Indira Durán conoció del cine desde muy pequeña. Su mamá, ama de casa en Ocaña, un municipio colombiano situado en el departamento de Norte de Santander, inventaba mundos imaginarios para sacarla de una realidad marcada por la violencia y la falta de recursos.
Así que con trajes hechos a mano y relatos orales le enseñó que todo en la vida es posible. Por eso, cuando en 2021, a Indira se le presenta la oportunidad de elaborar los galardones para la edición 37 de los Premios India Catalina, como se conocen los galardones que otorga la Industria Audiovisual en Colombia, no dudó ni un momento en aceptar la oferta.
Y no sólo eso, inmediatamente propuso usar como materia prima los casquillos de bala.
¿Es posible que el mismo objeto que quita vidas pueda generar regocijo y felicidad? – claro que sí -, afirmó. Ese año 2021 recibieron los premios hechos por la empresa de Durán los actores colombianos Carolina Gómez, Andrés Parra, Marlon Moreno y Cecilia Navia.
Un oficio por necesidad
Con la influencia que tuvo de su madre, esta colombiana no se dedicó a escribir libretos, ni actuar ni dirigir películas. Lo suyo -dice- es el arte de crear medallas, placas, trofeos y todo tipo de reconocimientos que sin importar raza, género o estrato llevan alegría y honor.
“Llegué a este oficio por necesidad. Salí de Cúcuta siendo madre cabeza de hogar de tres niños y buscando mejores oportunidades. En Bogotá conocí esta línea de premiación y logré vincularme a una empresa. En el camino, me crucé con quien hoy es mi esposo y juntos creamos nuestro propio negocio: Grabart”, recuerda.
Ofrecer paz reciclando un símbolo de guerra
Con Grabart -comenta- fue que se acercó a los Premios India Catalina, tras la oferta de elaborar los trofeos para la edición 37 en 2021.
“Nuestra propuesta de valor fue hacerlos con casquillos de balas de las Fuerzas Militares. Quisimos usar este material que por décadas ha estado relacionado con la guerra y transformarlo en un símbolo de paz, que en vez de representar muerte represente arte y cultura”, explica Indira Durán.
Para su elaboración -afirma- se emplearon 1.500 casquillos de balas y trabajaron durante 45 días mujeres madres cabeza de hogar que son parte de la empresa.
Las encargadas de cada detalle, incluyendo el tratamiento de la base hecha con madera de teca cultivada fueron mujeres de La Guajira, que son parte de la Fundación Emprende Wayuú, un colectivo de 500 familias ubicadas al norte de Colombia con quienes Indira Durán y su esposo trabajan de manera cercana en procesos de acompañamiento y construcción de una economía dinámica.
“Tuvimos la oportunidad de viajar con tres de ellas a la entrega de los premios en Cartagena. Mujeres que por primera vez salían de su entorno y su cultura y estaban en la alfombra roja conociendo que existen otros mundos y otras realidades”, comentó.
Un negocio surgido en la adversidad
Después del trabajo para los Premios India Catalina otros capítulos han seguido para Durán, su esposo y las mujeres ligadas a su emprendimiento nacido en Bogotá y con sede actual en Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander.
Grabart ha elaborado reconocimientos para las Fuerzas Militares, ministros, para el reconocido ciclista Egan Bernal y el exfutbolista, comentarista deportivo y director técnico colombiano, Alexis García, quien en 2022 fue condecorado por dirigir su partido número 500. Todos ellos diseñados con el mismo sentido social.
Sin embargo, en parte llegaron a este emprendimiento -explica Durán- en medio de una situación familiar compleja porque uno de sus hijos fue víctima de un accidente de tránsito que lo dejó con muerte cerebral.
«Duramos dos años dedicados de lleno a su proceso de recuperación», dice. «Cuando la empresa estaba fortalecida llegó la pandemia y volvimos a quedarnos quietos, así que convertir casquillos de balas en trofeos habla de la transformación que nosotros mismos hemos vivido”, agrega.
Durán y su esposo se están preparando para un proyecto con mujeres afrodescendientes en España y aspiran a llegar con sus reconocimientos a grandes figuras y deportistas de Colombia y el mundo. A la vez están decididos a difundir el mensaje de que un instrumento de guerra sí puede ser transformado en un símbolo de paz, alegría y esperanza.
“Le imprimimos el corazón a todo lo que hacemos (…) una situación familiar bastante fuerte nos transformó la vida y nos hizo pensar que teniendo salud todo se puede solucionar, nos podemos replantear y volver a surgir», concluyó.