarse en los mismos planteles donde se educa la clase pudiente.
Esos programas existen en casi la mitad de los Estados. La otra mitad, desafortunadamente, no goza de dicho privilegio. Por eso, se creó la propuesta de ley federal “Education Freedom Scholarships” (EFS), cuya idea central es incentivar la filantropía privada a través de créditos fiscales para que nuestros niños puedan acceder a un modelo educativo escogido por ti, padre-madre.
La propuesta fue anunciada por la actual administración en 2019. ¿Y por qué no acaba de ser implementada? Porque no les interesa y no le temen a tu osadía.
De ahí que sea imperativo que cuestiones la naturaleza de la falta de acceso a una educación de alta calidad en nuestras comunidades. Para que programas como EFS vean alguna vez la luz del día, debemos organizarnos y hacernos sentir, especialmente en medio de este clima electoral.