La participación de los niños en edad preescolar ha decaído en más de un 50% desde que empezó la pandemia, según los datos generados por el Instituto Nacional de Investigación sobre Educación Temprana. A pesar de los esfuerzos de los educadores para conectar con los estudiantes remotamente, pocas familias han podido mantenerse en contacto de manera permanente.
«Esta reducción masiva en el nivel de asistencia de los estudiantes preescolares ha afectado todas las familias, sin importar su edad, raza, estrato socioeconómico o preparación académica», dice el reporte. Sin embargo, los más afectados son los hijos de padres que poseen un bajo nivel educativo.
Ahora mismo es incierto el camino a seguir, pero lo que no debe faltar es que los programas preescolares gocen de ciertas características básicas. Por ejemplo, es importante que los padres reciban recursos para crear una guía diaria de actividades. Además, se debe contemplar un protocolo de monitoreo, a fin de atrapar a tiempo cualquier retardo en el desarrollo cognoscitivo.
Conseguir esto tiene sus retos, pues «el valor de la educación preescolar es difícil de replicar a través de herramientas remotas», dijeron los autores W. Steven Barnett y Kwanghee Jung, responsables del estudio. Esta dificultad se debe a la falta de interacción social y proyectos de prácticas con las manos. «Eso es algo que tiene que ser minuciosamente considerado a la hora de tomar decisiones, tanto por parte de los padres como por parte de los funcionarios públicos», aclararon.
Después de haber entrevistado a casi 1.000 familias, los investigadores encontraron que, pesar de los esfuerzos para proveer apoyo académico y enviar materiales a casa para los niños, solo un poco más de la mitad de los papás dijo haber participado en videoconferencias o adoptado rutinas como leer historias en casa o crear algún tipo de actividad relativa a las ciencias, aunque fuera una vez por semana.
Algunos expertos sugieren que el virus no afecta a los niños pequeños. En consecuencia, la apertura de planteles para los preescolares no debería ser un problema.
«Si los números [de casos] son bajos en una comunidad, la realidad es que también serán bajan las posibilidades de infección para los niños», dijo Gibbie Harris, la directora de Salud Pública para Mecklenburg en Carolina del Norte.
En un webinar reciente de la organización sin fines de lucro CityHealth se comentó que hay muchos programas comunitarios de educación temprana que no abrirán sus puertas. Esto no deja de ser problemático, sobre todo para las familias de escasos recursos, cuyo dominio de las herramientas digitales, así como la falta de experiencia, las hace particularmente vulnerables a la falta de igualdad imperante dentro del sistema público. Dichas desigualdades quedaron vívidamente puestas de manifiesto a raíz de la pandemia del COVID-19.
En teoría, este sería el momento ideal para reducir las disparidades en la distribución de recursos educativos, puesto que los niños negros y latinos son quienes sufren con más severidad las consecuencias de esta injusta distribución, de acuerdo a un análisis hecho por la Universidad de California, Berkeley: analysis of classroom quality across 1,610 pre-K sites in New York City.
En conclusión, y como dijera Leslie McKinily, delegada del Departamento de Educación Temprana de las escuelas públicas en Chicago. La meta es que los nuevos estudiantes de kindergarten se enfoquen en las habilidades fundamentales de la alfabetización, con el propósito de apalear los daños causados por la interrupción sufrida en su año preescolar. De no ser así, la laguna de conocimiento podría marcar el resto de su vida académica.