Buenos Aires, Argentina- En el mes de abril del 2020, el presidente de los argentinos trataba de justificar los continuos lapsos de cuarentena con una frase que a la postre le resultaría totalmente desafortunada. Aquella vez, Alberto Fernández dijo por todos los medios de comunicación “Prefiero tener un 10 por ciento más de pobres y no 100.000 muertos”. La cruda realidad lo castiga hoy con un índice de pobreza que roza los 8 puntos y la infausta noticia de haber llegado a la cifra tan temida, lo que demuestra el terrible fracaso de las políticas de prevención de la pandemia y el mal manejo de la economía que ha dejado huellas que serán imposibles de borrar.
En aquellos días, entre el presidente y su ministro de Salud, Ginés González García diseñaron una estrategia de trabajo queriendo hacer creer a los ciudadanos que el temido virus no tenía posibilidades de llegar hasta estas latitudes. Las noticias provenientes de Europa que hablaban de muertes y contagios masivos, se iban minimizando a medida que iban trascendiendo. “Tenemos todo bajo control” decían y mentían, porque con la evidencia en la mano, está claro que nunca supieron qué hacer con un enemigo que sí fue llegando al país y que fue haciendo daño desde el primer momento.
En el medio de la historia, quedaron muchísimas víctimas en todo sentido. Económicamente hablando, cientos de comercios y de pequeñas y medianas empresas, tuvieron que cerrar sus puertas ante la imposibilidad de generar trabajo por las continuas y extensas “cuarentenas” que obligaba el gobierno. Miles de personas se quedaron en la calle sin trabajo y sin ingresos y la pobreza fue creciendo día a día, minuto a minuto, pese a los reclamos de quienes veían socavar su integridad familiar ante el silencio de los sindicatos cómplices del gobierno que justificaban las medidas mirando a la realidad con un solo ojo: el de la conveniencia de sus intereses personales.
La suspensión de las clases en todo el país, fue otra de las consecuencias de estas medidas. Sabido es que a los gobiernos populistas no les interesa que los chicos se eduquen, los prefieren mansos y entregados a sus futuros manejos inescrupulosos. Un chico que piensa es un peligro para quienes los prefieren ignorantes.
En cuanto a las víctimas, el caso es peor. Más de los 100.000 muertos que exageraba Fernández y lo peor es que el tema no terminó. Hoy en día, Argentina ocupa el quinto lugar entre los países con más muertes diarias por COVID. Los establecimientos sanitarios están saturados, los profesionales de la salud devastados de trabajo y mal pagos, una vacunación pobre y canalla con hijos y entenados y solamente el 11 por ciento de la población del país vacunados con una segunda dosis, habla a las claras de lo mal hecho que estuvo y está todo.
Quien decía que el virus no llegaría jamás al país, ya no está más. En estos días, estuvo de paseo por España ya liberada y se lo vio sentado muy tranquilo tomando sidra tirada y comiendo algunas cosas ricas, mientras los argentinos se morían. El presidente sigue prometiendo cosas que nunca va a cumplir y la incertidumbre sigue reinando en un país donde solamente importa la constitución de las listas para las próximas elecciones.
Estamos en un país donde nadie sabe nada, donde nadie avisa y donde todos traicionan.