Un día después de que millones de personas vieron su ceremonia de coronación, el rey Carlos III y la reina Camila permitieron el domingo que fueran otros los que acapararan los reflectores en un concierto lleno de estrellas como Katy Perry, Lionel Richie y otras en el Castillo de Windsor.
El monarca recién coronado y su esposa parecían disfrutar del espectáculo mientras Richie interpretaba “All Night Long”, y en un momento dado se pusieron de pie para mecerse al ritmo de la música. Otros miembros de la familia real, incluida la princesa Carlota, de 8 años, y el príncipe Jorge, de 9, ondearon banderas británicas junto con unas 20.000 personas que se reunieron en la terraza este del castillo.
Carlota y su madre, Kate, la princesa de Gales, cantaban juntas mientras Perry interpretaba su éxito “Roar”, ataviada en un vestido de gala color dorado.
Tom Cruise, protagonista de “Top Gun”, apareció en un mensaje en video pregrabado, diciendo: “De piloto a piloto. Su majestad, puede ser mi piloto de flanco cuando quiera”. El programa también incluyó actuaciones del Ballet Real, Nicole Scherzinger de las Pussycat Dolls, el cantante de ópera Andrea Bocelli y la banda británica Take That.
Incluso aparecieron la cerdita Peggy y la rana René, quienes bromearon con el presentador Hugh Bonneville.
El entretenimiento estuvo intercalado con momentos de mayor seriedad. Se presentó un mensaje de Carlos sobre la importancia de la conservación del medio ambiente, y el espectáculo estuvo acompañado de un despliegue de drones y luces con un tema sobre la naturaleza.
El príncipe Guillermo, heredero al trono, subió al escenario para rendirle homenaje a la dedicación de su padre al servicio. “Pa, todos estamos muy orgullosos de ti”, declaró.
El público cantó “Dios salve al rey” mientras lugares representativos de toda Gran Bretaña eran iluminados con luces de colores.
Horas antes el domingo se llevaron a cabo miles de días de campo y fiestas callejeras en distintos puntos del Reino Unido en honor a Carlos. Las congregaciones comunitarias, parte de una tradición británica llamada Big Lunch, proporcionaron un complemento más terrenal al pomposo espectáculo de la coronación del sábado.
Los eventos tenían el objetivo de acercar a vecinos para celebrar la coronación, incluso en un momento en que disminuye el apoyo a la monarquía. Los críticos se quejaron del costo de la ceremonia en una época en que el costo de la vida ha alcanzado niveles exorbitantes debido a una inflación de dos dígitos.
Pero muchos otros aprovecharon la oportunidad para disfrutar de una fiesta con familiares y amigos. En Regent’s Park, en Londres, Valent Cheung y su novia se presentaron para vitorear al nuevo monarca acompañados de los vecinos, que los acogieron después de mudarse desde Hong Kong. Llevaron con ellos a su leal y “real” perro de color blanco, “Tino”, quien portó una corona morada para la ocasión.
“Esta es una nueva era para el Reino Unido”, dijo Cheung. “No teníamos estas cosas en Hong Kong. Ahora estamos adoptando la cultura. Queremos disfrutarla y celebrarla”.
Carlos y Camila no acudieron a ninguno de los días de campo, dejándoles esos deberes a otros miembros de la familia real.
Guillermo y su esposa Kate sorprendieron a quienes celebraban un día de campo afuera del castillo antes del concierto. Con atuendos mucho más casuales que los del día anterior, estrecharon sus manos y Kate abrazó a una niña que lloraba.
Los hermanos del rey, el príncipe Eduardo y la princesa Ana, y sus cónyuges se presentaron en almuerzos a nombre de la familia real en varios eventos en distintos puntos de Inglaterra. Las sobrinas del rey, las princesas Beatriz y Eugenia, hijas del príncipe Andrés, asistieron a un almuerzo en Windsor.
El primer ministro Rishi Sunak recibió a la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, y a su nieta Finnegan Biden en un almuerzo tipo Big Lunch efectuado frente a su oficina. Entre los invitados también había activistas comunitarios y refugiados ucranianos.
Al igual que el día del campo en el parque, Downing Street y el mantel de Sunak —e incluso su tetera— estuvieron adornados con los colores nacionales azul, blanco y rojo.
El menú incluyó rollos de salchicha y salmón, así como pollo de la coronación —un platillo que también se sirvió en la coronación de la reina Isabel II hace 70 años—, además de quiche, el cual fue seleccionado para satisfacer el gusto de Carlos y ha causado furor en las redes sociales, a menudo por las razones equivocadas.
Estos eventos más relajados se llevaron a cabo luego de una lujosa ceremonia en que se coronó al rey y la reina en la Abadía de Westminster. A los monarcas se les entregaron espadas de varios siglos de antigüedad, cetros y un orbe incrustado con gemas que simboliza el poder del rey en una tradición medieval celebrada con liturgia, canciones y ovaciones de “Dios salve al rey”.
Posteriormente, la pareja desfiló por las calles en un carruaje tirado por caballos encabezado por la mayor procesión militar ceremonial desde la coronación de la madre de Carlos. Unos 4.000 soldados marcharon en formación por las calles, con sus mangas escarlatas y guantes blancos moviéndose al unísono al sonido de tambores y cornetas de las bandas de guerra, incluido un grupo de músicos a caballo.
Cientos de miles de espectadores aguardaron bajo la lluvia para ver el desfile. Casi 19 millones de personas adicionales lo vieron por televisión en Gran Bretaña, según el índice de audiencia que dio a conocer Barb, una organización de investigación. La cifra es casi 40% menor al número de personas que vieron el funeral de la reina Isabel II en septiembre pasado.
Carlos y Camila señalaron el domingo en un comunicado que estaban “sumamente conmovidos” con las celebraciones y “profundamente agradecidos, tanto con aquellos que ayudaron a que fuera una ocasión tan gloriosa, como con todos los que se presentaron a mostrar su apoyo”.
Sin embargo, no todos estaban allí para celebrar, y las críticas continuaron el domingo debido a los arrestos de más de 50 manifestantes, incluidos miembros de un grupo republicano que gritaba consignas de “No es mi rey” y ambientalistas que intentan poner fin al uso de combustibles fósiles.
La Policía Metropolitana señaló que los agentes detuvieron a 64 personas el sábado, y cuatro sospechosos fueron acusados de delitos que incluyen delitos contra el orden público con agravantes religiosos y posesión de narcóticos.
Graham Smith, dirigente de Republic, un grupo que promueve la abolición de la monarquía, dijo que fue arrestado mientras organizaba una protesta pacífica y estuvo detenido durante 16 horas.
“Estos arrestos son un ataque directo a nuestra democracia y a los derechos fundamentales de toda persona en el país”, declaró Smith. “Todos y cada uno de los agentes involucrados deberían avergonzarse”.
La Policía Metropolitana reconoció las preocupaciones sobre los arrestos, pero defendió sus acciones.
“La coronación es un evento que ocurre una vez cada generación y esa es una consideración clave en nuestra evaluación”, dijo la comandante Karen Findlay.
En Regent’s Park, los asistentes hablaban sobre lo novedoso que acababan de presenciar. Pero la coronación no era nada nuevo para Rosemary McIntosh, de 95 años, sólo que fue mucho más vívida que la que vio en televisión cuando vivía en Zimbabue en 1953.
“No teníamos televisión todo el día y era en blanco y negro, así que no fue tan maravillosa como ha sido esta”, declaró.